LA CITA

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LA CITA

Desde hace tiempo no tenía una cita, estaba nervioso, Patrick me ayudó a buscar lo que llevaría puesto Elisabeth a encontrar una corbata y Estela a comprar flores un que la final solo lleve un flor margaritas solo necesitaba una y ella seria feliz.

Estaba feliz y a pesar de saberlo era algo nuevo para mí no quería arruinarlo me vi al espejo, estaba listo aunque las manos me sudaban un poco limpie mi cara y me vi al espejo, me dispuse a recordarlo todo, todo lo que sabía de ella la forma en la que se ría el día que la vi en Francia el día que nos conocimos me dispuse a abrir todo ese laberinto de recuerdos solo por ella, Patrick me vio.

-se van a dar besos- dijo con cara de asco, yo hice la misma cara y el no dejo de reír, al salir, ella ya estaba ahí entregue la flor y ella sonrió su cabello tenía un par de trenzas con algunos adornos, se veía demasiado elegante un lindo vestido azul, me sorprendió el rojo era su color aunque seguía siendo hermosa .

Una sonrisa tal vez de nervios que simplemente no dejaba, se agacho un poco para besarme, tenía unos zapatos muy bonitos de color negro, que combinaban justamente con su atuendo, estaba arreglada y maquillada no tenía por qué hacerlo pero se veía hermosa.

Hubiera querido que ella no cargara conmigo pues, me sentía a veces así una carga.

Entramos a un gran teatro las cortinas suaves de tela roja las luces y el color dorado por todos lados grandes pilares, era un lugar hermoso nos acomodamos en la parte de arriba la gente se veía demasiado elegantes sabia que ella amaba estos lugares.

-Como pagaste eso- dije con la voz baja

-eso no importa solo ve- las luces se apagaron

-me encanta tu corbata, luces muy guapo- dijo viendo al frente esperando a que comience, no tenía idea de esto pero el sonido de sus palabras esa corbata se volvería mi favorita.

Comenzamos a escuchar y ver Jacques Offenbach Ópera bacaolle nunca había visto esto aunque si había escuchado antes la ópera mi abuelo la escuchaba, eso me recordó a el mientras ella me tomaba de la mano su palma suave encima de la mía.

Sus uñas no muy largas con algo de esmalte tal vez de brillos dorados, mírame, mírame, mírame solo estábamos a unos sentimientos y quería que se volteara a verme y lo hizo me vio y me sonrió yo hice lo mismo una vez que terminó ayudo a que saliera.

-Mierda está lloviendo- dijo era una tormenta el agua y los truenos, le sonreí y vi una gran rampa de discapacitados

-toma asiento- ella me vio, viajamos por la rampa, ella sonrió el agua era fría me llevaba saltaba por los charcos y tenía celos por la lluvia y la manera en la que bajaba por su cuerpo.

Seguimos por todo el camino mojándonos, las calles oscuras mientras ella solo reía.

-canta un poco- dije, se quito los zapatos y siguió caminando

-te enfermaras- la vi de pies a cabeza, seguía sonriendo, mientras tarareaba una canción me gustaba escucharla cantar y mas cuando se dejaba llevar y su canto se lo llevaba la lluvia y el viento.

-Y que me dices de tu abuelo- dijo no sabía a dónde íbamos solo seguía, ella era mi camino no tenia por que tomar otro.

-mi abuelo se enfermo, solo se que terminó algo importante demasiado para el y murió dormido creo que es de la manera en la que también me quiero ir sin sufrir.

Ella me miró triste

-lo extrañas- sonreí no quería que se sintiera mal ella convivio mucho con mi familia durante un tiempo.

-claro era un gran hombre en el fondo solo espero y este descansando o tal vez hablando con tu madre no lo sé- dije ella sonrió y al mismo tiempo respiró profundo.

-si yo llego a morir no quiero que me vean no quiero que mi cofre sea abierto, me duele recordar la manera en la que vi a mi madre-

-no fue tu culpa- respondí llegamos a una vieja casa, entramos era hermosa y acogedora, te quieres cambiar dijo acomodando un poco de ropa está olía a humedad y era demasiado grande pero no importó.

-ehh puedo ayudar- dijo mientras veía como intentaba ponerme un pantalón, escuché lo nerviosa que estaba

-no- respondí ella acomodó un poco de café en una pequeña mesa coloco cobijas y muchas almohadas recorrió los sillones y todos la sala de convirtió en una gran cama, ayudo a sentarme.

Me sentía una carga para ella aunque ella no lo mostrara simplemente sonreía y eso no sabía si agradecerlo o negarlo se sentó frente a mi tampoco había televisión.

-no lo recuerdas- dijo mientras tomaba un poco de café se había cambiado de ropa traía una pijama de rallas de colores, parecía una niña, respire profundo.

-el día que me caí del segundo piso de tu alcoba después de que tú padre me sacará con una escoba pues pensaba que era un ratero, tu me avisas invitado y tú abuela dejo la ventana abierta, una vez que caí me fracturé la pierna mamá se enfado y dijo que nos teníamos que ir- dije pensando en lo demás tome un poco de café estaba caliente y sentía como pasaba por mi cuerpo dejando una amable sensación, ella comenzó a reír pues esa anécdota era muy buena.

-Después creaste algo como esto una vez que te enteraste de que me iría, estábamos así justamente, tu dijiste que no te olvidarás de mi y me hiciste prometer lo mismo - dije entre risas ella hizo los mismo ambos comenzamos a reír

-recuerdas el día que salimos en bicicleta no sabía cómo poner los frenos....

-termine estampado en un árbol - ambos reímos ella se acercó a mi, se sentó encima de mi mientras sus piernas rodeaban mi cintura podía sentir sus manos en mi cintura subiendo poco a poco hasta llegar a mi cuello.

Bajo la cabeza, mis manos estaban completamente frías, la tome de la mejilla eh hice que me mirara, la bese un beso suave y largo que quería no terminara, ella lo continuo.

Y aquí la conexión se vuelve mutua tus besos suaves y clientes, su cuerpo perfecto había manchas, cortadas y cicatrices sabia temía de como la viera.

Ella los veía como un defecto para para mi era simplemente una obra de arte ante mis ojos.

Sus caricias sus bellas manos tenía todo el deseó por un momento deje de pensar en mí y fue solo ella, ella y nada más el sonido de los dos juntos el talento con sus manos y su boca lo bien que se sentía tocarla.

No me sentí incapaz ni mucho menos me lo hizo sentir fue tan mutuamente perfecto que no hay otra palabra para decirlo solo yo y ella mi nombre y el suyo.

Nada más ni nada manos simplemente maravilloso y perfecto.

COSAS INSIGNIFICANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora