Íbamos de regreso al apartamento cuando, de repente, Drake se detuvo. Había avanzado varios pasos antes de darme cuenta y, al percatarme, volví a su lado. En vez de preguntar qué ocurría, seguí la dirección de su mirada. A una cuadra, en la otra acera, dos hombres fornidos aguardaban en la entrada del edificio de apartamentos mientras un grupo armado ingresaba. Si deseaban pasar desapercibidos, había fallado por completo.
—Son Arcturus —musitó Drake sujetando mi mano para obligarme a retroceder.
La idea fue escapar sin llamar la atención. Había escasas personas en la calle y estábamos al descubierto. Una brisa sopló desplazándose opuesta a nuestra ubicación, siendo suficiente para que el vigilante más cercano se enfocara en nosotros y nos señalara pegando un grito.
Drake me haló con más fuerza y comenzamos a correr.
Doblamos en la esquina, adentrándonos en un callejón. Sin detenernos, cambiamos de forma. La morfología de nuestros cuerpos se modificó. Los huesos se alargaron, el pelaje creció, los dientes se afilaron. Aumentamos la velocidad.
Al ojear atrás, me percaté de que los perseguidores también decidieron transformarse. Poseían la franja negra en la cola que caracterizaban a los miembros de la manada Arcturus. Manuel y, su hijo, Samuel Harcos estuvieron presentes en el evento que acabó con la vida de muchos. Eran lógico que nos buscaran para vengarse en nombre de sus muertos. Quizás y hasta ambos habían sido víctimas de los planes de Drake.
Llegamos a las escaleras del subterráneo y descendimos por ellas. Estábamos siguiendo la ruta de escape. Obviamente, la gente enloqueció al vernos pasar. Ver lobos con más del doble del tamaño normal no era precisamente lo que se esperaba camino al trabajo. Lo bueno fue que no estorbaron, ya que se apartaban despavoridos.
Brincamos sobre los tubos metálicos de la máquina que revisaba los boletos. Una señora gritó y cayó al suelo de la impresión. Drake ojeó fugazmente la pantalla de las salidas y entradas de los trenes antes de dar un giro brusco a la derecha.
Bajamos a la plataforma mediante unas escaleras mecánicas. Resonó la bocina del tren que llegaba a la estación, sofocando la voz del parlante que le pedía a los usuarios despejar el área. Su silueta borrosa se aclaró al disminuir la velocidad hasta detenerse. Las compuertas se abrieron. Los pasajeros se empujaban en el interior para estar lo más alejado de nosotros. El flujo de los trenes robotizados no podía detenerse sin planificación, porque conllevaría a peligros y pérdida de dinero.
Seguí a Drake al vagón de sillas azules. Las personas se apresuraron a cambiarse al próximo y a huir muertas de miedo del sitio.
Las puertas empezaron a cerrarse. Ya nuestros perseguidores bajaban por las escaleras. Estuvieron a punto de entrar al tren, mas por unos milisegundos no lo lograron.
Mi acompañante se relajó. Abrió el hocico para mostrarles lo más parecido a una sonrisa burlona. Después, sacudió su pelaje negro con destellos blancos y se sentó, a la vez que el tren iniciaba su movimiento.
ESTÁS LEYENDO
La Traidora | Trilogía Inmortal II [COMPLETA]
WerewolfCuando Vanessa aceptó irse con él no fue para permanecer a su lado. Estuvo lista para dejarlo ir, pero él supo mover los hilos, manipulándola de la única forma en la que se le ocurrió: con su amor de madre. Drake sabe que lo odia. Lo sabe y la empuj...