36. JOAQUÍN

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Emilio me mira con ese desconcertante silencio que casi me abre a la mitad.

Nada cambia en su rostro. Absolutamente nada. Casi como si estuviera en un estado mental entumecido. De todas las veces que pudo haber estado sin expresión, esta es la peor.

¿Porqué tiene que ser tan ilegible? Lo conozco desde siempre, así que por lo general puedo alcanzar detrás de esa máscara y echar un vistazo a lo que está escondiendo. Pero ahora no.

Mirándolo a través de mis pestañas, miro con la respiración contenida, esperando su reacción. No dice nada. Ni siquiera una palabra. Quizás me odia. Tal vez esté disgustado por cómo estoy arruinando su futuro con esta noticia.

La azafata vuelve a nuestro lado, su presencia interrumpe nuestra inexistente conversación.

-¿Está bien, joven? ¿Puedo traerte algo?

-No, estoy bien -murmuro.

-Agua con miel -dice él- Lima también, si la tienes. -Ella asiente antes de desaparecer hacia el lugar de donde vino.

Entonces él tiene voz. Simplemente no la usa para hablarme.

Continúa observándome como si fuera un extraterrestre que ha venido a ocupar el planeta.

-¿Vas a decir algo? -Quise gritar, pero mi voz sale tranquila, casi asustada-. ¿Cualquier cosa?

-¿Fuiste al doctor? -pregunta.

-No.

-Entonces, ¿cómo sabes que estás... Ya sabes eso?

-Me hice una prueba.

-Deberías ir al doctor.

-No puedo simplemente ir al doctor, Emilio, ¿de acuerdo? ¿Y si alguien me reconoce? El hijo de Sebastian Bondoni y Cynthia Gress en el consultorio haciendo una prueba de embarazo. ¿Te das cuenta de lo escandaloso que sería eso? Ni siquiera podía ir a comprar la maldita prueba y tuve que pedirla en línea.

-¿Dejarías de pensar en los escándalos y en tus padres y empezarías a pensar en ti? -espeta Emilio. ¡Vaya! Él nunca grita-. Es tu salud, tu vida. Llevas un bebé dentro de ti. ¿Crees que es un juego? ¿O que con el tiempo no lo descubrirán? -Las lágrimas me pican los ojos y se necesita todo lo que tengo para no romperme en ese mismo momento. Me siento como un niño al que le gritan por su comportamiento idiota.

-¿Crees que no he pensado en eso? Lo he hecho, por semanas, sospeché esto durante malditas semanas antes de que finalmente me hiciera la maldita prueba, Emilio. Soy el que vive con esta realidad día tras día, imaginando todos los escenarios posibles y odiando el hecho de que podría tener que matar esta vida. Así que no te sientes ahí diciéndome que no me lo estoy tomando en serio, porque lo hago. Más de lo que sabrás jamás. -Entrecierra los ojos.

-¿Lo has sospechado durante semanas y no me lo dijiste? -Levanto un hombro y miro por la ventana.-¿Por qué?

Porque podrías decir las palabras que más me asustan. Que debería abortar. En cambio, digo, sin enfrentarlo.

-Porque te odio.

-Joaquín... -advierte, pareciendo controlar cualquier emoción que pueda mostrar.

-Solo olvídalo, ¿de acuerdo? Lo resolveré. -Me agarra por la barbilla y hace girar mi cabeza. Mis ojos están llenos de lágrimas y se necesita un poder sobre humano para mantenerlas a raya.

-Ambos lo resolveremos, ambos somos responsables de esa vida.

-Emilio... -Una lágrima se desliza por mi mejilla y la limpia con la yema del pulgar.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora