Onewe

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Gyuk
"Flower Boy"

Gyuk"Flower Boy"

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{Sun}

Mientras caminaba por la tienda, vi un bajo amarillo, lo que me llamó la atención. No era normal encontrarse un bajo en una tienda floral. Me acerqué al objeto, en silencio, con una maceta en una mano y un ramo de flores en la otra. Vi a un chico hablando con el dueño, mientras conectaba algunos cables. Tenía cabello negro y algunas partes amarillas, y estaba de espaldas. El dueño le dijo algo y él se rio, luego asintió. Se dio la vuelta y nuestros ojos se encontraron. Le sonreí, haciendo una pequeña reverencia.

―¿Necesitas algo?― preguntó, conectando el bajo.
―No― negué, observándolo. Me miró.
―¿Entonces? ¿Qué haces aquí? Esta zona es para personal autorizado.
―¿Y tú? No te ves como "personal autorizado"
―Soy el hijo del dueño, puedo estar en esta parte de la tienda.
―No sabía que tenía un hijo. ¿Cómo te llamas?
―Oye― dijo, serio―. No debes estar en esta parte. Ve a seguir haciendo lo que estabas haciendo, y no entres aquí de nuevo.

Asentí y me di la vuelta, apretando los labios. Qué incómodo había sido eso. Y qué desagradable el chico.

↠↞

Las flores pesaban en mis manos, mientras buscaba una última para completar el ramo. No eran para mí, en absoluto. Al saber hacer ramos de flores, solían pedirme hacerlas para regalos. No tenía una tienda de flores como el señor Lee, así que iba a comprarlas ahí, ya que las de él eran de buena calidad. Cuando encontré las flores que necesitaba, las agarré, dejando un espacio vacío, por el que podía ver hacia la sección de al lado. Observé, en silencio, cómo una pareja se llevaba un ramo de rosas y una maceta con un pequeño cactus, como el que yo me había llevado alguna vez. Escuché pasos y giré, viendo al hijo del señor Lee. Llevaba un ramo desarmado y el bajo colgado en el hombro, y se veía triste. Me vio y miró hacia otro lado.

―No estoy en la zona para el personal― dije.
―No, no lo estás. ¿Qué necesitas? Puedo ayudarte― ofreció.
―Ah, ya tengo las flores que necesitaba, sólo tengo que pagarlas.
―Te cobro.

Lo observé mientras iba a la caja registradora, con el bajo aún en su hombro y el ramo en su mano. Me acerqué a la caja y dejé las flores, mientras él leía el precio de cada uno de los ramos. No hablamos. Yo estaba incómoda, después de nuestro primer encuentro, y él estaba callado, así que no me preocupé por rellenar el silencio. Le di el dinero, observando los ramos.

―¿Tienes una cita de San Valentín?― cuestionó, haciendo que lo mirara.
―No son para mí― dije―. Me pidieron que hiciera un ramo con más de una flor.
―Podrían haberle pedido a mi padre.
―Sé hacerlos, y me dijo que quería que lo hiciera yo para que fuera especial.
―¿Y para quién es, entonces?
―Su cita.
―Auch.

Asentí, levantando los hombros. Dolía, pero no me molestaba en ahogarme en ese dolor. No había sido la primera vez en la que el chico que me gustaba me rechazaba indirectamente, sin saber que me gustaba. Me despedí y salí del local, sabiendo que él estaría en cualquier lugar, disfrutando la tarde con su novia, mientras yo le hacía un ramo, en casa, escuchando canciones tristes. Suspiré y caminé de nuevo al pequeño departamento en el que vivía, con cuidado de no romper las flores.

𝕆ℕ𝔼 𝕊ℍ𝕆𝕋𝕊 (en curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora