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—Perdón por la tardanza chicos, Baji tenía ganas de pelear.— Dijo cierto azabache entrando por la puerta principal y ganando diferentes miradas.

—Baji, ¿estás bien?—Preguntó Akari acercándose a el. Pero el azabache retrocedió.—

—¡No tienes que tratarme como a un bebé!.—Exclamó con enfado, Akari quién quedó sorprendida, se acercó a el tomándolo de las orejas.—

—¡A mí no me hables en ese tono, niño tonto!— el azabache solo se quejaba de dolor pero el sentimiento fué cambiando cuando solo se escuchaban las risas de sus amigos.—

—Que débil eres, Baji.— pronunció burlón Draken y Pachin le dió la razón.—

El de ojos violetas se acercó a ellos con una prenda en manos pero también con un rostro de molestia, porque había sido ignorado después de llamarles un par de veces.

—Son tan ruidosos, mejor vengan a ver. Los uniformes están terminados.—Todos al escuchar eso sonrieron, parecían unos bebés y sus ojos brillaban como si tuvieran su comida favorita enfrente suyo.—

Todos al ver sus uniformes tenían una expresión de asombro, era tan bello. La emoción era tanta que comenzaron a desvestirse ahí mismo para ponerse aquella vestimenta que representaría la nueva era, la era de la Tokyo Manji.

—Akari, espera.— Mitsuya tomó la mano de su amiga para después mirarla con una dulzura radiante. El ojipúrpura comenzó a ponerse nervioso, no podía aguantar más la mirada, optó por fijar sus ojos al suelo y un sonrojo se apoderó de su rostro.— Ésto es para tí.— Nerviosamente le extendió un uniforme pero con la figura perfecta para una dama.— La hice especialmente para ti.

Antes de que Akari fuera a responder, fué interrumpida por Pachin.—Ey, tortolitos. ¿Ya terminaron?— Mitsuya tanto como ella se pusieron a la defensiva, les daba pena pensar que todos observan eso, todos rieron por sus acciones a excepción de cierto azabache quién los veía con molestia.—

—No es momento para eso, Mitsuya. —respondió el azabache terminando de abrocharse la remera.— ¡Vamos afuera!

Eran tan felices, amaban como se veían , para conmemorar ese día se tomaron una foto, los miembros de la Toman estaban ahí, más felices que cualquier otra cosa. Quién diría que esa felicidad se esfumaría en unas cuantas semanas.

Dos semanas después.

—¿Dónde está Mikey? ¿Y por qué nos trajiste al santuario, Draken?— preguntó Kazutora bajando de su motocicleta, al igual que todos los demás miembros fundadores.—

Draken solo se limitó a sonreír, tenía algo importante que decir.

—Como sabrán pronto será el cumpleaños de Mikey, quisiera que ese día todos no reunamos aquí mismo, además, aún nos falta por celebrar que derrotamos a los Black dragons, no fué algo fácil pero lo hicimos.—

—Ya que todos están muy contentos, yo haré la comida.— se ofreció Akari con una sonrisa en su rostro.

—¡Si! La comida que preparas es riquísima.—exclamó con alegría Pachin mientras que baba salía por su boca.— Oh, perdón. Pero ahora mismo quisiera un teriyaki de esos deliciosos que prepara Akari.—

—Yo pondré el sitio para comer, lo adornaré. Así el santuario se verá mejor— dijo Mitsuya.— Y tú me ayudarás, Pachin.—

—Baji y yo le daremos el mejor regalo.— mencionó Kazutora dejando a un Baji demasiado confundido.— Ya verás a que me refiero, Baji.—

—¡Bien! ¡Recuerdenlo bien, el 20 de agosto todos no reuniremos aquí!—Y así fué como Draken terminó la reunión y cada uno de ellos estaban realmente emocionados, querían a Mikey y harían lo que fuera por verlo feliz y cuidar de el.

𝑮𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏 𝒉𝒐𝒖𝒓 | 𝑩𝒂𝒋𝒊 𝑲𝒆𝒊𝒔𝒖𝒌𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora