Día XXVIII: Pergamino.

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⚡ Tom Ryddle - Neville Longbottom ⚡


-Solo tienes que firmar al final del pergamino y el chico será todo tuyo.

Neville sintió que la vida se le iba cuando escuchó aquella frase. Estaba siendo vendido y sabía que no había nadie quien lo ayudara en esa situación. Porque nadie pondría en peligro su vida para salvar a un omega, sobre todo cuando hacerlo significaba estar enfrentándose al heredero del Duque Ryddle.

Su vida no siempre había sido tan miserable como lo era ahora. Sus padres le habían amado y cuidado hasta que un accidente los alejó de su lado, su abuela tomó el lugar de protectora y sus días ya no fueron tan brillantes como antes, pero sabía que de alguna forma su abuela lo amaba.

Ella había muerto unas semanas atrás y Neville se había quedado sin familia y sin ningún protector que velará por su seguridad.

Un lobo solitario era débil, un omega sin una manada significaba una muerte segura. Neville le temía a la muerte, así que el mismo se encargó de salir de la casita del bosque que era su vida y se encaminó en la búsqueda de una manada a la cual pertenecer.

Todo lo que podría salir mal, salió mal. Fue capturado por traficantes, siendo tratado como un objeto más, una mercadería que tenía colgada en el cuello una etiqueta con un precio, dispuesto a cualquiera que pudiera pagarlo.

Tres semanas después de abandonar su hogar en los bosques del norte, Neville fue comprado por un alfa noble, lo que significaba una vida de lujos. Aun así, se ganó la mirada de pena y lastima de los otros omegas que se encontraban en la misma situación que él y que aun así, sabían que contaban con mayor suerte que él.

Aun recluido en el medio de la nada, Naville había escuchado los rumores del terrible alfa Tom Ryddle Sr. Hijo del Duque Thomas Ryddle y de la Duquesa Mary Ryddle, todos igual de despiadados con aquellos que consideraban inferiores. Al final de su lista, se encontraban los omegas.

Terribles historias se escuchaban sobre ellos, tan aterradoras que Neville, con su miedo a morir, vio a la muerte como una amiga.

No había dónde huir, el collar alrededor de su cuello y las cadenas que apretaban sus muñecas y tobillos marcaban su destino. Ya se encontraba en el carruaje adornado en oro y telas finas, aunque nada comparado con el carruaje donde viajaba su amo. Este no compartía espacio con omegas, así que Neville tenía su propio transporte, dejándose hundirse en su propia miseria y mala suerte.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos con los gritos de los guardias, el relinchar de los caballos y el jinete de su carruaje dejando escapar un horrible alarido de su garganta. La cabina donde viajaba se movía bruscamente, haciéndolo chocar contra las paredes que no estaban tan acolchadas como se veían.

Afuera parecía estar dándose lugar una batalla y en lo único que podía pensar ahora era en quien o quienes se sintieron con la audacia de enfrentarse al tipo con mayor poder e influencia en el territorio del este.

Otro movimiento brusco de los caballos logró voltear la cabina y, con la manos atadas en grilletes de hierro, Neville no pudo evitar darse de bruces contra el carruaje. Un golpe en la cabeza le aturdió, dejándolo atontado y cayendo sobre el suelo alfombrado.

Los caballos dejaron de moverse y, por consiguiente, el carruaje también.

Mareado, pudo escuchar voces y pasos, antes de ver como alguien abría la puerta, asomándose. Lo único que pudo observar fue a un hombre extremadamente parecido a su amo, pero mucho más joven. Neville estaba seguro de que le estaba hablando, pero no pudo escucharle, perdiendo la conciencia.

Lo siguiente que supo cuando despertó y pudo comunicarse con alguien, que era una sirvienta, fue que:

El Duque y la Duquesa habían sido asesinados, al igual que Tom Ryddle.

El responsable no era otro que el hijo bastardo del heredero, con el mismo nombre que su padre

Seguía siendo propiedad de los Ryddle.


El nuevo Duque había decidido quedarse con Neville, alegando que toda la propiedad de su padre y su familia, ahora era suya, incluido el omega.

Su suerte no parecía mejorar, tres días después del incidente, fue llamado en presencia de su amo. Neville estaba aterrado, había sido bañado, perfumado y arreglado para el alfa, así que lo que estaba temiendo hasta el momento iba a ocurrir.

Dos betas lo escoltaron hasta una enorme puerta de roble, una voz fuerte y grave le ordenó entrar. La habitación no era el dormitorio de su amo, sino una oficina y en el medio de esta se encontraba un enorme escritorio de madera, con un hombre realmente guapo detrás de él.

Los betas se marcharon cerrando la puerta y la habitación se sumió en un silencio asfixiante. Un ruidito parecido a una risa se escuchó claramente en esa situación, Neville miró confundido al hombre que era su nuevo amo pero este solo prestaba atención a los pergaminos frente a él. Entonces recorrió con su mirada el cuarto, hasta que se chocó con una personita que lo miraba atentamente.

Un lindo niño de ojos chocolate le miraba atento, riendo y estirando sus manitos hacia él.

-A partir de ahora tu trabajo será criarlo. -Dijo el actual Duque. -Es mi heredero.

Neville miró del Duque al niño, preguntando como carajo había llegado a esa situación tan extraña. 

Popurri - Fictober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora