Alexander
No supe en aquel momento porque sentí la necesidad de ir detrás de ella y quise frenarme, sin embargo al final de todas formas lo hice. Allison me confundía, había despertado en mí el deseo de adueñarme de algo, de dejar sobre esa algo mi marca y para su suerte o desgracia todo giraba en torno a ella. Tome el siguiente ascensor y pulse desesperado el botón del primer piso, ni siquiera me moleste en abotonarme la camisa y cuando llegue al recibidor no la vi por ninguna parte.
— ¿Por dónde se fue?—pregunte a George el guardia de turno, quien me miro confundido—la chica rubia con gran cuerpo ¿por dónde?—continúe.
—Aaaa esa chica, parecía apurada la vi perderse en las afueras del edificio—dijo sin más.
Me apresure para ver si lograba encontrarla, pero los alrededores del edificio estaban despejados y trate de calmarme para poder pensar con claridad, aunque dentro de mi todo era una mierda. Sabía que Allison era solo un capricho, uno que se estaba convirtiendo en una peligrosa obsesión, mucho más después de haberla besado y seguía diciéndome a mismo que tenía que estar poniéndome loco.
Regrese adentro dispuesto a terminar de disfrutar aquella noche y a sacar de mi cabeza de una maldita vez aquella mujer que solo había llegado para complicarlo todo, porque Allison era insípida y una mojigata, sin embargo no podía ser hipócrita su maldita virginidad me intrigaba. Camine determinado hacia las dos chicas con las que estaba y les hice un gesto de cabeza para que me siguieran. La del 102 no tardo en unirse, se acercó a uno de las mujeres y llevo uno de sus senos a su boca.
Nos encerramos en la cocina y tomando a una de ellas por la cintura la coloque sobre la encimera con brusquedad, le arranque la ropa interior y metí la cabeza entre sus piernas deslizando mi lengua sobre su coño caliente. Entretanto del 102 y su otra amiga se pusieron de rodillas frente a mí y comenzaron a chupar mi miembro como las malditas perras que eran. Un gruñido de placer escapo de mi garganta.
Metí mis dedos en la boca de aquella chica y ella chupo y lamió como una maldita experta; luego los introduje de manera poco sutil dentro de su cavidad húmeda y caliente haciendo que soltara un grito de placer. Aquel espacio se llenó de gemidos y gritos ahogando mis malditos pensamientos, haciendo que escapara de la ansiedad que me consumía, porque este era mi maldito mundo y nada, ni nadie lo iba a cambiar.
***
Desperté con varias piernas enredadas en mi cintura y un celular a punto de reventar. Tenía varias llamadas perdidas de Alessio y otras de Genave más algunos mensajes de ella misma. Trate de acostumbrarme a la luz que se colaba por aquella ventana y apartando el enredo de piernas sobre mí decidí que era momento de volver a mi apartamento.
—Oye guapo—mire detrás de mí hacia la voz que me había llamado—cuando quieras repetimos, estuvo delicioso—le regale aquella sonrisa altanera y me perdí detrás de la puerta, mientras le devolvía la llamada al señor Lombardi.
—Todavía es temprano —dije en cuanto Alessio tomo aquella llamada.
—Solo no olvides que hoy es la reunión con los inversionistas extranjeros—se apresuró a decir; aquella reunión lo tenía algo tenso.
—Puedes relajarte —sugerí—todo está preparado para la reunión, no entiendo porque te estresas —lo escuche maldecir como siempre y termino con la llamada de igual forma.
Leí uno de los mensajes de Genave que ponía **Urgente** tenía la certeza de que solo exageraba, era hermana de Gina y futura señora Lombardi aquello era una mezcla explosiva "Te suplico que ayudes a All" ponía el mensaje, pero había decido que era mejor mantenerme alejado de la mujer en cuestión. Debía mantener mis infernales ganas de hacerla mía a raya y me molestaba confirmar que la presencia de Allison Dollister me afectaba.
Escribí un "No" rotundo y en seguida recibí una llamada de Genave, pero la rechacé. No podía seguir con esta mierda, no podía seguir sintiéndome tan vulnerable cuando yo era el que siempre provocaba aquel sentimiento en las personas. Allison no iba a joderme, para eso primero le jodía yo a ella.
Me coloque unos lentes oscuros para ocultar mis ojos inyectados en sangre, aunque sabía y no me importaba, que todo el mundo haría comentarios entre susurros en la oficina. Me detuve frente a Crista y me baje los lentes solo para molestarla; ella bufo, rodó los ojos y continuo haciendo lo que hacía. No entendía porque una mujer como ella seguía trabajando aquí, tenía un buen apellido, su familia era dueña de la farmacéutica más grande de toda Italia, aunque ella había decidido revelarse y salir adelante por si sola. Estúpida, siempre le decía que ella había sido demasiado estúpida.
— ¿El señor Lombardi? —pregunte.
—Todavía no ha llegado, sin embargo — no comprendí en aquel momento la sonrisa en sus labios, no hasta que menciono aquel nombre — la señorita Dollister te espera en tú oficina—bufe y le di la espalda para enfrentar la maldita realidad a la que le estaba huyendo, pero sus palabras hicieron que me detuviera.
—Es mucha madera, para tan poca hacha ¿sabes a lo que me refiero?—me gire hacia ella y la mire con altivez.
— ¿Me estas menospreciando?—le cuestione comenzando a sentirme molesto.
—Déjame ver—hizo ademán de estarlo pensando, pero yo ya conocía la respuesta y ella lo sabía —no es como tu grupo de zorras Alexander y lo sabes—levanto el teléfono y por último me regalo aquella sarcástica sonrisa suya. Y aunque Crista tenía razón en lo que había dicho, yo estaba demasiado jodido como para que me importara.
Entre a la oficina y Allison se giró hacia mí justo en aquel momento. Siempre solía traer el cabello recogido, pero hoy en particular su melena rubia caía sobre su espalda y me imagine por un segundo mis dedos enredados en aquella melena sedosa mientras me deslizaba dentro de ella. Sentí que algo comenzaba a poner grande dentro de mi pantalón.
—Allison—salude con frialdad, mientras caminaba hacia mi silla.
—Alexander—respondió de igual forma y sabía que ninguno de los dos sacaría el tema de ayer —No estuviera aquí si no fuera necesario—continuo con disgusto y contrajo los labios. Tuve que apartar la mirada de ellos.
—Te escucho—deje las gafas sobre el escritorio y cruce las piernas.
—Necesito que me acompañes a ver al señor Romano, ya conocemos la razón del porque necesito que lo hagas y he estado dilatando la visita a su compañía por no molestarte—hizo silencio y note un leve cambio en su respiración—Por favor Alexander —pidió y apreté los brazos de la silla, porque aquella suplica para mi mente perversa se escuchó excitante.
Me puse de pie y camine hacia ella. Era inevitable la tensión que había entre nosotros y el cambio en el ambiente, no podía evitar querer lamer y chupar sus labios cuando la tenía tan cerca, porque la muy desgraciada tenía los labios más carnosos que mis ojos habían visto y los imaginaba... Me los imaginaba cerrados alrededor de mi miembro, succionando y chupando mientras me corría en su boca.
—No puedo con esto Allison—me incline sobre ella, metí mis dedos en su cabello y atraje su boca a la mía.
Trato de apartarme, golpeo mi pecho con los puños apretados, sin embargo lo único que logro con aquello fue que profundizará aquel beso. Y tenía la certeza de que en unos segundos cuando ella reaccionara todo se iría a la mierda, pero por ahora disfrutaría de aquellos tentadores labios.
ESTÁS LEYENDO
El oscuro deseo de Alexander (Libro #4 serie Oscura +21)
RomanceAllison Dollister había crecido en una familia demasiado creyente y conservadora. Sus padres la habían educado para que en el futuro fuese una mujer prudente y juiciosa. Dos cosas que estaba más que dispuesta a cumplir. Sin embargo antes de graduars...