Capítulo 14 | Sed

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Me desperté con la garganta carrasposa. Me molestaba respirar, pero seguir haciéndolo era una dicha. Mis ojos por lo menos ya no ardían. Pude detallar claramente que me hallaba en una habitación sin ventanas, encadenada a un tubo de la pared. Y no estaba sola. En la otra esquina yacía Félix, todavía inconsciente.

Un goteo recurrente captó mi atención. En el rincón opuesto, junto a la única puerta, había una copa de cristal. Estaba puesta bajo una llave de agua corriente, solo que el líquido expulsado era escarlata. Tan pronto como identifiqué su olor, me mordí los labios. Lo que goteaba dentro de la copa era sangre. Y, no solo eso, sentí unas incontrolables ganas de ir hacia ella.

Por eso, o también por las ganas de escapar, tiré de las cadenas. Pero claro, no funcionó. El tubo debía estar bien incrustado en la estructura y lo único que conseguí fue lastimarme más al hacer presión con la plata. No me quedó duda de que eran los cazadores quienes me habían secuestrado. Al parecer las negociaciones con Drake no habían salido bien.

Noté cómo Félix volvía en sí. Sacudiéndose un poco al principio, y luego tornándose algo desesperado. Hizo sus muñecas sangrar y ni siquiera con su semitransformación pudo lograr algo.

—Si sigues así, te quedarás sin manos —dije.

—Eso sería buena idea —replicó.

Me quedé un largo rato haciendo lo posible por distraerme con su lucha. Sin embargo, la gota de sangre nunca dejó de ser la música de fondo de la escena. Estaba ahí, llamándome a beber. No sé por qué, mas la sensación me hizo recordar los tiempos en los que estuve recluida para hacer desaparecer el vínculo de conversión.

—¿Sabes algo de todo esto? —pregunté cuando por fin se dio por vencido.

Se sentó con la espalda apoyada de la pared. Las heridas habían crecido y su sangre maldita escurría.

—Akna y sus subalternos son los responsables. Se enteraron del regreso de Drake contigo y seguro quieren usarte para manipularlo. —Hizo una pausa, en la que por primera vez le prestó atención a la copa. Escupió en su dirección, a pesar de, como yo, también anhelarla—. Son unos estúpidos. Drake no caerá ante eso. Simplemente vendrá y los matará a todos.

Me causó un poco de gracia la imagen que tenía de Drake, como la de un ser supremo asesino. Aunque, con sus últimos cambios, podía ser fácil percibirlo de esa forma. Además, le convenía que lo vieran así.

Por ese motivo me abstuve de decirle que Drake no podía llegar a matar a todos los cazadores, eso solamente traería demasiada atención.

—Pensamientos fuertes para un antiguo Ypres —comenté, buscando sacarle conversación para ignorar la sangre. La fiesta había causado estragos más profundos de los que creí.

Escupió de nuevo ante la mención de la manada en la que nació.

—Tanta paz enloquece a cualquiera.

Los Ypres era otra de las cuatro manadas más importantes de la región. Con su estilo de vida, retirado del mundo moderno y apegado a la naturaleza y la espiritualidad, era poco común que un Maldito de Aithan floreciera de su cultivo.

Estuve por hacer otro intento para usarlo como distracción, cuando una molestia surgió en mis nudillos. En ambas manos aparecieron unas marcas rojizas, que luego sangraron esparciendo dolor. Solo había un significado para eso.

—Ya Drake sabe que fui secuestrada —comenté digiriendo el dolor. No pude evitar sentir una pizca de alivio. Aunque dudaba que fuera matándolos a todos, confiaba que pronto el castaño me sacaría de allí.

La Traidora | Trilogía Inmortal II [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora