Capítulo 23 | Redención

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          La salida del hotel sucedió de prisa

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          La salida del hotel sucedió de prisa. No puse resistencia y no nos cruzamos con Paula ni Jair. No temí que les hubiera pasado algo, porque Bryan hubiese hecho un comentario para herirme. Además, estuvo muy silencioso en el viaje de carretera. Se limitó a conducir mientras uno del par de Descendientes de Imm que nos escoltaban encargaba de cambiar la estación de radio cada cierto tiempo.

Una vez en el pueblo, Bryan me jaloneó todo el trayecto desde la calle principal hasta la cabaña. Nuestros acompañantes se veían incómodos por el trato que recibía, e incluso algunos habitantes se detuvieron a observarnos. Supuse que les preocupaba la reacción que pudiera tener Drake, ya que, sin importar lo que ocurrió, sabían lo que significaba para él. Su reacción me tranquilizó un poco. Por lo menos no había indicios todavía de que deseara mi muerte.

El medio hermano de Alan me empujó al interior de la casa que Drake había hecho para nosotros. Me dejó allí y se quedó afuera, cerrando la puerta con llave. Contuve las ganas de maldecir.

Los muebles de la vivienda continuaban intactos, excepto por el cuadro de los lobos que caminaban con las colas entrelazadas. Sin embargo, no se percibía la misma aura de calidez, sino un ambiente más espeso y sofocante. No pude deducir si eran solamente mis ganas de no estar allí, o si en verdad los malos pasos de Drake le habían transmitido energías negativas a la construcción.

—Pero qué ven mis ojos. Ha vuelto la princesita a su castillo.

Unos ojos escarlatas brillaron a través de las sombras de la cocina al final de la habitación. La figura de Thomas se hizo más visible y noté que me equivoqué al creer estar sola.

—¿Y Drake? —pregunté, ya que Bryan no quiso responderme las repetidas veces que intenté.

—No lo sé. Tal vez venga en un rato, en unas horas, o en unos días. —Encogió los hombros—. Mientras más tarde, mejor.

No me agradó por dónde se dirigían sus palabras. En mi mente solo pensé en Drake estando presente al volver, no en tener que encarar a sus aliados que me odiaban.

—¿Y Kevin?

—Tu amiguito está bien. Debe estar visitando a una de las estudiantes del profesor. Son divinas.

Sonreí y fui hacia el sofá. Sabía que solo buscaba molestarme. No se arriesgaría a perder otro dedo, y me enfoqué en eso para mantener la calma. Ya no podía arrepentirme y Bryan no sería gentil dejándome salir de ahí.

—Esa ropa te queda grande, ¿no?

Por el rabillo del ojo lo vi desplazarse con sigilo, como si fuera el depredador a punto de atacar a su presa. Ocupó el otro asiento.

—¿Qué? ¿Le dijiste tanto a los Cephei que tu lengua está cansada de hablar? O, ¿es por tanto besar al rubiecito?

—Quieras que fueras tú, ¿no? Drake. Alan. Cualquiera de los dos. Para recordar a tu amor muerto —solté.

La Traidora | Trilogía Inmortal II [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora