-¿Bueno?.- contesté con estrés en mi voz mientras exhalaba y pasaba la mano por mi cabello.
-Hola hija ¿Cómo estás?.- decía emocionada mi madre del otro lado de la línea
-Ma.- exclamé con una sonrisa en el rostro, sus llamadas solían ser en el momento perfecto, y traían a mi un abrazo al alma.- Justo he estado pensando tanto en ti.- volví a decir llena de cariño.
-No es que si yo no te llamo tu no te acuerdas de tu madre.- respondió a modo de reproche.
-No no es eso.- reí.- creeme que me encantaría llamarte diario es solo que...
-Entiendo Ana necesita siempre estar trabajando rió.
-Si, Ana.- repetí llena de nostalgia.
-¿Y cuéntame qué tal va el trabajo?
-No no ma no quiero agobiarte para ti siempre seré solo Lupita la niña, Ana la artista queda fuera.
-Bueno mijita solo hablaba para saber que estuvieras bien, y escuchar tu voz unos instantes.
-Y no sabes cuánto lo agradezco mami
-Te quiero ya te llamaré otro día
-Saludame a todos por allá.Dejé salir un suspiro cargado de nostalgia a la vez que miraba un marco en dónde tenía una fotografía de toda mi familia guardada en el cajón derecho de mi escritorio: “Quisiera estar con ustedes" pensé, y tras unos instantes decidí salir a caminar, uno no funciona igual en el trabajo una vez que piensa en la familia, así que tomé mi bolso y mis ya distintivos lentes de sol; era la hora de la comida así que no había tanta gente en el piso, era tan raro y emocionante el hecho de salir tan temprano del trabajo, se escuchaban los silbidos distintivos de los carros que venden camote, algunos niños arrastrando sus mochilas que salían de la escuela, y el sol inclemente, encendí mi auto y sin rumbo comencé a manejar, deslizaba con un ligero roce el volante al dar vuelta en alguna calle, bajé todas las ventanas del auto dejando así que el viento volara mi cabello y permitiendo que el humo de mi cigarro se disipará, creo que era uno de los grandes placeres de la vida aquel.
No tenía noción del tiempo ya casi eran las cinco de la tarde cuando decidí volver a la oficina, solía llevar un cenicero en el auto y me encontraba detenida en un alto, y cuando alcé la vista ¿Era ella?, No pero como, era muy extraño pensé, en aquel semáforo esperando el verde como peatón estaba Diana Verónica, se veía confundida, así que decidí sonar el claxon, naturalmente ella se sobresaltó y primero miró del lado contrario, así que decidí volverlo a sonar, ella giró pero está vez del lado correcto, y asomé mi cabeza por la ventana saludandola con la mano.-Diana.- exclamé con felicidad.
-Señora Ana.- dijo al reconocerme.
-¿Qué hace por aquí?.- dije bajandome del auto.
-Bueno es que...- bajó la mirada apenada, y yo me coloque el cabello detrás de mi oreja.- yo quería salir más allá de la casa y de su oficina pero la verdad llevo rato ya perdida.- rió nerviosamente.
-Ay mujer, que suerte que la encontré, no se preocupe ahorita le llevo a su casa.
-No no es necesario seguramente está ocupada, solo dígame hacia donde debo ir.En eso comenzaron a sonar muchos claxons y no lograba entender el porque, Diana reía y al fin habló más fuerte acercándose un poco a mi oído.
-Creo que le pitan porque ya está en verde.
-¿En Verde?.- pregunté sacada de onda.- en verde repetí una vez que repare había dejado el carro barado a medio carril.- No te muevas dame un segundo.Y seguido de eso viendo cómo aún reía Diana cruzada de brazos, miré que no viniera un auto y subí nuevamente para darle vuelta en “u” a la calle, volví a parar el auto pero prendí las direccionales.
-Sube ande, la invito a comer.- dije otra vez.
-Pero...
-Nada de pero ya tuvo seguramente un susto al perderse déjeme hacer algo para compensar el día.Acto seguido ella subió en el asiento del copiloto e inmediatamente lancé básicamente mi cenicero a la parte trasera.
-¿Bueno algún lugar en especial?.- pregunté arrancando.
-Pues no.- rió.- aún no salgo mucho a comer con Mario o cosas así
-Pero como es posible eso es inaudito.- dije en modo indignada de broma.- debe comer un buen pozole de la capital.