Capítulo 7 | Monstruo

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Vi las hojas del enorme olmo caer en la piscina

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Vi las hojas del enorme olmo caer en la piscina. Flotaron en la superficie navegando guiadas por el escaso viento. Me recordaron a Alan y, por ende, a mi hijo; cosa que sucedía con frecuencia ya.

Me doblé sobre mis piernas cruzadas en el borde de la piscina e intenté tocar una de las hojas. La hoja de hundió, así como yo me ahogaba poco a poco en la desesperación.

Quería irme de ahí.

Había transcurrido dos días desde mi charla con Julie. Dos días desde que llegué a la conclusión que Drake era un verdadero monstruo. Ni una pizca del hombre que amé continuaba dentro de sí. Lo peor fue que al no haberlo visto, tuve que acumular en mi interior la ira y el reclamo.

Pensar que todo ese tiempo, durante cada ocasión que reiteraba que me reencontraría con mi hijo, siempre supo cómo acabaría. Fue cruel que me hiciera acompañarlo para hallarlo, donde luego mi apego nacería y él me lo quitaría de nuevo, sacrificándolo en sus planes egoístas.

¿Qué le hice para que me torturara así? Si llegaba a matarlo, yo no podría seguir viviendo.

Intenté escapar una vez. Y, aunque no pudiera verlos, la propiedad estaba llena de guardias. Pude con los pobres humanos, pero en el bosque un par de vampiros me interceptaron y trajeron de vuelta. La que pagó las consecuencias fue Julie, una marca rojiza en su brazo hecha por varios correazos. Ella era quien estaba a cargo de mí, así que ella era quien sufría los castigos de mis acciones.

Después de eso, no me atreví ni a abandonar mi habitación, hasta esa tarde. Drake me conocía, sabía que no lo retaría si alguien inocente resultaba herido. La dulce chica, que me hacía compañía y traía comida, me agradaba.

—El profesor quiere verte antes de que Drake venga por ti.

Me levanté y sacudí mis vaqueros.

Zigor vestía una camisa manga larga de un rojo profundo. Su par de ojos amarillos eran como dos faros que veían a través de mí. Era más bajo que yo, pero su falta de estatura se recompensaba por su aura terrorífica. A magia oscura. A muerte, más bien.

Él era el culpable de tentar a Drake. Estaba segura que sin el brujo, los planes del castaño se derrumbarían. Por él, y el ritual que iba en contra de la misma naturaleza, lo que más quería se encontraba en peligro. Mató a decenas, incluyendo niños, ¿por qué habría de importarle uno más?

—No necesito leer tu mente para saber que me quieres muerto —dijo con una sonrisa espeluznante—. Qué bueno que eso es algo en lo que Drake no puede complacerte.

—No necesito de Drake para ocuparme de mis asuntos —repliqué.

—Pero él sí necesita de mí para seguir con vida y por lo tanto tú también, loba tonta.

Apreté los labios para abstenerme de contestar. No tenía sentido continuar con aquella plática. Lo ideal fue retrasar mi venganza hasta cerciorarme qué tanta verdad hubo en sus palabras.

La Traidora | Trilogía Inmortal II [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora