CAPITULO 24

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PARA DESCUBRIR EL SIGNIFICADO  DE LA VIDA AVESES HAY QUE PASAR POR MOMENTOS DIFÍCILES…


Me sentía mal, el insomnio hacía de las suyas y jugaba conmigo  mis ojos se nublaron y no sentir mis piernas, comencé a llorar, me frustré y grité no sentía mis piernas.

Grite una y otra vez, sentía el llanto mis ojos se cerraban, la frustración en mi rostro.

Elisabeth entro estaba callada con una silla de ruedas no dijo nada sabía que no le escucharía, abrió la boca limpie mis lágrimas, y golpeé mis piernas, intenté calmarme.

-¿Quieres salir?- pregunto mirándome con una sonrisa.

-Tienes un espejo- dije mirándola con los ojos nublados, tomo un espejo de su bata tal vez de maquillaje, tenía las ojeras más grandes del mundo, mis labios morados y no dejaba de temblar, me miró y se sentó frente a mi, me quitó el espejo.

-Vamos Ben aún falta mucho, vas a mejorar, hay un niño afuera- me dio un beso en la mejilla y sonreí, me ayudó mis piernas se sentían tan pesadas lloraba, me sentía una mierda por no poder usarlas, insuficiente y demasiado mal,  me dolía ver a las personas a mi alrededor mientras estaba en la silla.

Mis oídos dejaban de sentir al igual que todo mi cuerpo por largas colapsos solo sentado ahí en la silla viendo a mi alrededor.

Estaba en el pasillo apunto de llegar a la habitación de Patrick, limpie mis lágrimas no quería que me viera así, a la izquierda de su habitación  estaba Darla, con su abuela la mujer sonreía al escuchar Antonio Aguilar lo que me recordó a mi madre, tenía una vieja radio parecida a la mía.

Las vi Elisabeth me dijo ahí para llegar con Patrick

-Hola señora- ella sonrió he hizo señas para que Darla apagará la radio me hacer que a ella, la silla era algo grande por lo que intentaba no tirar algo en el camino.

-Murió verdad y se despidió de ti- me alejé de ella y me acordé del hombre del elevador, me entregó un pequeño diamante de juguete lo utilizan para las pulseras, lo vi ante la luz como si fuera real, la vi a la cara sabía que tenía preguntas que hacer.

-Pronto las respuestas no se dan de un día para otro hay que aprender a ser paciente- asintió con la cabeza.

Elizabeth llegó le hice una señal para que me sacará de ahí, Patrick se lanzo sobre mi asustado mientras su madre corría detrás de él.

Una vez que lo vi mi cabeza estaba en otro lugar, pero mi corazón me decía que me quedara con Patrick.

Lo baje con cuidado aunque no lo deje ir, me dolió el impacto, pero le sonreí

-¿Por qué lloraste?- dijo viéndome a la cara.

-no, yo no lloré- respondí negándolo, el me vio enojado, sonreí.

-Quieres saber algo haya dentro se encuentra  el hombre verde, asecha el hombre de caramelo y debajo el coco solo hay una misión terminar con cada uno de ellos- ambos fuimos a la habitación sabía que tenia miedo, pero la valentía  de el era especial.

Las quimioterapias, era un día importante para ambos, parecíamos un par de almas, yo sin cerebro queriendo ayudar con el miedo y temor ensima, el con un corazón esperando más de lo que yo le podía dar.

-solo recuerda, enfrenta tus miedos a tu manera demuestra lo valiente que eres- susurré el me sonrió.

Me sentía hipócrita ya que yo también tenía miedo.

-Yo seré el refuerzo, si necesitas algo silva - yo lo hice el sonrió y luego se puso serio, me sentía agotado y sabía que solo era eso, quería levantarme pero mis pies no respondían y no me pondría a llorar enfrente de el, ambos cantamos y silbamos hasta llegar adentro de una gran habitación vi como se alejó, y soltó mi mano.

-Vamos tu puedes soldado- el sonrió, hasta que como las otras veces la caja musical paro, la puerta se cerró y yo lo espere afuera.

Siendo paciente

¿Qué ironía?

La ironía de mi sonrisa tan grande esperando a que salga por esa puerta mientras veía el tiempo pasar, esa sonrisa estática de tal forma que mi ironía se convierte en algo más en una irrepetible y suficiente felicidad, un sentimiento que no sentía desde hace tiempo que de una forma ahora era nuevo.

Hay distintos tipos de vida por qué cada cabeza es un mundo así como cada mundo una razón, tu mundo es tan grande que puedes crear tanto como tú deseas  y adueñarte de todo lo demás.


-¿Cómo estás?- dijo Martha sentándose a mi lado.

Estaba en la cafetería, el olor a comida  y las personas a su alrededor respire profundo y después limpie mis lágrimas no tenia hambre.

-no responde- dije con la voz ronca, ella sonrió he hizo que la viera a los ojos, vi a otro lado respire profundo aunque al  soltar el aire doliera.

- Ya se convirtió en algo importante.

-Patrick es un niño demasiado fuerte, es difícil lo sé sabrás que pronto todo cambiará- ella seguía viendo todos los fines de semana.

-¿Por qué te quedas aquí?- dije viendo al frente, respiró profundo.

-por que… hay un amigo especial aquí,- sonrió y me miró.

-Pero ese amigo no se acuerda de mí- le di una mordida al sandwich, por fin.

-en la fuente de la vieja plaza una bruja y su hija en la noche ante la luz de la luna se encontraban ambas cantaban, aunque la hija lo hacía mejor tenía unos lentes con un gran aumento pues estaba más ciega que un topo- ella no dejaba de reír ante mi comentario.

La conocía desde que estaba pequeña, había olvidado mucho de ella cuando se fue sin embargo mi amor jamás se marchó y al parecer el de ella tampoco.

-Me recuerdas de esa manera- se hacía la digna con las manos en el pecho, yo también reí.

-¿creíste que te olvidaría así de fácil?- dije sin soltar sus manos, recordaba mucho de ella poco a poco su vida era un problema de matemáticas una ecuación que tenía que resolver poco a poco, paso a pasó.

-Vamos Ben haz feliz a un niño y sonríe tu también- se levantó .

-date un baño por favor- dijo entre risas, y fue lo que hice me di una ducha con ayuda de algunos enfermeros estar con la silla de ruedas era difícil, sentir te feliz y luego triste pronto pasaría.

Esto era solo un cambio no minimo me afectó y me encontraba de la chingada, sin embargo Patrick lo arreglaba.

COSAS INSIGNIFICANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora