Tu compañía

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-¿Pero ya viste este número de parte?
-No solo hemos llamado a la compañía dicen que no lo tienen
-Pero dices que es muy necesario
-Si así es bueno pues necesito que veas la forma pero consíguelo o algo que solucione el problema.

Lo bonito de tener conciertos es escuchar a la gente entonar las canciones que has compuesto, que te han traído a recuerdos maravillosos o incluso dolorosos pero que que en voz de ellos por un instante te hacen sentir comprendida, lo malo es cuando todo se empieza a juntar, se rompe un cable y no lo hallan en ningún lado, los recintos quieren la confirmación de que estarás tal día, y solo uno es responsable de que todo se mueva o de que todo pare.
Después de unas largas interacciones con personas de mi equipo ahora debía de firmar una larga pila de contratos y responsivas que aguardaban por mi sobre mi escritorio, iba peinando mi cabello con mis dedos, y respirando profundo para llegar despejada y leer detenidamente, cuando parada justo bajando del ascensor estaba ella, estaba viendo hacia el lado contrario del que yo venía, buscando con la mirada hasta el punto de ponerse un poco de puntitas, mientras sostenía un ramo largo de flores que hacía a un lado para poder ver mejor:

-Diana pero que sorpresa.- el semblante me había cambiado repentinamente y sobre mi rostro se esbozó una sonrisa fraternal mientras ponía mi mano sobre su hombro derecho.
-Hola ¿Cómo está?.- dijo saludándome de beso en la mejilla mientras volvía en sí.
-¿Y esas flores?.- pregunté con curiosidad.
-Oh yo.- miró el ramo y luego a mi.
-Porque no te pasas a mi privado para hablar.- sugerí ante su pausa.
-Bueno es que yo no quisiera incomodar.
-Nada de eso mira vente.

Y así coloqué mis dos manos sobre sus hombros mientras la direccionaba hacía mí oficina y ella veía a su alrededor.

-Pasa pasa.- indicaba dejando la puerta abierta tras de mi.- Cuéntame ¿Venías a buscar a tu esposo?
-Eh si.- dijo no muy convencida.
-Sientate mira tengo que firmar todo esto pero será grato contar con tu compañía.- volví a decir.
-Son para usted.- dijo al fin acercándose al escritorio extendiendo el ramo de flores hacia mí.

Estaban envueltas en un papel rosa, que era una combinación de fiusha y rosa pastel, eran unos girasoles los más amarillos que había visto hasta ese entonces en mi vida, completamente florecidos, no pude evitar sonreír con una risa ante tal ternura que este acto me evocaba, pues no muchas veces se recibían flores por parte de una amiga, de mujer a mujer.

-Muchas gracias no tenías que molestarte.- dije mirándola a los ojos notando que ella también estaba expectante a mi reacción.
-Bueno es una forma para agradecerle lo bien que se portó conmigo el otro día.- rió nerviosamente mientras colocaba su mano en su nuca.- bueno siempre se ha portado muy bien con nosotros.
-Son muy bellas de verdad muchas gracias.- ella se sentó y yo coloque las flores cuidadosamente en una mesa que tenía.
-¿Es suyo?.- preguntó mirando discretamente un boceto que tenía sobre mi escritorio.
-Asi es pero no me convence del todo.- dije mirando de reojo
-Bueno es que es lindo si...
-¿Pero?
-¿Cómo sabe que habrá un pero?.- sonrió
-Siempre lo hay.- respondí nostálgicamente.- pero ya mujer mejor dime qué opinas es el traje que tengo planeado usar en mi concierto pero aprecio mucho tu punto de vista.
-¿Puedo?.- volvió a preguntar mirando un lápiz.
-Adelante pero ya mujer hasta me regalas flores y me vienes a hablar de usted, ¿En que habíamos quedado?.- alcé altivamente mi ceja mientras me recargaba en el borde de mi escritorio cerca de ella.
-Tienes razón perdóname.- volvió a decir con una risa nerviosa viendo hacia abajo.- Dame unos minutos ahorita te enseño que le cambiaría.- volvió a decir.
-Claro yo encantada.

Inmediatamente se puso a ver el boceto, y yo me senté sin quitarle la mirada hasta que tuve que firmar el primer papel, después de unos instantes me miró y comenzó a trazar sobre el papel, a veces borraba, y me miraba, para otra vez volver al papel, no fue hasta que ya casi acabé, que casi moría la tarde cuando volvimos a cruzar palabras, era tal su concentración y tanto lo que me distraía su presencia allí, pero sin duda grato el sentirme acompañada.

-Ya está puedes decirme con confianza si te gusta.- dijo mostrándome el papel nuevamente.
-Wow básicamente lo volviste a diseñar.- dije atónita ante el nuevo diseño que básicamente había creado en horas.
-No de verdad puedes decirme si no te gusta y le cambio lo que me digas o usar el que ya tenías pensado.
-Es que de verdad te quedó increíble.- dije pero está vez mirándola fijamente demostrando sinceridad.- ¿Te gusta diseñar verdad?.- mordí mi labio.
-Me gustaba cuando chica en el colegio y así pero ya son cosas pasadas.- dijo restando importancia a su trabajo.
-Dejame decirte que lo haces estupendamente
-Gracias.- se sonrojó
-¿No te gustaría dedicarte a eso?
-No ya no ahora soy una mujer casada ya debo pensar en mi marido y en atenderle y...
-No tendría nada de...
-No está en mis planes.- me interrumpió tajantemente dándome a entender que no quería hablar del tema por lo que no quise discutir más.-Perdón.- se disculpó inmediatamente después de notar su tono de voz.
-No no perdón si insistí de más.- dije sin cuidado.
-Bueno mejor me voy ya es tarde y no me vaya a perder como la otra vez.- rió.
-Yo encantada de que te pierdas y encontrarte.
-¿Ah osea que le da gusto eh?.- dijo a modo de broma.
-Pues si vamos a terminar comiendo y riendo como la otra vez será un placer.- asentí.-Bueno te acompaño a la salida.

Salimos con una gran sonrisa, en la oficina ya había menos gente a diferencia de la tarde cuando llegó Diana, la acompañé hasta el elevador.

-Gracias.-dijo ella.
-¿Porqué?
-Siempre me la paso muy bien cuando estoy con usted.
-Hey
-Ya sé es que no quiero mal entendidos de que la esposa de Mario le habla de tú.- volvió a decir a modo de lo que dirían los demás.
-Gracias

Nos acercamos para despedirnos de beso, sin saber cuándo volveríamos a tener una plática a solas.

-Diana.- interrumpió Mario quien se acercaba a nosotras.- señora Ana.- saludó al verme.- No me habías dicho que vendrías hoy a la oficina.- preguntó confundido mirándola a ella y luego a mi.
-Bueno es que...
-De hecho casi acababa de llegar, me la topé y le estaba diciendo que me daba gusto verla.- interrumpí abruptamente al verla nerviosa.
-Ah ya veo, bueno iba a salir con unos compañeros de trabajo pero siendo que estás aquí será mejor que vayamos a la casa.- volvió a decir Mario un poco más convencido.
-No no te preocupes si ya tenías planes ve con tus amigos yo me voy a la casa .- intervino Diana.
-De ninguna manera ya habrá otra ocasión, ahora me voy con mi mujer.- dijo tomándola por la cintura.
-Bueno porque no vamos todos sirve que yo te hago compañía en lo que el se divierte con sus amigos Diana.- propuse sin siquiera detenerme a pensar.
-No cómo cree que la molestaría así.- dijo Diana apartandose de Mario.
-Seria fantástico señora Ana bueno claro si no le molesta.- intervino Mario.
-Para nada a mi también me hace falta divertirme un poco.- volví a decir convencida.
-Pues ya está muchachos vámonos.- gritó Mario a más de mis trabajadores que lo esperaban a sus espaldas.

Me disponía a acercarme a Diana ya que ahora era la persona con quién más segura me sentía ni por el hecho de ser las únicas dos mujeres sino también porque aunque solo quería llegar a mi casa ella era la razón por la que se me había ocurrido semejante disparate, para mí mala suerte Mario la abrazó rodeando nuevamente su cintura, emocionado con una ovación de todos sus amigos, y miraba como Diana trataba de buscarme con la mirada por detrás de su hombro, no me quedo más que caminar sola cruzada de brazos y seguirlos.
Con la esperanza de poder convivir con ella por lo menos una vez en la noche sin que su marido la buscará todo el tiempo pues era comprensible era su marido ...

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora