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-Estaremos juntos para siempre, ¿promesa?- el niño extendió su pequeño dedo meñique. -Promesa- asintió su amiga, juntando su meñique con el de él.
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A veces no entendía la razón por la que se había ido. Ni ella, ni él. Bueno, quizás ella sí lo entendía: sus padres ya no podían seguir viviendo de la manera en que lo hacían, se preocuparon por ella y decidieron ir a vivir a otro lugar para que ella pudiera crecer de una buena manera. Él no entendía la razón por la que su amiga lo había dejado tan de repente y sin avisarle.
"-Lo siento, Hyukie, no he sabido nada de ellos hace un tiempo- dijo la anciana vecina de él, a la que todos consideraban abuela-. Quizás debas preguntarle a alguien más."
Luego de algunos años, aún sin saben dónde estaban, su madre le pidió hablar. Hyuk iría a vivir a Seúl, para estudiar en la Universidad que había soñado, y ella quería darle todas las advertencias posibles. Ella también había estudiado ahí, pero nunca siguió su trabajo, simplemente se comprometió con su padre, se casaron y terminó siendo dueña de la tienda de flores más conocida de su barrio.
-Escucha, Hyukie, eres mi hijo menor- empezó-, y realmente me preocupas. Eres lo suficientemente grande como para cuidarte solo, pero nosotros estaremos cuidándote desde aquí. No te preocupes por buscar un trabajo, nosotros pagaremos las cosas necesarias. -¿Crees que lo logre?- preguntó él, preocupado. -Claro que sí. Confié de igual manera en tu hermano, Hyuk. Y no me equivoqué.
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Hyuk llegó a la escuela un día lluvioso. Hacía frío y el viento volaba algunas hojas de diario dejadas en el suelo. Llegó solo, su madre no podía dejar la tienda sola, y su padre estaba comprando lo necesario para reabastecer el local. La única persona que estaba ahí era un tipo de seguridad y un señor con traje y un paraguas. Hyuk caminó hacia ellos e hizo una reverencia, respetuoso.
-Hola- saludó-. Mi nombre es Won Hyuk. -Te esperábamos más temprano- dijo el señor de traje. -Lo siento, el tren se retrasó. -Ven. Te llevaremos a tu habitación, tu madre nos dijo que no tienes dónde hospedarte durante el año.
Hyuk asintió, caminando detrás de ambos hombres. Tenía frío. Mucho frío, por obvias razones. Luego de caminar lo que a Hyuk le pareció una eternidad, llegaron a un complejo de habitaciones, de las que algunas salía música y de otras se veían luces salir de las ventanas. Caminaron hacia una que tenía las persianas abiertas y se veía un ligero movimiento dentro por las cortinas. El señor de traje tocó la puerta con suavidad y se escuchó alguien decir algo, luego se abrió la puerta.
-¡Hola, señor Lee!- saludó una voz, entre alegre y respetuosa. -Hola, Ari- dijo él-. Lamento molestarte, sé que debes estar leyendo tus cosas de Literatura. -Sí, pero no hay problema. ¿Es mi compañero?
