Antes | Maestro

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Tenía más de dos semanas sin ver a Joanne

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Tenía más de dos semanas sin ver a Joanne. Y no era porque no hubiera ido al pueblo, sino porque ella no salía de su casa y no me permitía entrar. Subestimé su interés en conocer la cueva. Jamás se había enojado conmigo al punto de no querer verme y me asustó que no me perdonara. Ni siquiera la vi en el día que supuestamente era mi cumpleaños. ¿Ella también me abandonaría? ¿Qué sería de mí sin ella? Mi vida volvería a ser gris y no tendría las mismas ganas de levantarme cada mañana.

Y ya estaba sintiendo los efectos. No quería salir de mi carpa, pese a que Anthony se había ido hacía rato y un par de días atrás Darien nos informó sobre unos visitantes importantes que llegarían y que debíamos portarnos a la altura. No podía faltar comida, ni haber desorden, o peleas. Era un acontecimiento peculiar porque no éramos de recibir visitas y mucho menos de extranjeros. Por más que le insistí a mi compañero de habitación para que me diera más detalles, no reveló nada.

Así que, ¿en verdad era necesario que el humano de los lobos hiciera acto de presencia? ¿Qué iba a poder aportar yo? Con ese argumento firme en mi mente, me mantuve tendido en un esfuerzo en vano de parar de pensar en Joanne y dormir.

—Vamos, Alan. Sal.

No abrí los ojos ante la voz de Anthony. Era más sencillo fingir estar dormido para que me dejara en paz.

—Lo siento, pero no hoy.

Haló de mi brazo para sacarme de mi delgado colchón. Ahí sí solté un gruñido y separé los párpados para zafarme de su agarre, lo cual permitió. Me quité el cabello del rostro y lo miré con enojo.

—Basta con eso. Mira así a tu sabes quien, no a mí. —Revisó mi pila de ropa y extrajo la última camiseta y bermuda que me obsequió. Lo puso junto a mí—. Ponte eso y sal. Los invitados llegaron y te quieren ver.

—¿A mí? —cuestioné con incredulidad—. ¿Por qué iban a querer verme a mí?

Anthony encogió los hombros.

—Quizá te conozcan. Algo le escuché decir a Darien sobre que son de donde tú eres.

Dejando esa frase significativa en el aire, se retiró para darme privacidad. Siendo minimizado mi problema con Joanne por esa nueva información, me vestí para comprobar si era cierto.

Ya afuera de la carpa, Anthony me guió hacia el fondo de la cueva, donde había una elevación en el suelo y Darien solía dar sus charlas. Alrededor de ese escenario natural estaba reunida la manada, atentos a los cuatro individuos que hablaban desde esa altura ligeramente superior. Era Darien junto a un sujeto que desentonaba con su traje de tirantes y otro de cabello negro y largo que encajaba más. Atrás de ellos y guardando cierta distancia, el par de desconocidos restantes tenían aspecto más joven y vestimenta acorde con el calor asfixiante de la selva.

Mis piernas se detuvieron cuando reconocí a Arthur, el alfa de los Cephei. Durante mi corta estadía con ellos, cuando era un niño, no llegué a interactuar demasiado con él. Pero, en las escasas oportunidades, jamás me vio con desdén, sino que me dio sonrisas amables. Además, Vanessa siempre hablaba cosas buenas del abuelo de su novio.

La Traidora | Trilogía Inmortal II [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora