Vanessa
Abrí los ojos, siendo el único movimiento efectuado por mi cuerpo. Permanecí quieta bajo el pesado edredón, en la cama de una habitación cerrada con llave, viendo los minutos pasar en el reloj sobre la mesita de noche.
Podía escuchar las pisadas y los susurros difíciles de descifrar por el apartamento alquilado por Drake hace unos días. Vampiros y Malditos de Aithan unidos a él esperaban su regreso, mientras cumplían la orden de vigilarme sin necesidad de verme. Nadie estaba autorizado a ingresar a la recamara sin que él estuviese presente; a menos, claro, que yo intentara escapar. Sin embargo, eso no sucedería hasta que tuviera a mi hijo entre mis brazos.
Tres semanas habían transcurrido desde la casi boda. Un poco más de veintiún días llevaba jugando el papel de sumisa paciente que no se quejaba ni contradecía las órdenes de Drake. En ese lapso sin todavía saber qué ocurrió con Alan y los demás. Me desenvolvía en automático, aguantando el asco de por fin saber hasta qué punto fue capaz de llegar para lograr sus planes.
El secuestro fue mentira. Jamás estuvo en peligro en manos del Clan del Norte. Todo fue una artimaña para obligarme a parar de huir, para volverse a acercar y enredarme. Los vampiros eran sus aliados. Thomas lo era.
El aparato marcó las cuatro y me levanté para ir al baño. Me duché sin tener realmente ganas de hacerlo, sin pretender arreglarme para recibirlo oliendo bien. Mi objetivo fue mantener una imagen íntegra, aun cuando seguía preguntándome si tomé la decisión correcta.
Íbamos de ciudad en ciudad, viendo por encima del hombro porque éramos unos fugitivos. Días en autos en movimiento, lugares de amigos o en moteles. Reuniones con extraños, salidas misteriosas y evasión a mis interrogantes era la agenda de Drake. Conocía su meta, mas no cómo pretendía alcanzarla y estar en la ignorancia, con la vida tendiendo de un hilo, no me gustaba. Los cazadores y hechiceros nos querían; incluso los de nuestra raza codiciaban nuestras cabezas.
Era obvio que sus planes de rebelión le restaba interés a la búsqueda de nuestro hijo, incluso cuando supuestamente sí sabía su ubicación. No hacía más que darle vueltas al asunto, prometiendo que cada vez estábamos más cerca él. Ya estaba harta de esperar.
Giré la llave al oír la puerta abrirse y cerrarse. El castaño regresó temprano. Envolví una toalla alrededor de mi cuerpo, ya que había dejado la ropa sobre la cama.
Olí las rosas secas antes de posar la mirada en la sanguijuela parada en el medio de la alcoba. Thomas me devolvió la atención, observándome de arriba abajo con descaro.
—Se supone que no puedes entrar aquí.
—Creí que la princesa en su torre necesitaría algo de compañía —replicó—. Incluso cuando es una perra a la que le encanta ir rompiéndole el cuello a los imbéciles.
—¿A los imbéciles como tú? —cuestioné, haciendo memoria de nuestro último encuentro a solas. Permanecí en el umbral del baño, consciente del cuchillo y plato con cáscaras de frutas que dejé la noche anterior junto al lavamanos.
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La Traidora | Trilogía Inmortal II [COMPLETA]
Hombres LoboCuando Vanessa aceptó irse con él no fue para permanecer a su lado. Estuvo lista para dejarlo ir, pero él supo mover los hilos, manipulándola de la única forma en la que se le ocurrió: con su amor de madre. Drake sabe que lo odia. Lo sabe y la empuj...