EXTRA II

604 70 111
                                    

Emilio: 29 años
Joaquín: 27 años


EMILIO

El caos funciona según patrones impredecibles.

Cuando conocí el caos, después de ser secuestrado, pensé que algo andaba mal conmigo y necesitaba ocultar ese algo. Hasta que caminé hasta ese parque y lo volví a ver. Hasta que presencié a Joaquín en su forma más auténtica y cruda.

Era un tipo de caos diferente y no sentía la necesidad de esconderme. No de él. Nunca de él. Él es quien vio mi caos y lo tomó con ambas manos como si siempre fuera suyo. Él es quien me agarró, me empujó a ese banco y se sentó a horcajadas sobre mi regazo para que no me fuera. No es que pudiera después de ese momento.

Un hilo invisible nos unía y no había forma de que nada pudiera romperlo.

Entonces, ¿y qué si fuimos hermanos en algún momento? En mi mente, él era mío incluso antes de que eso sucediera. Entonces, ¿y qué si él estaba comprometido con ese maldito Liam primero? Nunca fue real. Joaquín y yo lo somos. De hecho, siempre lo fuimos.

Pudo haber comenzado cuando lloró sus lágrimas brillantes sobre mí o cuando besó mi mejilla por primera vez o cuando me guardó todas sus primeras veces, al igual que yo guardé las mías.

—No me guardaste todas tus primeras veces —me dijo el otro día mientras estábamos descansando junto a la piscina en la casa de sus padres.

Llevaba puesto un short pequeño y yo estaba distraído, pensando en formas de que se lo quitara, pero al mismo tiempo, no quería que nadie del personal lo viera desnudo. Ni siquiera me gusta que lo vean en ese pequeño trozo de tela.

Ajusté mis lentes de sol e incliné mi libro, Calila e Dimna. Era un libro de bolsillo de edición especial que me regaló en mi cumpleaños después de que el hijo de puta Michael quemó el anterior en un ataque de celos.

—Sí, lo hice.

—No, no lo hiciste. —Joaquín me miró, y aunque llevaba enormes gafas de sol de Chanel, podía sentir la malicia en sus ojos miel—. Después de que me besaste cuando teníamos quince y trece años, dijiste que no estaba mal en comparación con los demás.

Sonreí.

Recuerdas eso.

—Por supuesto que sí, idiota. Fue mi primer beso.

—También fue mi primer beso.

—Pero tú dijiste…

—Solo dije eso porque tuviste tu primer vals con Liam. —Mi sangre todavía hervía pensando en eso. El hijo de puta lo pagará por el resto de su vida.

Los labios de Joaquín esbozaron una sonrisa antes de aclararse la garganta.

—Tú… eres increíble.

—¿Se supone que eso es noticia, Mariposa?

Se quitó las gafas, revelando esos profundos ojos que amo, luego abandonó su silla y se sentó a horcajadas sobre mi regazo, como ese día en el parque. La vista desde abajo era la misma: etérea e impresionante. Deslizó mis lentes porque, como siempre me dijo, le gusta ver mis ojos, o mejor dicho, verse a sí mismo en mis ojos.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora