Capítulo 22. Prometto

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Alexander 

Mire el teléfono que había estado sonando en cuanto salí de la ducha. Me sorprendió ver las llamadas perdidas de Allison y el mensaje que me había dejado, entonces escuche aquel golpe en la puerta y no pude evitar la sonrisa que adorno mis labios, porque deduje que se trataba de ella. Me envolví la toalla en la cintura y me dispuse abrir la puerta. Fruncí el ceño en cuanto me percaté de que no era ella la mujer que estaba del otro lado.

— ¿Qué haces aquí?—. Le cuestione. Ella aparto sus ojos de mí; poso la mirada en el pasillo y cuando me percate de lo que se trataba me empujo dentro de la habitación para impedir que hiciera algún movimiento.

—No va hacerle daño—. Dijo con descaro—Solo quiere hablar con ella—camine hacia la puerta, sin embargo se interpuso en mi camino.

—Quítate o voy hacerte mucho daño—le amanece, pero esta ni se inmuto.

—Si haces cualquier movimiento en falso es probable que él no sea tan amable con ella como prometió—apreté las manos en puños y me contuve, porque a pesar de todo era una mujer.

— ¿Qué demonios quiere con ella? Y ¿porque lo conoces?—sabía que con mi mirada le decía todo, era mejor que hablara o podría lamentarlo.

—Una abogada debe conocer muy bien a sus clientes—. Expreso con sorna—Y contestando tu primera pregunta, solo quiere información sobre Patrovick—impacte mi puño en la pared y esta soltó un suspiro cansado.

—Ella no tiene nada que ver con esa gente, si quiere información debería atormentar a las personas que de verdad están involucradas con él—sabía que la mujer frente a mi tenía más información de la necesaria y también sabía que existía otra razón por la que Marco quería acercarse a Allison.

—No puede acercarse a la futura señora Lombardi, porque está protegida por ellos y son demasiado poderosos como para arriesgarse a pisar su terreno—comenzaba a sentirme frustrado— Aunque creo que mi cliente también tiene un interés oculto por la chica—había dicho aquello de forma maliciosa y comenzaba a colmar mi paciencia —De verdad no sé qué le ven a esa mojigata— Y que dijera aquello fue la gota que derramo el vaso.

Me aproxime hacia ella, la tome por el cuello y la pegue de forma brusca a la pared. Sol Marchena era una maldita perra y aunque tuve mis sospechas, no tenía pruebas, sin embargo ahora tenía más de lo que necesitaba para hundirla, para hacerla pagar por querer dañar a Allison.

—Cuidado con lo que dices sobre ella maldita perra—. Dije sobre su rostro con los dientes apretados y presionando con fuerza su cuello.

—Pensé que la monogamia no era lo tuyo Alexander Rizzo, pero ya veo que Allison te tiene comiendo de la palma de su mano—Y era verdad no iba a negarlo. Allison podía hacer conmigo lo que quisiera, porque estaba loco por ella.

— ¿A dónde demonios la llevo?—sus ojos me recorrieron con lujuria y sentí asco.

—Creo que se te cayo algo—no me había dado cuenta que la toalla había resbalado de mi cintura, pero yo no estaba demasiado molesto como para que eso me importara.

— ¡Contesta mi maldita pregunta!—. Inquirí con molestia—Y deja de querer jugar conmigo—sabía que solo buscaba ganar tiempo para que Marco pudiera lograr su objetivo.

La lance al suelo con poca sutileza y comencé a vestirme. Marque el número de uno de mis contactos más fieles en Nueva York, porque no iba a quedarme de brazos cruzados confiando en la palabra de una mujer como Sol. No podía permitir que Marco le pusiera un dedo encima y sabía que Allison se encontraría aterrada. Mi ángel era demasiado frágil y yo tenía que protegerla.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora