Capítulo4

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Lucas

—No me gusta nada esto, Walter.

—Lucas...

—No—me volteo hacia él que sigue en el umbral de la puerta—Si me dio una maldita arma es porque hay algo aún más grave detrás de esta familia.

—Es por precaución—se acerca—¿Confías en mí?

—Si.

No dudo mi respuesta ni un segundo. Aunque para nosotros el ejército es historia, él sigue siendo mi Comandante al que le debo respeto y en quien confío plenamente.

—Entonces no tienes de qué preocuparte. Solo céntrate en lo que te dije.

Asiento levemente sin decir más. Walter me da una última mirada antes de irse.

Me paso las manos por el cabello y trato de alejar la sensación que tengo, porque mi intuición sigue recordándome que algo aquí no huele bien.

—Hola.

Una voz femenina llama desde la puerta y me volteo.

—¿Puedo pasar?—pregunta con una gran sonrisa la hija de Jason cuyo nombre ya se me olvidó. Solo asiento.—Mamá insistió en que te trajera galletas y té—encoje sus hombros mientras se acerca a mí mostrándome la bandeja con los bocadillos.

—Gracias.

Ella sonríe enormemente y mira el lugar rápidamente.

—Espero que te agrade tu nueva habitación. JoJo debe venir a limpiarla un poco.—se dirige hacia la mediana mesa que se encuentra en la esquina del cuarto y coloca la bandeja. Comienza luego a acercarse—Lucas ¿no?.

Asiento.

Me vuelve a mirar de arriba a abajo como hace un rato solo que sin esconder su dentadura.

—Espero que nos llevemos bien.

Que fastidiosa.

Debo hacer uso de todo mi autocontrol para no voltearle los ojos.

—Mañana salimos a las 7:30, por ahora solo descansa.

Me da la espalda y sale de mi habitación.

Frunzo el ceño procesando lo último que dijo y tenía toda la razón, la tarea de hacerle caso a una niñita caprichosa no será fácil para mí.

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Miñini silimis i lis 7:30

Encima de darme órdenes debo esperar por ella. Miro mi reloj y son casi las 8.

Acostúmbrate, eres su empleado ahora.

Hubiese preferido barrer las calles de Manchester.

La puerta abrirse llama mi atención y la veo portar un vestido negro ajustado a su cuerpo que le llega casi por las rodillas y tiene un corte no muy profundo en el medio desde el borde inferior, un saco enorme beige la cubre del frío y en sus pies van unas botas , lleva su cabello recogido y me mira con esa fastidiosa sonrisa que me comienza a irritar.

—Podemos irnos—avisa llegando a mí y me apresuro en abrir la puerta trasera para que tome asiento y coloco mi mano en la parte superior para evitar que se golpee.

Cuando está dentro cierro la puerta y suelto un bufido. Me monto en el asiento del piloto y echo a andar el auto encendiendo el GPS.

—¿Puedes poner música?—duda.

Enciendo la grabadora y mis oídos se sienten invadidos por One Direction.

Amo esa canción—comenta como si importara.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora