Sentimientos

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-Tantas cosas por decir..
-No no ahí ya para.- me interrumpía Alberto en seco
-Pero si estoy empezando.- dije dando un golpe sobre mi pierna
-Pero no no que te pasa destrozas la canción si empiezas insegura.- dijo él poniendo su mano sobre su mentón y yo me sentaba a un lado suyo acariciando mi cabello.- Haber vas de nuevo.
-Tantas co...
-No ahora estuvo peor.- volvió a interrumpir él.- Mejor dime ¿Qué te pasa?, Tu sabes que lo puedes hacer mejor.
-Si yo sé, hasta yo sé que estoy destrozando la canción.- dejé salir un suspiro.
-¿Qué te tiene así?.- se acercó para ofrecerme un cigarro.
-Es que siento sé que la entrada que elegí para la canción no va con mi tono de voz.
-¿Y porqué no la cambias?
-Bueno es que no se me ocurre otra mejor y no puedo concentrarme porque no paro de pensar en cómo estará, en si la bebé también está bien y ahg.- dije sacando el humo que en el espacio de volatizaba.
-¿Hace cuánto no la ves?
-Casi dos semanas desde que salió del hospital.- le di una gran bocanada al cigarro
-¡¿Qué?! Cómo pudiste hacer eso.- exclamó
-Bueno ya te había dicho que marcaría distancia simplemente me cuesta trabajo estar cerca de ella, me cuesta trabajo no temblar, no ruborizarme, no trabarme y dejar de mover mi pierna, y es mejor así ¿Sabes?.- comencé a sacar lo que sentía, y las palabras cada vez eran más rápidas mientras que me quedaba sin aliento.- Porque ella ya formó una bella familia, y es obvio que no dejaría todo lo maravilloso que ya tiene por una...por alguien como yo.- bajé la mirada con desilución, pues en el fondo también sabía que las probabilidades de que se fijara en una mujer eran nulas.
-¿Al menos le preguntaste como llegó a casa?
-Si de hecho mandé un arreglo floral y un mameluco para la nena, la llamé por teléfono y no sabes lo feliz pero cansada que se oía.
-Si yo fuera tú sin importar nada iría a verla, a final de cuentas es tu amiga, ella lo considera así, y se debe pregunta porque tú distanciamiento tan repentino y tú chinita pues sirve que te quitas ese obstáculo de la mente y te inspiras.
-¿Así lo crees?.- levanté la mirada como si buscase en su mirada un rayo de esperanza en una lucha que creía vencida.
-Si no lo creyera no te mandaría al ruedo a lo wey.
-¿Qué hora es?.- dije apagando el cigarro en el cenicero el cual casi me acababa.
-Mmm.- dijo mirando su reloj.- las 8
-¿Todavía es una hora decente?.- dije mordiendo mi labio apenada.
-Pues si mija pero ya apúrate.
-De verdad gracias por todo, creo que siempre sabes que decirme cuando estoy regandola.- me puse de pie para despedirme de él con un beso en la mejilla.

No me gustaba llegar a una casa con las manos vacías, así que para disimular un poco me paré a comprar un poco de pan para llevar, la adrenalina corría dentro de mi, cada minuto que pasaba en el reloj del radio me hacía dudar en si hacía lo correcto, pero es que los discursos motivacionales de Alberto siempre me inspiraban a hacer las cosas, y quizá el arreglar las cosas con ella por fin acabaría con mi reciente bloqueo artístico.
En dos días cantaría en vivo “Ni un roce" Rosana se había quedado solo para oír como sonaría en mi voz, y me ayudó a conseguir los arreglos musicales para el inicio de la canción, pero sentía que perdía todo el estilo, mi esencia, además que para mí gusto estaba un decibel abajo de mi tono de voz creo que por eso Alberto decía que me escuchaba temblorosa al iniciar la canción; él siempre me ayudaba a ensayar me decía que opinaba de mi afinación como me escuchaba, y así me lanzaba al ruedo.

-¿Señorita Ana?, Que sorpresa.- dijo notablemente sorprendido Mario que fue quien abrió la puerta en cuanto llegué.
-Perdón por haber venido sin avisar.- apreté fuerte la bolsa de pan ya que me sentía en la mente en blanco al no saber decir el porque de mi presencia después de casi dos semanas.- y más a esta hora.- bajé la mirada.
-No no hay problema por la hora creo que aún es una hora bastante prudente.- dijo él con una sonrisa distraída mientras miraba su reloj en la pared.-¿Gusta pasar?.- preguntó alzando la ceja.
-Gracias.- sonreí rápidamente mientras entraba lentamente mirando a mi alrededor.

La casa estaba cambiada perfectamente acomodada para un bebé,ahora incluso ya había pañales por la sala y uno que otro juguete me imaginaba yo de estimulación temprana.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora