Día XXIV: Susurro.

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⚡ Kreacher ⚡


Kreacher escuchó un pequeño llanto, apareciendo rápidamente en la habitación del amo Regulus. La señora y el señor Black eran los magos más puros, por lo que era un orgullo servirles, pero el elfo sabía reconocer los errores en sus amos, aun si no los decía en voz alta. Ellos no sabían criar a sus hijos.

Entró a la habitación, silencionándola. Sus amos podrían despertar y castigar al niño, quien apenas era solo un bebe. Kreacher cambió su pañal y le dio el biberón, notando como poco a poco el niñito se calmaba.

El amor Regulus lo miraba con sus ojitos brillosos por sus anterior llanto, estirando una de sus manitos y tomando la mano del elfo, sonriéndole muy contento, provocando que la leche se derramara por su boca.

El elfo sonrió, mientras lo limpiaba con cuidado.

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-¡Solo digo que no hagas las cosas más difíciles! -Grito Regulus. -¡Si tan solo te comportaras, madre y padre no te castigarían de esa forma!

-¡No entiendes nada! ¡Aléjate de mí! -Gritó el amo Sirius, empujando a su hermano y provocando que este cayera por las escaleras. Había sido un accidente, pero Kreacher fue testigo de cómo el Gryffindor corría hasta su cuarto, dejando al amo Regulus tendido en el primer piso, inconsciente.

Rápidamente lo trató, corroborando que aún respiraba y fue entonces que pudo recuperar el aliento. Lo apareció en su habitación, curando las heridas que su hermano le había provocado ¿No que los Gryffindor alardeaban de su valentía? Con sus once años, Sirius no era más que un cobarde. Se aseguraria de contarle todo a su señora.

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Kreacher se emocionó cuando su ama comentó alegre que el amo Regulus había sido seleccionado en la casa de Slytherin. Sabía cuánto miedo había tenido su amito en terminar en otra casa que no fuera la de las serpientes, aterrado de los castigos que sus padres le proporcionaban al amo Sirius sin piedad. Kreacher le había asegurado entre susurros que todo estaría bien y que nada malo le pasaría.

Poco después, Kreacher recibió una carta por parte del amo Regulus, que guardó con cariño entre sus pocas pertenencias, como un tesoro.

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-Creo que algo nos está ocultando, así que necesito saber que es. -Susurro el amo Regulus, ahora ya no quedaba nada del pequeño niñito temeroso de once años, ahora era todo un señorito, con el mismo porte elegante e intimidante que el Señor Black. Su amo le estaba pidiendo ayuda y Kreacher estaba más que dispuesto a cumplir sus órdenes. -Pero por favor, si es muy peligroso, tienes que volver, es una orden Kreacher.

Nunca esperé recibir semejante gesto de amabilidad por parte de alguno de sus amos. Aun con sus intereses, el amo Regulus no lo pondría en evidente peligro, lo que llenó de calidez al elfo. Asintió, seguro de hacer un buen trabajo para su amo.

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Cuando Kreacher logró escapar de las terribles manos de Voldemort, se aseguró de volver enseguida junto a su amo, con las pocas fuerzas que aún le quedaban. Apareció en su cuarto, y el amo Regulus grito colérico que era lo que había sucedido, tomándolo entre sus brazos con cuidado.

A diferencia de cuando su amito era solo un niño y debía consolarlo, fue el turno de Kreacher de recibir ese gesto de su parte. Se sentía el elfo más afortunado del mundo, había logrado cumplir con la orden del amo Regulus: volver a su lado si su vida peligraba.

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-Tenemos que eliminarlo, prométeme que lo harás, aun si no salgo con vida de este lugar. -Susurro el amo Regulus, antes de adentrarse a la cueva. -Esta es mi última orden como tu amo Kreacher.

Ese día Kreacher perdió lo que más amaba en el mundo.

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Kreacher recorrió la casa de los Black por última vez. Harry Potter lo estaba echando de SU hogar, enviándolo a Hogwarts para servir como un elfo de cocina.

Caminó cabizbajo hasta la puerta del cuarto de su amo Regulus, la abrió lentamente, viendo que ahí ya no quedaba nada de su antiguo Amo. Potter había eliminado todos sus valiosos recuerdos, según él, para hacer de esa casa más hogareña y habitable.

Kreacher se permitió llorar en silencio, recordando todas las noches en que había consolado a su amito cuando peleaba con su hermano o cuando éste era castigado por sus padres. Le había abrazado cuando fue rechazado por su amor de escuela, un tal Severus Snape. En ese cuarto Kreacher conservaba sus más importantes recuerdos, sobre todo aquel bebe que le miraba tan feliz durante las noches cuando nadie más estaba para él, alimentándole y consolándolo.

-Eres el mejor elfo del mundo Kreacher -había susurrado su amito de tan solo cinco años, curando las manos heridas del elfo, que había sido castigado por su madre por alguna razón que no entendía del todo. -Cuando viva en mi propia casa ¿vendrías conmigo? Prometo tratarte bien ¿si?

-Lo seguiré a donde sea que me lo ordene, amo Regulus. -Dijo el elfo, viendo el desastre que era el intento de vendaje de aquel niño.

Regulus sonrió de oreja a oreja, de las pocas sonrisas que se atrevía a mostrar en la privacidad de su habitación y solo delante de Kreacher.

-¡Es una promesa!

Kreacher cerró la puerta del cuarto, esa promesa nunca podría cumplirse.

Popurri - Fictober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora