24. JOAQUÍN

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Mi estado de pelea se activa y estoy a punto de patearlo, morderlo, pisarle el pie y darle un puñetazo en la entrepierna, pero luego pasa algo, su calor, su maldita calidez mezclada con canela y lima.

-¿Qué dije sobre darme la espalda, mariposa? -susurra Emilio contra la curva de mi oreja.

Dejo escapar un largo suspiro y luego me doy cuenta de que lo hice contra su mano, lo empujo lejos, dándome la vuelta para enfrentarlo.
Es peor en esta posición. Ahora su pecho está cerca de mi cara.
Se quitó la chaqueta y tiene las mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, dejando al descubierto sus fuertes y venosos antebrazos.
Concéntrate, Joaquín.

-Casi me matas del susto. -Cruzo mis brazos sobre mi pecho. Levanta una ceja.

-No deberías deambular por lugares que te aterroricen.

-Y tú tampoco deberías.

-Este lugar no me asusta, mariposa. -Hace una pausa, mirándome de arriba abajo como si fuera un caso de estudio-. ¿Entonces?

-¿Entonces qué?

-¿Por qué me has estado siguiendo desde que dejé la escuela? ¿Quizás me extrañas?

-No.

-Si dices esa palabra una vez más, te voy a follar aquí mismo, ahora mismo. -Se inclina y baja la voz-. Tienen cámaras en estas calles.

Mis ojos se abren, pero no es solo ante la perspectiva de ser atrapado. También es por el hecho de que mencionó follarme. ¿Por qué tuvo que pintar ese cuadro en mi cabeza después de una semana entera de privarme de él? ¿Es esto un juego?

-O puedes venir conmigo -ofrece con indiferencia-. Me seguiste hasta aquí, así que bien podrías ver lo que estoy haciendo.

-N... -No termino ante la mirada oscura en sus ojos.

-¿Qué fue eso, mariposa?

-Nada. -Me aclaro la garganta-. ¿Qué es este lugar de todos modos?

-Ven conmigo y lo descubrirás. -Su voz es suave, tranquila, como imagino que sonó el diablo cuando tentó a Eva.
Pero tiene razón, no es que lo admita nunca. Ya estoy aquí, así que bien podría encontrarme con el otro lado de Emilio.

Camino delante de él, y cuando no me sigue, echo una mirada por encima del hombro.

-¿No vienes, cobarde?

Echa la cabeza hacia atrás de la risa y me congelo en mi lugar. Mi corazón late con fuerza en mi pecho ante la vista de su rostro feliz. Ese sonido de risa es tan raro como un unicornio pasajero en el caso de Emilio.
Ojalá pudiera robarla de alguna manera y guardarla para su custodia.
El momento termina cuando pronto se une a mí y atravesamos la entrada donde estacionó su jeep cerca.
Alguien que parece un gorila le inclina la barbilla y es entonces cuando estoy seguro de que estamos en algún tipo de club.

-Él está conmigo. -Emilio me hace un gesto y el portero simplemente asiente de nuevo. Asiento en respuesta, no estoy seguro del protocolo aquí.

Si Emilio es lo suficientemente conocido como para ser reconocido e incluso recibir un pase gratuito, esto debería significar que es un cliente habitual.
Una mujer menuda con un vestido de satén y una máscara de gatito negra nos sonríe.

-Bienvenidos a La Débauche.

¿Es una especie de fiesta de disfraces? Si es así, no estoy vestido para la ocasión. De hecho, tengo el traje perfecto para ello. También...

-¿Libertinaje? -le susurro a Emilio.

Me ignora y hace un gesto con la cabeza hacia la chica, llevándonos a una habitación con papel tapiz negro y sin muebles, excepto por un sofá y un perchero con perchas llenas de ropa negra.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora