Capítulo 19. Castigo

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Allison 

Me quede mirando el techo y un estremecimiento me recorrió todo el cuerpo al recordar el acontecimiento de la noche anterior. Sentí un ligero dolor en mi entrepierna y me cubrí el rostro al darme de cuenta de que ya era demasiado tarde para arrepentimientos. Debía admitir que fue una experiencia extrema, nunca antes había tenido tan sensaciones juntas, sin embargo sabía que aquello había estado mal y lo peor era que me había gustado demasiado.

Me senté sobre la cama y observe una pequeña mancha de sangre sobre las sabanas. La culpa y el remordimiento me invadieron en aquel momento, pero mortificarme con ello no cambiaría nada, no cambiaría el hecho de que Alexander Rizzo me había hecho suya. Tome mi teléfono que se encontraba en el pequeño mueble al lado de la cama y me sorprendió ver todas aquellas llamadas perdidas de mi madre y también tenía algunas de Sol, así que decidí llamar esta última primero, ya que las cosas entre nosotras estaban algo raras.

Gracias a Dios, estaba muy preocupada—se apresuró a decir en cuanto tomo la llamada.

—Estoy bien, no tienes que preocuparte por nada—el silencio que acompaño mis palabras fue algo incómodo.

Oye respecto a mi hermano—. Dijo, pero realmente no estaba interesada en escuchar nada sobre Di Ángelo.

—Hablemos en el trabajo—le corte—ahora debo llamar a mi madre, parece que está en sus días.

Está bien, entonces nos vemos más tarde en la oficina—me despedí de ella, teniendo la certeza de que no podría evitar aquella conversación, sin embargo decidí leer los mensajes de mamá en aquel momento y el alma se me cayó a los pies cuando leí el primero.

Tú padre está en el hospital, sufrió un infarto

El teléfono resbalo de mis manos y me pare tan rápido de la cama que sentí la cabeza darme vueltas y tuve que sentarme nuevamente para no caer de bruces al suelo. Recogí el teléfono y me apresure marcar el número de mi madre, sentí los ojos escocer y los latidos acelerados. Mi padre, no, él no podía estar pasando por esto y me sentí culpable, porque mientras yo disfrutaba de los bajos placeres mi familia sufría. Era probable que estuviera siendo castigada por mi descaro.

All—. Dijo mi madre con voz apagada y sentí mucha tristeza—debes venir a casa, te necesitamos mi pequeña—me cubrí la boca para ahogar los sollozos.

—Mamá—me fue imposible ocultar lo quebrada que me encontraba—Pronto estaré en casa—afirme, mientras tomando fuerzas de donde no las tenía me levantaba y decidí prepararme para regresar a casa.

Llame a Genave para dejar todo arreglado y ponerla al tanto de mi viaje a Nueva York y así ella ayudara en lo que pudiera a Sol durante mi ausencia. No le di detalles aunque insistió, porque no tenía cabeza para hablar del asunto y no sabía del todo en qué situación se encontraba mi padre. Solo quería subir aquel avión y llegar lo más pronto posible a casa.

***

El sol estaba a punto de ocultarse cuando el vuelo aterrizo en el JFK y me lance a los brazos de mi madre en cuanto cruce la puerta en el aeropuerto. Pude notarlo en su mirada. Habían sido días largos y angustiantes. Mi madre había perdido aquel brillo que la caracterizaba y también había perdido peso. La mujer podía ser insufrible casi siempre, sin embargo ella y mi padre habían sido inseparables toda la vida, envidiaba su relación y soñaba con algún día tener algo como lo que ellos tenían, pero estaba muy lejos de esa realidad. Ahora me daba cuenta que estaba demasiado lejos de quizás tener un amor tan puro como el suyo.

—Solo una persona puede pasar a verle—. Dijo en cuanto nos subimos al vehículo y nos pusimos en camino al hospital—No deja de llamarte y yo estaba esperando que mejorara para no molestarte, para no preocuparte, sin embargo todo se complicó demasiado—mi madre rompió en llanto y yo la estreche en mis brazos.

—Mamá—acune su rostros y la mire fijamente—Debes entender que ustedes nunca serán una molestia, por favor nunca vuelvas a decir eso—volví abrazarla y ella se acomodó sobre mi pecho. Y se rompió, mi madre la roca fuerte, la mujer imponente e intimidante, se encontraba desecha.

***

El padre George, algunos miembros de la iglesia y Eric junto a su familia se encontraban reunidos en la sala de espera del hospital. Y sentí que habían pasado mil años. Era como si estuviese rodeada de extraño, cuando en realidad había crecido con todas estas personas y entendí en aquel momento que algo comenzaba a estar mal conmigo. Que el camino que había decidido tomar era incorrecto, que a donde me había dejado arrastrar me estaba alejando de mi verdadera realidad. Aunque lo que comenzaba a sentir por aquel hombre no era algo tan fácil de borrar.

—Hola—. Dije y el padre George coloco su mano sobre mi hombro.

—Lamento que tengamos que volver a vernos en una situación como esta Allison—Asentí en afirmación y aparte una lagrima de mi mejilla.

—Oh, Allison pequeña—la madre de Eric; Sara se acercó a mí y me estrecho en sus brazos.

—Creo que es mejor que dejemos que Allison vea a su padre mamá, sé que tiene muchos deseos de estar con él—le regale una mirada de agradecimiento a Eric y le seguí los pasos a mi madre hacia aquella habitación.

Sentí la vibración de mi teléfono y me detuve por un segundo para ver quien llamaba, era Alexander. Volví a ponerlo en el bolsillo y me apresure para alcanzar a mi madre quien se había adelanto. En este momento no podía lidiar con él, ni con las consecuencias de lo que habíamos hecho. Ahora mismo necesitaba estar concentrada en mi familia. Eso era lo único que me importaba en este momento.

Me coloque aquella bata en color azul y lleve mis pasos hacia aquella habitación llena de temor. Mi padre estaba consciente, como si me estuviera esperando y me extendió la mano en cuanto se percató de mi presencia y me apresure a tomarla. No quería llorar, no quería que viera lo rota que estaba, ni que se diera cuenta de que algo pasaba, porque yo no era la misma. La chica inocente que salió de Nueva York no era ni la sombra de la que estaba aquí junto a él, sin embargo sabía que ante sus ojos siempre seria su niña.

—Debes ser fuerte—. Dijo con voz rasposa y cansada.

—No hables, no te esfuerces—le suplique, pero mi padre era terco y sabía que no me haría caso.

—No dejes que nadie te corte las alas pequeña All, vuela lo más alto que puedas que yo voy a cuidarte desde donde este—negué con la cabeza. Me negaba a que mi padre se estuviera despidiendo, sin embargo sabía que él presentía que estaba llegando su hora. Que quizás ahora tenía que alzar el vuelo.

***

Me recargué sobre la pared en cuanto estuve fuera de la habitación, porque sentí que iba a derrumbarme. Me quite el gorro que tenía en la cabeza y lo apreté con fuerza entre mis manos. Cerré los ojos por un segundo para procesar todo esto que estaba pasando y al abrirlos me encontré de frente con la triste mirada de Eric y por puro instinto me lance a sus brazos. Y lo pude sentir. Sentí que conocía aquellos brazos y que estaba segura entre ellos, aunque existía un abismo entre nosotros que aunque quisiera, no podía ignorar.

—Estamos orando, pero sabes que es la voluntad de Dios y no la nuestra—sus manos acariciaron mi cabello y me deje consolar, entonces escuchamos pasos acercarse y al posar la mirada en mi costado choque de frente con la intensa, dura y enojada mirada del demonio que se aproximaba.

Eric me soltó en aquel momento, mientras Alexander se acercaba a nosotros con paso decidido y enarco una de sus cejas al notar que el chico sostenía una de mis manos. Sabía que el demonio se ocultaba detrás de aquella mirada y solo entendí sus intenciones cuando deposito un beso sobre mis labios y me tomo con firmeza por la cintura dejándome completamente fría y perturbada.

—Debes ser algún familiar, lamento mucho lo que está pasando y aprovecho para presentarme. Alexander Rizzo el novio de Allison—la sonrisa desapareció del rostro de Eric y una de forma irónica cruzo su rostro. Una que no conocía.

—Eric Williams, un placer y soy el ex-novio de Allison—puntualizo desafiando Alexander con la mirada y sentí su brazo tensarse sobre mi cintura, mientras sus labios se posaban de manera tentadora sobre mi oreja.

Te portaste mal y por eso te has ganado un buen azote mi ángel—me susurro y al posar mis ojos sobre los suyos entendí que él me iba a castigar.

El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora