Capítulo 15. Peligro

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Allison 

Las puertas corredizas se abrieron nuevamente y Alexander me arrebato la esponja de las manos. Sabía que no me dejaría, lo había notado en su mirada, porque aunque era verdad que había visto indecisión en la misma también existía esa determinación que era propia de él. Empapo la esponja de jabón y volvió a pasarla por mi cuerpo. Estábamos bajo un silencio absoluto, uno que dejaba entender mucho más que las palabras mismas y sentí un calor abrazador cuando paso sus dedos sobre mi vagina.

Alexander—pero sus labios se posaron sobre los míos ahogando mis palabras.

—No entiendes, no es como que pueda alejarme de ti así nada más Allison—volvió a besarme, mientras el agua empapaba su camisa provocando que esta se pegara a su cuerpo—Te deseo tanto que siento que todo dentro de mi arde y no quiero que deje de hacerlo, quiero ser consumido por ese fuego—trate de razonar, pero aunque quería Alexander me impedía hacerlo.

La esponja resbalo de sus manos y me hizo girar sobre mis talones quedando ahora de espaldas hacia él. Acaricio mis nalgas y dejo una suave palmada sobre ellas. Sus dedos acariciaron mi sexo y me hizo arquear la espalda para tener un mejor acceso. Podía haberme resistido, podía haberlo alejado como siempre, pero no lo hice. Porque aunque muy dentro de mi sabía que esto estaba mal, me encantaba ser tocada por este demonio.

—Déjame enseñarte lo rico que se siente eso a lo que tanto le temes—me susurro y mordió el lóbulo de mi oreja, mientras hacía círculos sobre mi vagina —déjame mostrarte lo delicioso y placentero que es mi mundo.

Se apretó sobre mi trasero y contuve la respiración al sentir su firmeza, porque todavía no me acostumbraba aquella sensación que me calentaba todo el cuerpo. Su aliento acaricio mi cuello y sentí como colocaba su miembro entre mis piernas haciendo fricción entre ellas, mientras con sus dedos hacia círculos sobre mi clítoris mortificándome y no pude callar los gemidos que escapaban de mi garganta.

— ¿Quieres que te deje ir? —me cuestiono torturándome con sus manos—todavía ¿quieres que me aleje de ti? —un pequeño grito escapo de mi garganta ahogando lo que iba a contestar y en aquel momento el sonido del timbre lleno todo el lugar.

No podía negar que me sentí aliviada, aunque Alexander no aparto sus manos de mí inmediatamente y trato de hacer caso omiso, pero se vio obligado en el instante que volvieron a insistir y al parecer quién se encontraba del otro lado de la puerta tenia urgencia y no pensaba marcharse.

— ¿Esperas a alguien?—pregunto molesto y al girarme hacia él me dio miedo su mirada.

—No—conteste—No espero a nadie—continúe. El corrió la puerta y salió del baño. Se quitó la camisa y envolvió una de las toallas en su cintura.

No era correcto. No era él quien debía salir y abrir la puerta, yo era quién vivía en este lugar. Así que lo tome del brazo para detenerle, negué con la cabeza y sabía que mi mirada era una súplica silente, sin embargo al parecer el hombre frente a mi tenía otros planes. Aparto mi mano de su brazo y camino por el pasillo con determinación. Me interpuse en su camino porque debía entender que las cosas tenían un límite.

—Yo abriré—dije con tono severo y él levanto sus cejas de manera irónica.

—Entonces, eso quiere decir que si esperas a alguien—resople con desdén, porque realmente no le debía ninguna explicación.

— ¡Voy en un momento!—vocifere mirándolo de manera desafiante.

Lo arrastre conmigo a la habitación, le lance sus pantalones y busque rápidamente uno de mis suéteres para que se lo colocara. Envolví mi cuerpo en una bata de baño, porque era más que obvio que me estaba saliendo de este. Su mirada era intimidante y tuve que apartar mis ojos de los suyos, porque no podía dejarlo salirse con la suya. No podía dejar que me manipulara.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora