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𝑺𝒖𝒏𝒉𝒆𝒆
Voy en el autobús, camino a casa, cuando llega un mensaje a KaKaoTalk. Lo veo y es de Lou, así que decido leerlo. Normalmente no leo los mensajes que me llegan, no en público. Respondo, con media sonrisa. Escucho que unas chicas se bajan, riéndose, y levanto la vista, encontrándome con un par de mochilas. Estoy segura de que son de una de ellas. Las agarro y me dirijo a la puerta trasera, para dárselas, pero el autobús ya empezó a funcionar de nuevo y ellas no están. Toco la campana y frena de nuevo, así que me bajo, junto con otros alumnos de otras escuelas. Dos de esos son Yunho y Seonghwa, amigos de la primaria. Veo a las chicas y corro hacia ellas, dejando a mis amigos sin escucharlos.
—¡Oigan!– digo, haciendo que giren–. Se olvidaron esto. —Oh, gracias. No lo había notado– dice la que, supongo, es la dueña de las cosas. —No hay de qué.
Me sonríe y se van, hablando. Escucho los pasos de Seonghwa y Yunho y giro, sonriéndoles. Pasan de largo, sin prestarme atención, hablando. Me quedo un momento parada en la calle, sin saber exactamente qué ocurrió. Cuando me doy cuenta, veo a Lou venir en su bicicleta, en mi dirección.
—¡Sunhee!– frena a mi lado– ¿Qué haces aquí? No estás cerca de tu casa. —Ya sé. Una chica se olvidó su mochila en el autobús y bajé a dársela. —¿Quieres que te acerque a casa? —En un momento estoy contigo– digo, luego voy con Seonghwa.
Le agarro el brazo, deteniéndolo. Me mira, serio. Sin querer, me asusto. Nunca me gustó que alguien me mirara seriamente.
—Lo siento– le digo–. Iba apurada, no escuché lo que dijeron. —No fue nada– dice, luego de mirar a Yunho. Aparta mi brazo–. Debo irme, ten una linda tarde.
Se alejan, caminando. Escucho la bici y frena a mi lado, haciendo que lo mire. Alcanzo a notar que está usando maquillaje, así que hago la cabeza a un lado, como un perrito curioso. Siempre me sorprende cómo se maquilla mejor que yo.
—¿Pasa algo?– pregunta, bajando de la bici. —Te ves bien– digo, luego camino a su lado. —Siempre me veo bien. —Pero ahora usas maquillaje, te queda bien. —Casi siempre uso, menos cuando estoy en casa. Lo sabes. —Sí. —Toma, lleva la bici tú por un momento. —Okey…
Agarro la bicicleta y él se acerca a un árbol con una pequeña planta de tréboles con flores rosadas. Se agacha, corta una y camina hacia mí de nuevo, sonriendo. Me la da, mientras se arregla el pelo.
—¿Gracias…?– digo, confundida. —Feliz cumpleaños. Sé que me habías dicho que no querías que nadie supiera, pero no puedo ignorarlo sin saludarte. —Ay, gracias. No tenías que… gastar energía y cortar una flor de trébol para mí. —Es lo menos que puedo hacer.
Se agacha y me da un beso corto en los labios, luego camina. Lo miro, pero ignoro lo que hizo y lo sigo, rápido. Pasa un brazo por mis hombros, sonriendo. Sonríe mucho. Eso me gusta de él, siempre sonrió mucho, es una persona alegre. Diría que lo veo de color amarillo.
