Capítulo 21. Maldad

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Allison

Aunque sabía que esto estaba mal, mi cuerpo decía todo lo contrario. Alexander empujo dentro de mí y un escalofrió me recorrió todo el cuerpo. Me hizo girar sobre mis talones y tomándome por las caderas me levanto, mientras yo enredaba mis piernas en su cintura. Camino hacia el comedor y me deposito sobre la mesa sin dejar de besarme, luego volvió a llenarme provocando que todo mi cuerpo se estremeciera.

—¿Entiendes que eres mía?—. Murmuro sobre mis labios, mientras sus dedos jugaban sobre mi sexo y su miembro entraba y salía de mí volviéndome loca.

Si—resoñe con voz inestable—Soy tuya—afirme y sentí en aquel momento que iba a explotar.

Sus dedos se movieron con más rapidez sobre mi sexo, al igual que el movimiento de sus caderas y él me cubrió la boca con sus labios para ahogar mis gritos. Y entendí que estaba pérdida, que Alexander simplemente no me dejaría y muy dentro de mí tampoco quería que lo hiciera, sin embargo sabía que al final sería un desastre. Que terminaría con el corazón partido a la mitad, así que simplemente debía disfrutarlo mientras durara.

Alexander exploto dentro de mí y me encanto ver la satisfacción en su rostro, saber que era yo quién en este momento lo hacía enloquecer de placer, me gustaba y también saber que en cualquier momento esto se acabaría, que él se cansaría me aterraba.

—¿Quieres que me quede contigo esta noche?—. Pregunto mientras dejaba un beso sobre mis labios y me abandonaba despacio.

—Mi madre puede venir en cualquier momento, si te ve aquí...—me callo dándome otro beso y lo observe inhalar mi olor.

—Lo entiendo—. Dijo con tranquilidad y sus ojos me estudiaron con atención— No es el momento—continuo y yo asentí en afirmación.

Me ayudo a bajar de la mesa y yo recogí mis pantalones del suelo, mientras él se acomodaba los suyos, pero no se los abrocho. Era tan extraño, no sabía cómo actuar después del sexo y eso me perturbaba. Me sentía frustrada y sabía que Alexander podía darse cuenta de aquello, aunque no comento nada al respecto.

—Me iré al hotel, pero si me necesitas no dudes en llamarme—dejo un beso sobre mis labios—Sin embargo antes de marcharme necesito pasar al baño—lo observe quitarse el preservativo y apartando la mirada asentí en afirmación.

Conocía el camino hacia el baño que se encontraba en el pasillo. Mi madre lo había invitado a una comida para agradecerle por  haberme ayudado con la firma. Por aquel tiempo nunca me imaginé que hoy estaría pasando esto entre nosotros, ni siquiera me paso por la cabeza que Alexander podría fijarse en mí. Todavía podía recordar todas las palabras despectivas que utilizo para referirse a mí en algunas ocasiones.
 
—No dudes en llamar—. Dijo en cuanto estuvo frente a mí de nuevo y camino hacia la puerta, entonces recordé que mis cosas seguían en el auto.

—Mi maleta—. Dije de repente—sigue en el carro—.Alexander salió, volvió con mi maleta y antes de marcharse en definitiva volvió a besarme. Como podía estar enojada o molesta con él, aunque muy en el fondo sabía que solo jugaba con mi mente.

Se perdió detrás de la puerta y sentí una sensación rara en el estómago, pero esta vez entendí la razón. Estaba enamorada de él y esto era lo que sentías cuando alguien te gustaba de verdad, cuando esa persona se te impregnaba en la piel y te hacia perder la estabilidad con su sola presencia, cuando esa persona se marchaba sentías esas sensación de vacío de manera automática. Y sentí mucho miedo por tener ese sentimiento.

Lleve mis pasos a mi vieja habitación para ir a ducharme y me envolvió una sensación de paz cuando estuve dentro de esta. Todo estaba tal cual lo había dejado, parecía como si nunca me hubiera ido y eso me lleno de mucha nostalgia. Escuche el timbre en aquel momento, cosa que me saco de mis pensamientos y me sentí extrañada, porque a mi entender  todas las personas que visitaban está casa se encontraban en el hospital y Alexander acababa de marcharse, así que era imposible que fuera él.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora