JOAQUÍN
Gimo cuando la suave brisa del mar golpea mi cuerpo. Mis pezones se elevan y froto mis muslos juntos. Ahí es cuando me doy cuenta de que no tengo nada puesto.
Sin ropa.
Mis ojos se abren de golpe, sacándome del sueño y, efectivamente, estoy tumbado en la tumbona bajo el sol, completamente desnudo. Emilio. Nadie más que ese pervertido me quitaría la ropa. Odio que la parte que más me preocupa es que no estaba completamente despierto para presenciarlo.
Gimiendo, me levanto sobre mis codos para buscar a mi esposo. Me sonrío a mí mismo.
Emilio es mi esposo.
Nos tomó diez años desde que nos juntamos y veinte años desde que nos prometimos las primeras veces, pero finalmente estamos aquí. Estamos casados.
Pasaremos nuestra luna de miel en Francia, en ese pequeño pueblo donde nos besamos en público por primera vez. La ciudad donde nos hicimos los tatuajes juntos.
Mis dedos serpentean sobre mi costado para tocar la mariposa que obtuve ese día. Aunque un poco impulsivo, fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida. Aparte de casarme con el amor de mi vida. La paz de mis días y el caos absoluto en otros. Pero no cambiaría nada de él, incluso si pudiera.
Actualmente estamos en un yate, navegando por el mar Mediterráneo. Y sí, Emilio tiene un yate. Creo que subestimé la fortuna de William, porque aparentemente, aunque falleció hace mucho tiempo, se pasó la vida construyendo un imperio literal de oro. Se ha vuelto aún mejor desde que Emilio se asoció con Jonathan, el padre de Liam. Él sabe exactamente a qué peces gordos apuntar.
Con su personalidad calculadora, estaba hecho para el mundo empresarial. Y mi personalidad competitiva también es apta para ello. No puedo esperar a que Emilio y yo conquistemos el mundo o, como él dice, lo poseamos. Tendremos un problema con Liam, considerando su propia racha competitiva, pero no tiene ninguna posibilidad si Emilio y yo lo atacamos con toda nuestra fuerza. Ese idiota se está hundiendo.
No me molesto en buscar ropa mientras me pongo de pie. Estamos solos en el yate y, aunque actualmente no se mueve, no hay personas a la vista. Estamos literalmente en medio de la nada, donde nadie nos conoce y podemos ser nosotros mismos. No es que causaría un problema si estuviéramos juntos en público. Después de todo, nos casamos. Pero, en cierto modo, anhelamos nuestro tiempo privado juntos, para hacer las cosas raras que solo nosotros dos sabemos. Emilio todavía me ata y me arranca un orgasmo explosivo tras otro. Seguimos yendo a La Débauche para ver a otras personas tener sexo mientras nos divertimos. Todavía nos escabullimos a los rincones oscuros para los rapiditos porque mi esposo no puede quitarme las manos de encima, al igual que yo no puedo quitar las manos de él.
—¿Emilio? —lo llamo, pero no hay respuesta.
Busco abajo y en las habitaciones, pero no hay rastro de él. Vuelvo arriba, mis dedos tiemblan un poco. Intento decirme a mí mismo que probablemente esté en la cabina del capitán, considerando que es él quien personalmente navega el yate, pero mi corazón no deja de latir fuerte y rápido. Después de todo lo que pasó entre nosotros, no me gusta pasar tiempo separado de Emilio. No es que alguna vez se mantenga alejado de mí. Es mi sombra la mayor parte del tiempo y rara vez me da la oportunidad de extrañarlo. Ahora, sin embargo, no hay rastro de él.
Me paro en la barandilla y miro por encima. Ahí es cuando lo veo. En el mar, flotando con la cabeza hacia abajo. Mi corazón martilla cuando no se mueve.
No, no...
Emilio pudo haber tenido ese trauma en la piscina de su antigua casa, pero es un excelente nadador fuera de eso. ¿Por qué no se mueve? No pienso en eso mientras salto. El agua fría golpea mi piel y llena mis fosas nasales, pero no me detengo cuando lo alcanzo. En el momento en que lo toco, ha salido a la superficie, su cabello mojado se pega a su frente y sus profundos ojos brillando bajo el sol.
Golpeo su hombro, respirando con dificultad.
—¡Maldito imbécil! Pensé que te había pasado algo.—Me sostiene contra su pecho, haciendo que mis golpes se apaguen.
—¿Y dejarte? ¿Crees que eso sería posible?—Aspiro su aroma a canela, llenándome de él.
—No vuelvas a hacer eso.
—Solo estaba observando bajo el mar. No pensé que te despertarías tan pronto de tu siesta.
—Bueno, me quitaste la ropa, pervertido.
—Se necesita uno para conocer uno, Mariposa.
—¿De qué diablos estás hablando?
—¿Crees que no me doy cuenta cuando me tomas fotos cuando estoy dormido?
—Yo-yo no.
—¿Las miras cuando no estoy a tu lado? ¿Tienes otra perversión que debería conocer? Sabes que siempre estoy dispuesto a hacer realidad todos tus deseos pervertidos. —Eso es verdad. No ha habido ningún deseo que él no haya hecho realidad. Enciende mi cuerpo en llamas de la mejor manera posible, y no se detiene hasta que estoy completamente agotado y complacido—. Listo cuando quieras. —Empuja su muslo entre los míos, haciéndome sentir su erección, y sí, también está desnudo.
—¿Es por eso que me quitaste el traje de baño?
—No, simplemente estaba siendo un buen samaritano para que no tengas líneas de bronceado, no para que nadie las vea. —Agacha la cabeza y chupa la tierna carne de mi pecho, dejando una marca roja caliente.
Arqueo la espalda y cierro los ojos. Ésta ha sido siempre nuestra parte favorita; le encanta marcarme en lugares que solo él puede ver y me encanta mirar las marcas que deja en mi cuerpo.
Levanta la cabeza y sus ojos mantienen los míos como rehén. Constantemente me asombra la forma en que me mira, la forma en que me quiere, la forma en que nunca mira a nadie más que a mí. No se trata solo del sexo o de los problemas, se trata de cómo me abraza sin otra razón que la de sentirme cerca. Se trata de cómo me lee todas las noches con la cabeza apoyada en su regazo, y si me duermo, me abraza y duerme con los labios sellados en mi frente. Se trata de él y de mí y del largo viaje que hicimos para que finalmente pudiéramos estar juntos frente al mundo entero.
Enrollo mis brazos alrededor de su cuello y acaricio el cabello que cae en su nuca.
—Eres mi mundo, Emilio.
—Lo sé.
—No, lo digo en serio. Eres mi mundo entero y no sé cómo podría vivir en él sin ti.
—No tendrás que hacerlo, porque no podrás deshacerte de mí, Mariposa. Eres mi caos, ¿recuerdas?
—¿Y tu calma?
—Y mi calma.
—¿Y tu amor?—Él sonríe y casi me desmayo aquí y ahora.
—Y mi amor.
—Te amo demasiado. Ahora y siempre, esposo.
—Y yo te amo muchísimo mas que eso, mi Mariposa, mi esposo.
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CRUEL
FanfictionHay un chico, hermoso, popular, falso, y mi obsesión. Mi culpa. Probablemente mi condenación. ¿Eso me detuvo? ¿Me importa? No y no. Hay una línea entre el bien y el mal, moralidad e inmoralidad. Y luego está él. Él dice que me odia, digo que lo odio...