08. EMILIO

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Esa noche no duermo. No es que normalmente tenga un buen ciclo de sueño. Soy del tipo que se queda despierto toda la noche y luego duerme una o dos horas antes de tener que despertarme.

Siempre he pensado que dormir es una pérdida de tiempo. ¿Por qué dormir cuando puedes leer?
Pero la razón por la que no puedo dormir no es por leer. De hecho, no he podido tocar un libro desde que llegué a casa.
Apenas cené con mamá, y desde entonces, he estado mirando mi teléfono, el mensaje que Liam envió justo después de que Joaquín me envió un mensaje.

Liam: Oye, ¿cómo elimino la sangre virginal de mi pene? ¿Debería simplemente lavarla?

Lo llamé de inmediato, pero no contestó. Es solo un truco. Un puto juego de Liam.
Joaquín no dejaría que se lo follara, seguro que no le daría su virginidad. Joaquín puede actuar todopoderoso, pero cree en todas las tonterías de los cuentos de hadas. No perdería su virginidad en la parte trasera de un auto y con alguien con quien ni siquiera está saliendo.
No lo haría.
A menos que quisiera vengarse.

"Voy a hacer que te arrepientas"

Sus palabras resuenan en mi mente como una canción retorcida, del tipo en el que quiero estrellar el CD contra la pared.

Sigo llenando mi cabeza con pensamientos como, Joaquín no se rebajaría de esa forma o haría algo por despecho. En cierto modo, es un snob y piensa que arruinarse es una estupidez.
Pero, de nuevo, empezó a salir con esos hijos de puta después de que lo besé y le dije que no era malo en comparación con los demás. Es vengativo y se niega a perder, incluso cuando está en el suelo.
Mierda.

Salto de la cama y luego salgo corriendo. Me detengo junto a la piscina y miro la luminosa superficie azul. Constantemente pienso que de alguna manera se pondrá roja.
La razón por la que me detengo y la miro todo el tiempo no es por miedo, es por mi necesidad de caos.

La única vez que me acerco a esta piscina es cuando Joaquín está nadando con mamá en sus shorts cortos y pequeños. Su trasero se marca tan bien a través de la tela y siempre me acerco para verlo mejor. Luego, después de estar satisfecho, le hablo de eso solo para ver sus ojos abrirse y sus mejillas enrojecerse.

Subo a mi bicicleta y me dirijo hacia la casa de Liam. No pasa ni un minuto antes de que el cielo se abra y comience a llover. Estoy empapado en segundos pero no dejo de pedalear, ni siquiera cuando el agua me nubla la vista. Me lleva quince minutos a toda velocidad. Respiro con dificultad y no hay nadie en las calles. Es casi una escena de una novela de suspenso y crimen.
Y tal vez debería terminar con un crimen.

Tan pronto como llego, tiro la bicicleta y toco el timbre. Su mayordomo me deja entrar y me ofrece una toalla, señalando que es pasada la medianoche. Me importa un comino eso, así que al diablo con él y su toalla.
Subo corriendo las escaleras hasta la habitación de Liam. Está oscuro cuando entro. Es solo cuando un rayo cae en la distancia que veo su silueta. Está sentado en la cama, mirando algo frente a él. Aprieto el interruptor de la luz y entrecierra los ojos cuando interrumpo su sesión con su tablero de ajedrez. Ha estado jugando contra sí mismo de nuevo. En la oscuridad.

-Hola, Emi. ¿Tú tampoco podías dormir?

Mi respiración es ahogada, mi pecho sube y baja con tanta fuerza que no podría hablar aunque quisiera. Gotas de lluvia caen de mí, empapando la alfombra.
Inclina la cabeza.

-Pareces una rata fuera de la alcantarilla.

-Joaquín no te follaría en la parte trasera del auto de su padre. -Jadeo-. Él es un caballero y ambos lo sabemos.

-Y, sin embargo, lo hizo. Ya me lavé la sangre de la polla, no lo habría hecho si hubiera sabido que sientes una perversión por la sangre virginal. -Estoy jadeando como un perro moribundo.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora