Día VI: Grito.

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⚡ Viktor Krum - Ron Weasley ⚡

Ese día fue tan rutinario como los anteriores. Un día típico de caza junto a los de su manada, quienes decidieron que era buena idea adentrarse un poco más en los territorios que era su hogar. Viktor solo los siguió, disfrutando del paisaje. Hasta que noto algo fuera de lugar, un olor distinto, un olor de lobo.

En su memoria tenía grabado el olor de cada miembro de su manada, al punto en que su nariz podía detectar a cualquiera en un radio de cuatro millas. No era familiar, así que se quedó quieto, alertando a su manada con un movimiento de cabeza. Todos le siguieron.

Lejos de donde estaba, casi a los límites de su territorio, Viktor pude ver dos cuerpos a las orillas de rio. Era un lugar extraño, la única manera de adentrarse ahí, era cruzando todo el camino que él y su manada habían recorrido, lo que sería imposible sin ser detectados antes y el otro, era caer desde el acantilado que amurallaba toda la línea norte. Era extraño, pero con un poco de suerte y cayendo en la zona más profunda del río, se podría sobrevivir.

Todos estaban alerta a sus órdenes, no era el alfa jefe pero si el comandante cuando salían de caza. Se agazapó sobre los arbustos y olio. El aire entró por sus fosas nasales, erizando cada vello de su piel.

Omega.

SU omega.

Y olor a carne quemada, sangre y miedo. Su omega estaba herido y asustado.

Se acercaron cautelosamente, sobre una muy improvisada cama de hojas se encontraba un hombre o lo que quedaba de él. Toda su piel estaba chamuscada, la zona del rostro parecía estar mucho peor que el resto de su cuerpo, totalmente irreconocible. Por supuesto que el omega los noto, sin poder verlo, cambio tan rápido como nunca lo había visto en otro de su especie, un lobo del tamaño de un beta les gruño. Aun con su pelaje caoba, era obvio que tenía una de sus patas delanteras lastimadas, podía ver y oler la sangre proveniente de esa zona. Pero eso no lo detuvo de proteger a quien sea que estaba recostado en el suelo.

-¿Lobos rojos en el oeste? Creía que provenían del norte. -Murmuró Oliver, Viktor le dio la razón con un movimiento de cabeza. Nadie estaba preocupado por el lobo que no dejaba de gruñirles. Eran muchos y uno solo de ellos podía acabarlo, eran lobos negros después de todo.

-Acérquense con cuidado. -Ordeno, siendo el primero en acercarse al lobo. -No estamos aquí para dañarte ¿si? Solo queremos ayudarte y saber quienes son, yo soy...

Viktor tuvo que retroceder cuando el lobo se lanzó en su dirección, directo a morderlo. Lo escribo fácilmente, pero eso podría haber salido muy mal. Lastimado y todo, seguía siendo rápido y feroz, no había nada más peligroso que un omega protegiendo lo que consideraba valioso. Un omega asustado y herido era mil veces peor.

Su manada se alertó, pero los detuvo. No había que preocuparse, confío de más en el hecho de que era un omega y era su error. Lentamente metió su mano dentro de su ropa, buscando su insignia. Todas los lobos, sin importar su raza, debían poseer una insignia que demostrara quien era y a que manada pertenecía. El lobo observó cada uno de sus movimientos, hasta que prestó atención en el medallón que sostenía en sus manos. Tardó unos minutos para dejar de gruñirles pero retrocedió aún más cerca del hombre quemado, sin dejar de estar alerta.

-Soy Viktor, de la manada del oeste y este es nuestro territorio. -Explico. -Estás herido y podemos ayudarte si nos dejas, a ti y a la persona que te acompaña.

Por un momento creyó que tendría que tomarse más tiempo antes de que el lobo volviera a su forma humana, pero ni bien mencionó al chico sobre el suelo, este volvió en sí. Sin importarle estar como los dioses lo trajeron al mundo, se acercó a él, con los ojos llorosos y unas ojeras que dejaban ver que había pasado un par de noches en vela. -Por favor, ayuda a mi hermano. -Dijo con voz ronca y a nada de quebrarse.

Popurri - Fictober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora