Regrese a la misma hora a hablar con Anabel quería saber más ella hablaba conmigo con gran facilidad tenia que hablar con ella.
-El hombre que un día viste era Roberto un marinero que fue de las costas de Veracruz para todo el mundo todo lo que veía lo dibujaba pues decía que no había vida más bella que la del mar.
Belleza pura y mágica como la de las olas que envolvían su barco durante las tormentas, decía ver el faro como una luz que la guiaba aunque ese día no la vio, vio algo diferente escuchando a una sirena para dibujarla para siempre la guardo y recordó de tal manera que la contó a sus nietos dejándolo en un simple pescado de papel.
La mire a los ojos sin dejar de hacerlo, Anabel sonrió estaba demasiado cansada los cerró poco a poco y dejé que durmiera caminé a mi habitación, al llegar tome el pez de papel.
Sus palabras se quedaron en mi mente esta mañana simplemente no quería quedarme de manos cruzadas, aunque después de escucharla regrese a mi habitación, en esta hacia tanto frío como en mi antigua casa por la ventana solo podía ver una gran tormenta gris.
Hay 365 días al año, cuatro semanas al mes cada más de 31 o 29 días, cada semana se compone de 7 días, cada día 24 horas y yo solo desperdiciaba cada una de ellas, sé que es tan tonto como seguir creyendo en las palabras de una persona sabes te lastimara, tan tonto como esconderse detrás de la puerta del baño llorando por lo que has hecho mal, tan tonto como tener la esperanza que sabes morirá pronto, tan tonto como seguir bebiendo sabiendo que morirás.
Bebiendo lágrimas, alcohol fuerzas, me sentía un tonto que reflejaba felicidad ante los demás.
Así estaba en cada momento de mi vida un maldito alcohólico que guardaba botellas donde sea y sin importar las palabra de alguien seguía cayendo en el agujero negro, sin embargo eso simplemente tenía que quedar atrás.
Comencé a desdoblar lo bordes y cada uno de sus dobleces de aquel pez de papel, era una hermosa figura todo para ver una hoja de cuenta y ceniza, está se desvaneció y voló por el viento dejando solo restos.Limpie la hoja y vi lo que había escrito gran parte de la comida, yo la había entregado leí lo demás solo lo poco que me ayudó a recordar.
-¿Cuál es tu peor miedo?- el hombre sonrió.
-no lo sé solo asegúrate de a que edad lo preguntas, la muerte es un miedo el miedo una inseguridad y mi miedo es una inseguridad.
Una simple inseguridad y esa es ser rechazado por alguien al quien amo porque así me daré cuenta que perdí el tiempo con mi familia y eso es lo que siempre pasa con los viejos y comienza con los jóvenes.
Me levante lave mis dientes y me di un baño esperando que el olor a alcohol se quitara, la duda es como he logrado esconder alcohol en un hospital, fácil los doctores.
Recordaba a ese hombre una vez que me dijo adiós en el acensor, los baños de esponja y las mentiras que salían de mi boca, como simplemente buscaba no ver a Elisabeth y me alejaba de Martha.
Era todo mi culpa yo los alejaba era el inseguro, no podía darles felicidad, pero aún así se quedaban y era difícil entenderlo.
Me intenté levantar de la silla de ruedas, la pequeña cosa insignificante y minúscula se quedaba en mi cabeza creciendo cada vez más siempre me arrastraba.
Golpeaba mis piernas intentando que algo más pasará, me sostuve del lava manos vi mi reflejo he intenté sonreír, pero no lo logré caí una y otra vez, me golpe contra el espejo no importo no importa nada importa.
-¿a qué le tienes miedo Patrick?- el me vio mientras estaba en cama, últimamente se sentía cansado, era mejor para el guardar reposo.
-me gusta el color morado- dijo viendo mi silla pintada de ese color, con brillos y unas pequeñas campanas, era lo más llamativo del mundo pero se río algo que me hizo feliz.
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COSAS INSIGNIFICANTES
RandomBen es un chico, que busca un cambio a su vida, consiguiendo una gran historia, en sus manos buscando y comprendiendo aquello que dejó de ver. Y al mismo tiempo entender que vivía en un colapso que acaba contigo, como un pequeño punto tan pequeño he...