CAPITULO 3

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El SUEÑO

El sonido se hace denso lo entiendo a la perfección, algo insignificante ahora me persigue como pequeños susurros en mi oreja envueltos en melodías dulces, alterando mis sentidos.

-esas alimañas como pequeños monstruos entran por tus oídos y tú boca mientras duermes, cosas minúsculas que juegan con tus sueños entre los recuerdos de tu cerebro y las entrañas de tu corazón, se adueñan de tus órganos, de tus piernas se divierten caminas dormido.

Entre las risas y susurros de estos mismos te llevan por toda la casa, sintiendo y queriendo terminar de devorarte.-

La sentía y me invadía los sentidos como el frío, llegando a cada parte de tu cuerpo.

La radio comenzó a sonar, una dulce melodía como una caja de música solo me quedé escuchando ese sonido que no me daba miedo, me envolvía de toi a Moi ll Olivia Ruiz y aunque no quería los recuerdos te invaden te da sueño, lo dulce y serena que es.

Limpie mis ojos, apagué la radio y la escondí en un cajón, respire profundo, esa cosa dejo de funcionar hace tiempo, pensé aunque una parte de mi buscaba algo lógico y la otra tenía miedo de entender que carajos pasaba conmigo, estaba dormido y tenía que despertar.

Al igual que esa canción que ahora estaba en mi cabeza y no podía dejar de pensar en ello, tu respiración disminuye poco a poco, tus pulmones sienten un fósforo dentro uno que arde por todo tu ser.

Tus ojos lloran aunque arden de la misma manera, tu cerebro se descompone como un cable al alejarse de la corriente eléctrica cada parte de ti se pierde.

Mueres por dentro por fuera sufres hasta que la canción para y tú caes con ella, lo peor de todo es que sentía ese dolor, quería que parara.

-¡Ben!...

Y abrí los ojos suspiré profundo estaba dormido, el sol de la mañana entre mis ojos dejándome sin visión alguna, limpie mis ojos bostecé y vi a mi alrededor estaba en el ático el sonido de la tetera se escuchaba en la cocina y yo parecía un zombi intentando entender cómo carajos llegué ahí, como un círculo vicioso lo volvía a revivir.

Caminé al baño era temprano la casa estaba fría, lave mi cara y me vi al espejo respiré profundo, esto ya no me avía pasado desde los 8 ser sonámbulo, recuerdo despertar asustado en lugares que no conocía, mamá me buscaba como loca a pesar de cerrar las puertas con llave yo lograba salir.

Tome un poco de café había un par de hojas secas en la puerta , ese sonido crujiente una vez que las pisas, áspero cuando se despegan del suelo para perderse en el viento.

Y aunque la puerta estaba cerrada, intenté salir alguien me detenía tragué saliva y la abrí, todo parecía normal, el sol con sus primeros rayos, el sentido de mis oídos ante el sonido de las aves y las hojas, las flores con el sereno pequeñas gotas frías, que tocaba con delicadeza.

El sonido del buzón me llevo a caminar hacia él, había un par de cartas abrí y las tome.

¿Han tenido la sensación de ser observados?

Pues yo lo sentía en ese momento, entre de nuevo a casa cerré la puerta, vi las cartas esto ya no funcionaba desde hace tiempo, mandar cartas era algo que ya no se tomaba en cuenta por lo que deduci que eran de hace tiempo, no podía evitarlo y aunque lo intentaba, el frío me perseguía encendí la calefacción y aún así tenía frío.

Los sobres de la cartas estaban en blanco, no había absolutamente nada la abrí con cuidado el sobre las hojas en blanco no había absolutamente nada, tome un poco de café ye senté en una vieja mesa de madera circular.

Aunque al dejarla está cayó derramándose por todos lados incluyendo mi pantalón, recorrí la silla para levantarme pues está quemaba estaba caliente, me golpeé en la cabeza siempre he creído que soy torpe y eso lo confirma.

Tome la taza he intenté limpiar las hojas se perdieron entre el café intenté hacer algo, pero me detuve, el café tomaba la figura como el contacto de un lápiz al contacto de la hoja creando algo que me dejó paralizado.

Para despertar de nuevo con un solo suspiro respiraba profundo, el pecho me ardía y tenía tierra en las manos, parpadeé y vi a mi alrededor, estaba en la habitación un pellizco o un reloj era lo que buscaba, cerré los ojos y los abrí de nuevo en un segundo, me levanté de la cama por el lado izquierdo enfrente me perdía entre las líneas del suelo solo para sentir como mis ojos se cerraban de nuevo, mi cabeza daba vueltas y no sabía si seguía en un sueño, uno tras otro como una muñeca rusa.

Estos se cerraban lento un par de botas se reflejaban en el suelo para hacerme abrirlos de nuevo, los limpié no había nada, bostecé y me levanté el cuerpo me dolía al igual que cada una de mis extremidades, cada parte de mi se quería quedar en la cama, me levanté a pesar de sentir un cansancio profundo a pesar de haber dormido ya.

Era fin de semana y tenía la mañana libré y tareas en la casa que tenía que hacer, estás me perseguían como pequeñas personitas perforando en mi cerebro, acumulándose detrás de mi gritando a mi oído.

Y comencé, las tareas, deberes y oficios cuentas que pagar cada letra, cada cuenta sentado por horas intentando entender, tazas de café y mis lentes sucios, las manos llenas de tinta del bolígrafo, jugaban con las teclas de la computadora, seguía con la piyama y los pies descalzos hasta que tocaron la puerta.

-Hola - dijo una chica rubia de ojos verdes algo alta detrás de la puerta con una tarta en una mano y mi correo en la otra.

La trata era de fritos rojos recién hecha lo sabía por el aroma, le respondí con una sonrisa aunque no con palabras, su cabello era largo aunque lo plancho, estaba algo maltratado por las puntas abiertas, tenía una botas negras de tacón y un bolso pequeño que combinaba con su ropa.

-soy tu vecina de alado- dijo con una voz fina y dulce, di un paso adelante y vi la casa blanca con azul de alado, el jardín un poco secó y una mujer en la ventana ya vieja el cabello pequeño lleno de canas, tal vez su madre o abuela, respiré profundo.

-¿Qué necesitas?- dije con una voz cortante.

-oh mi abuela lo hizo y traigo tu correspondencia hace tiempo que no se utilizan estás cosas- contesto confundida, tome las cosas no dije nada aunque ella se incómodo un poco.

-Puedo pasar- dijo intentando dar un paso

-No, tengo un desastre y tengo que entrar a trabajar en unos minutos- me vio de los pies a la cabeza pero aún así me mostró una sonrisa, la dejé pasar.

Una vez a dentro vio todo el lugar solo veía en círculos, la cocina estaba limpia dejo la tarta ahí, el techo estaba cuarteado, estaba hecho un asco y seguía sonriendo algo que me ponía incómodo, era un sonrisa ligera no forzada sabía que ella quería entrar aquí.

-Mi nombre es mi nombre es Darla si necesitas algo- señaló su casa por la ventana y salió, vio el buzón

-Me llamo Ben - dije solo sonrió y cerré la puerta, vi las cartas y las dejé a un lado, tenía cosas que hacer aunque la curiosidad mi hizo tomarlas de nuevo, estaban algo sucias y en blanco aunque con el mismo sello la M, no debía abrirlas.

No puede más y decidí ir por la carta del ático vi la carta de nuevo eran parecidas aunque unas vieja algo que me intrigaba.

Una vez en el ático descubrí que detrás del cuadro avía algo,intenté moverlo, pero no podía, invadido de polvo, cayó una vieja postal, tenía un faro aunque nada más, mi cabeza estaba en un mundo que no entendía me invadía la intriga, había preguntas y necesitaba respuestas el abuelo nunca me habló de este lugar hasta después de morir.

Abrí la carta la que parecía más gastada tal vez más vieja, el papel se sentía áspero he intentaba no romperlo al abrirlo la letra era en mano escrita combinaba mayúsculas y minúsculas era de un hombre, la letra también era algo tosca y avía algunas faltas de ortografía, subrayadas con color violeta tenía un olor a vainilla y humedad, al igual que manchas de tinta que no me dejaba distinguir las palabras aunque lo intente.

COSAS INSIGNIFICANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora