Capítulo 7. Consumirme

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Allison 

Me separe de él y camine en absoluto silencio hacia la puerta, pero aquello no había sido todo. Escuche sus pasos acercarse a mí al tiempo que sus brazos se enredaron en mi cintura y luego inhalo mi aroma llevando su cuerpo mucho más cerca del mio. Podía sentir su firmeza, contuve la respiración.

—Lo sientes—dijo frotándose sobre mi parte trasera y su aliento en aquel momento me acaricio el cuello. Cerré los ojos ante aquella impronunciable sensación —Puedes sentir lo duro que estoy por ti Allison—coloque mis manos sobre las suyas y aunque trate de apartarlas, nunca podría competir con la fuerza de Alexander.

— ¿Qué es lo que quieres?—pregunte con enfado— ¿Qué quieres obtener de mí?—No entendía porque me hacía esto, si ni siquiera era su tipo dicho por sus propios labios, ahora no comprendía nada.

—Quiero poseerte—me susurro—Y admito que me odio en este momento por desearte con todas mis fuerzas, pero no puedo, ni deseo y mucho menos lo quiero evitar.

El corazón estaba a punto de salirse de mi pecho y con lo que vi anoche había quedado más que claro que para Alexander yo no era más que un capricho, un juguete nuevo del cual él quería adueñarse y no podía dejarme arrastrar por él. Aunque mi cuerpo decía todo lo contrario y siempre reaccionaba ante su tacto, aunque mi mente siempre se nublara con su sola presencia y aunque sus besos me quemaran la piel. No podía jugar este juego con Alexander.

—Necesito que me sueltes—dije con frialdad—ahora—continúe con el mismo tono severo y flojo el agarre al que me tenía sometida—No olvides lo del señor Romano, será la última vez que te moleste—dije poniendo fin aquel encuentro.

Gire el pomo de la puerta y salí sin mirar atrás. Tome varias bocanadas de aire antes de ponerme en camino para salir de ahí. Crista me miro interrogante, pero sabía que no preguntaría nada y cuando al fin estuve fuera del edificio Lombardi, al fin me sentí a salvo. Esperaba no estar caminando hacia la boca del lobo con aquella reunión, porque con cada acercamiento de Alexander me sentía un poco más vulnerable.

***

Decidí ir a visitar a Genave en vez de ir a la oficina aquella mañana. Necesitaba distraerme y sabía que mi amiga y su bebe me ayudarían a mantener algunas cosas fuera de mi cabeza. Plante una sonrisa en el rostro y nos estrechamos en un abrazo en cuanto nos vimos y no pude evitar notar lo feliz que se encontraba. Este era su momento, el de por fin ser feliz y dejar de vivir con miedo, esperaba en algún día llegar a tener aquel equilibrio en mi vida, por el momento estaba sobre una cuerda floja.

— ¿Cabello suelto?—inquirió, porque aquello era algo extraño en mí.

—Me dolía un poco la cabeza, ya sabes cómo han sido estos días sin ti en la oficina—me miro con pena y me invito a sentarme.

—Estas así porque quieres, sabes lo que tienes que hacer pero eres muy quisquillosa—Si ella supiera las cosas que me han sucedido no estaría hablando de aquella forma—Iré por Lionel, sé que más que por mí, estas aquí por él —hice una asentimiento de cabeza mientras ella iba por él bebe.

Genave volvió con él en brazos y me lo paso para que lo cargara. Era muy rápido para decir a quién se parecía, pero debía admitir que sus rasgos eran puros de un Lombardi era hermoso, una bendición de lo alto y agradecía a Dios porque al fin Genave tuviera paz en su vida y un hombre a su lado con el cual pudiera sentirse protegida.

—Sé que odias que saque el tema, pero ya pensaste en lo de trabajar con Alexander—solo escuchar su nombre me puso tensa, sin embargo me mantuve neutral.

—Pues hoy iremos a visitar al señor Romano, creo que eso cuenta como trabajo en equipo—No pude mirarla, concentre toda mi atención en él bebe en mis brazos para que no notara mi incomodidad.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora