Para cuando Sebastian y yo llegamos a mi antigua casa, mi pecho está tan pesado que apenas puedo respirar adecuadamente.
Una mano aprieta mi hombro. Sebastian.
Le conté toda la historia en el camino. Después de pasar toda la noche leyendo el libro, encontré el mensaje que Joaquín me dejó esta mañana.
Joaquín: ¡Está bien! ¡Te veré allá!
Mamá borró el mensaje que le envió de mi teléfono, pero sé a dónde lo llevará. A donde empezó todo. La puta piscina.
Le conté a Sebastian cómo me topé con la versión de edición especial de mamá de su nuevo libro, el que ella dijo que no publicaría, y tuve que leerlo porque soy fan de su trabajo.
Le hablé de las fotos y todo lo demás.
Le conté cómo escribió su vida en la personalidad de Gav y cómo usó su alter ego para ser parte de cada historia que escribió.
El asesino y el padre.
CEO en serie.
El fabricante de muñecas.
Cynthia. Escribió un libro completo sobre ella y la convirtió en una asesina en serie.
Debería haber visto las señales. Debería haber encontrado el alijo de píldoras sin usar que finalmente tiró por el inodoro. Debería haberme detenido a cuestionar la forma maníaca que escribía en su tablero de tramas.
Debería haber ido con ella en esos trotes en lugar de creer que era su tiempo para estar sola.
Debería haber notado más. Pero, de nuevo, no podría haberlo hecho.
Mamá vivió su doble vida tan perfectamente que es una locura.
Sí lo es. Loca. Mi madre es una persona criminalmente loca, y el peso de esa comprensión me golpea como una pared de ladrillos.
Pero esa no es la razón de la pesadez en mi pecho. Es el hecho de que atrajo a Joaquín aquí. Que lo ha estado observando durante años.
Se fijó en él la primera vez que yo lo hice en ese maldito parque. Me siguió, para asegurarse de que no la había visto matar a William, y luego encontró su muñeco. Su muñeco llorando que es incluso más hermoso que su muñeco de plástico anterior..
La llevé a Joaquín. Yo fui quien la hizo dejar de ver a Joaquín como el hijo de Cynthia y Sebastian, y la hizo verlo su muñeco perdido hace mucho tiempo. Fui yo.
-Tienes que tener cuidado -dice Sebastian. Su rostro es duro, pero mantienela cabeza fría-. Por lo que hemos aprendido hasta ahora, es impredecible. -Asiento mientras nos apresuramos a la zona de la piscina.
Lleva su arma por si pasa algo. Llamó a Frederic durante el viaje y su jefe de relaciones públicas dijo que nos encontraría aquí.
-¿Muñeco? -llama mamá con voz serena-. Sal. Deja de esconderte.
Me detengo cerca de la piscina.
Un cuerpo flota en el agua.
Agua roja.
Agua de sangre.
Sus hebras castañas flotan a su alrededor mientras permanece inmóvil. Como ese día. Justo como ese día.
-Corre, Emilio.
La voz rasposa y ahogada de mi padre suena en mi cabeza como un disco distorsionado.
-Oh, Emilio, cariño. -Mamá sonríe, sus ojos son amables. Ella siempre se ha visto tan amable y accesible. Ella nunca ha tenido una mirada o acción maliciosa. Almenos, no en la superficie-. Joaquín está jugando al escondite.
-¡Joaquín! -Sebastian corre hacia la piscina, pero me adelanto y salto.
Se necesita todo en mí para ignorar que la sangre cambia el color del agua mientras lo agarro del brazo y lo arrastro hasta el borde.
Su rostro palideció. Su pecho no se mueve hacia arriba y hacia abajo. No respira. Mierda.
-¡Joaquín! -Mi mano tiembla cuando aparto la palma de la mano y veo la sangre brotar de la parte posterior de su cabeza, volviendo su cabello rojo.
Lo acuesto sobre las baldosas y presiono su pecho.
-Vamos, Joaquín. ¡Vamos, no puedes dejarme! Por favor, no me dejes, mariposa.
-¿M-mi muñeco? -Helen corre hacia nosotros-. ¿Por qué no está sonriendo?
Sebastian bloquea su camino, apuntando el arma a su cabeza.- Aléjate de mi hijo.
-Sebastian, ¿no puedes ver? Él me necesita. Mi muñeco necesita a su maestro.
-Ni un movimiento, Helen -gruñe.
-¿O qué? -Inclina la cabeza hacia un lado-. ¿Me matarás? Ambos sabemos que no puedes hacer eso. Déjame ver mi muñeco.
Sigo presionando el pecho de Joaquín. Sus labios se están volviendo morados. Con cada segundo que pasa, se está muriendo.
Cada segundo, se desliza entre mis dedos.
Un chillido viene de mamá, pero no la miro. No le presto atención. Entonces la escucho luchar con Sebastian por el arma, pero todo lo que me importa es Joaquín.
-Vamos. Vamos. Por favor despierta, mariposa.
-Déjalo en paz. -Mamá está encima de mí, sosteniendo la pistola-. Déjalo ir. Lo estás matando, Emilio.
-¡Lo mataste! ¡Tú lo hiciste!
-No. -niega con la cabeza frenéticamente, retrocediendo-. No lo hice. No fui yo. No es...
Sus palabras se cortan mientras tropieza. Su cabeza golpea contra la barandilla de la piscina con un ruido sordo y repugnante, y luego cae... Abajo.
Abajo.
Su sangre vuelve carmesí el agua. No flota.
Ni Sebastian ni yo nos movemos para ayudarla. Todavía estoy comprimiendo el pecho de Joaquín, mi propio pecho se siente como si se estuviera quedando sin oxígeno, mi rostro se siente húmedo, estoy llorando.
Él no abre los ojos.
Él no responde.
Ese día, el muñeco muere.
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¡Hola!
Ya estamos con un pie dentro del capítulo final, y solo quería darles las gracias por llegar hasta aquí.
Nos leemos pronto.
Sean fuertes y un abrazo.
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CRUEL
FanfictionHay un chico, hermoso, popular, falso, y mi obsesión. Mi culpa. Probablemente mi condenación. ¿Eso me detuvo? ¿Me importa? No y no. Hay una línea entre el bien y el mal, moralidad e inmoralidad. Y luego está él. Él dice que me odia, digo que lo odio...