Capítulo 36

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Lucas

Me hubiese gustado decir que la detuve. Que tomé su mano rápidamente y la obligué a escucharme, para aclarar todo esto que ni siquiera puedo comprender porque estoy tan confundido.

Y nunca me había pasado. Jamás he estado confundido.

Al menos no respecto a una mujer. Hay tantas cosas que no soy capaz de aclarar por mí mismo. Tantas cosas que aún no entiendo. Nunca he sido hombre de reprimirme y con ella lo intenté, varias veces. Nunca se me dio bien consolar y con ella lo hice. Le confesé lo que había pasado en la guerra cuando el único que lo supo fue mi padre y porque Walter se lo comunicó. Cabe recalcar que yo nunca pude decírselo, fui un cobarde.

Nunca nadie me había consolado a mí. Aún recuerdo el ataque de pánico que tuve al despertarme, luego de tener nuevamente aquella terrible pesadilla que nunca deja de repetirse. Jade me abrazó y el calor de su cuerpo me hizo sentir tan bien. Una paz que siempre he anhelado. Eso fue lo que realmente sentí y nunca pensé que vendría de ella. Tomó mi mano cuando me sentí asfixiado luego del encuentro con Michael. Todavía me pregunto cómo, sin saber realmente lo que pasaba, pudo leer tan bien lo que me ocurría. ¿Tanto estaba reflejada la culpa en mi rostro?.

Y ni hablar de la forma en que besa. Como se entrega completa a mí. Sus caricias. Todo su cuerpo me enloquece y tardé tanto tiempo en darme cuenta que quisiera golpearme.

Aún así. Enumerando y reviviendo todo lo que hemos pasado la pregunta aparece. ¿Qué siento realmente por ella?. No soy capaz de descifrarlo. Y he de admitir que me siento una mierda. En otra ocasión no me hubiese pesado tanto el no corresponder a alguien pero con ella...vuelve a ser todo diferente. A pesar de tener claro el hecho de que no quiero romperle el corazón, estoy seguro que con cada acto voy dejándole grietas.

¿Me la merezco?.

Por supuesto que no.

Pero no voy a negar que el hecho de que me ame me hace sentir orgulloso. El pecho se me hincha. Mi lado egoísta es quien experimenta todo esto. Aún sin saber que pudo enamorarla. Tampoco soy capaz de resolver ese misterio. ¿A quién quiero engañar? Le prohibí enamorarse de mí cuando en el fondo, al escucharla decir que me amaba, que ella me pertenecía, no pude dejar de lado esa placentera sensación de sentirla mía. En cuerpo y alma. Totalmente mía.

                         ●●●

A la mañana siguiente me despierto temprano. No pude dormir demasiado porque la cabeza no dejó de darme vueltas.

Me dispongo ir hacia la cocina y me paro en seco al observar a la persona que no sale de mi cabeza. De espaldas hacia mí. Llevaba ropa cómoda y el cabello recogido en una cola que le llegaba a mitad de espalda.

Vuelvo a sentir esa extraña sensación en el pecho. Esta vez no iba a huir como ella dijo que siempre hacía. No voy a mostrarme cobarde porque hace tiempo no me consideraba como tal. Al menos no hasta que comencé a confundirme.

Al fin se da la vuelta y se tensa al verme. Aparta la mirada pero me da tiempo a evaluar sus hinchados ojos. Era claro que había llorado y estoy comenzando a odiar ser el culpable.

—Solo vine por esto—extiende el plato de frutas.

—¿Vas a comer solo eso?—pregunto sorprendido. Tiene buen apetito y suele comer bastante en el desayuno.

Asiente con la cabeza y hace el amago de irse, pasando por mi lado pero la sujeto del antebrazo impidiendo que se vaya.

—Tenemos que hablar—demando.

—No tengo nada que hablar contigo—intenta zafarse pero lo impido.

Le arranco el maldito plato y lo dejo sobre la mesa. Me concentro en ella la cual me mira furiosa.

DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora