Capítulo 35. Ella la mato

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Alexander 

Observé a Allison apartarse rápidamente de la ventana mientras Rubén y yo arrastrábamos a Eric por la acera, no estaba muerto, no podía matarlo. Solo le habíamos herido de manera superficial para asustarlo, porque realmente lo necesitábamos en sus cinco sentidos; tenía que darnos información sobre el paradero de Marco y de todos aquellos que lo estaban ayudando, luego de aquello no me importaba terminar con su vida. Lo metimos de manera brusca al vehículo y me debatí entre si ir a tranquilizarla o seguir adelante con el plan.

—No podemos perder un solo segundo —. Rubén me miro de manera intensa y entendí que se había dado cuenta de mis intenciones, aunque eso no impidió que me molestara.

Me quedé en silencio solo por un momento y volví la vista a la ventana. Sabía que Allison se encontraba asustada y confundida, que todo esto iba más allá de cualquier razonamiento que pudiese comprender y también sabía que mi ángel a pesar de todo no querría que le hiciéramos daño a Eric. Aunque lamentablemente para el yo no era Allison y no iba a ser tan comprensivo, tampoco él se lo merecía.

—Entonces pongámonos en marcha —. Dije al fin sin pensarlo mucho más. Después de que todo cuando esto terminará tendría todo el tiempo para estar con Allison y dejaríamos atrás esta parte oscura de nuestras vidas.

Los vehículos se pusieron en marcha y Rubén nos guió hasta un lugar apartado a las afueras de la ciudad que pertenecía a los Patrovick. Le coloqué una bolsa sobre la cabeza al tipo desmayado junto a mí y tuve que contenerme para no matarlo allí mismo, porque no podía hacerlo. Teníamos que descubrir cuál era su plan y que tan cerca se encontraban de lograr sus objetivos.

***

Los tintes naranja del atardecer despuntaban en el horizonte cuando llegamos aquel lugar. Eric había despertado histérico un par de veces en el trayecto y me vi en la obligación de apretarle la herida para tranquilizarlo. No quería perder los estribos, porque muy en el fondo sabía que quizás él solo era una víctima más y que aquella mujer lo había manipulado a su antojo, si embargo de solo pensar que permitió que le hicieran daño a Allison me dan ganas de estrangularlo.

—Esto es una mierda —sentencio Rubén en cuanto pusimos un pie sobre aquel lugar. —Jure por mi hija que no volvería a mirar atrás, que nunca pisaría dónde lo hizo mi familia, sin embargo el destino parece no querer dejarme escapar —sabía que no me estaba culpando, aun así me sentí mal por él.

— Rubén Yo...—, pero este no me dejó hablar.

—Esto también me involucra y estoy aquí porque quiero y porque le dejo un favor a tu hermano. No te confundas —me ayudó a sacar a Eric del vehículo y comenzamos a caminar al interior de aquel almacén cuando nos dieron el aviso de que estaba todo despejado.

— ¿Es alguna tradición entre mafias? —Le cuestione y también necesitaba saciar mi curiosidad —, eso de pedir favores —detuvo sus pasos, pero en ninguno momento se giró hacia mí.

—Es la única forma de sobrevivir en ese nido de víboras. Dejas que te envenenen o te unes y envenenas con ellas —para buen entendedor pocas palabras bastaban.

El olor a humedad, polvo y podredumbre nos recibió en cuanto estuvimos dentro del edificio y se me revolvió el estómago. Acomodamos a Eric sobre una silla en medio de este y le atamos los brazos y las piernas, pero no le quitamos la capucha de la cabeza. La escena era perturbadora y esperaba no tener que usar los métodos poco ortodoxos a los que estaba acostumbrado Rubén o aquellos que me había enseñado mi hermano alguna vez. Era mejor para él colaborar con nosotros o las cosas se pondrían realmente negras.

—El perímetro se encuentra protegido—. Rubén depósito la mirada sobre Jotrov y luego se aproximó hacia Eric.

—Vamos a despertarlo —le quito la capucha de la cabeza y tomando el balde de agua fría que había traído Jotrov se lo lanzo sobre la cara.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora