Luz de mis ojos

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*sonido de teléfono*

La espalda me mataba, y a lo lejos percibía un sonido intermitente, me giré hacia el otro lado de la cama para dispersar el sonido; me moví y mis pies desnudos rozaban y hacían sonar las sábanas; el sonido seguía.

-¿No vas a contestar?.- decía con voz semi dormida Rosana mientras me abrazaba por la espalda.
-No quiero.- alcancé a arrastrar las palabras con mi boca pegada a la almohada.
-Creo que es importante y yo quiero seguir durmiendo.

En otra ocasión hubiera desistido, pero entre tanta plática y el teléfono incesante, con todas las fuerzas que pude sacar me puse de pie a contestar.

-¿Bueno?.- dije frotando mis ojos con mi mano, mientras miraba a Rosana que intentaba dormir.
-Ya contestó.- se oyó gritar del otro lado de la línea quien parecía ser Mario.- Déjame hablar.- se escuchaba un poco mas alejada y con esfuerzo Diana.
-¿Qué está pasando está todo bien?.- irrumpí su discusión notablemente preocupada.
-Ana soy Diana.- dijo ella acercándose el teléfono y conteniendo el aliento.
-¿Qué pasa?.
-La bebé va a nacer pero quería que lo supieras después no se si pueda llamarte.- se escuchó un jadeo de dolor
-¿A qué hospital porque no te han llevado?.- pregunté casi gritando visiblemente exaltada
-Aun no tiene mucho caso, ya sabes la dilatación esas cosas.- dijo con la respiración agitada.
-Diana Diana escúchame, eres muy valiente tu puedes soportarlo, iré de inmediato a verte al hospital, solo.- dejé salir un suspiro.- solo por favor recuerda que yo estoy contigo sin importar la distancia.

No hubo una respuesta por su parte del otro lado de la línea,para había sido como desnudar algunos de los sentimientos que ella evocaba en mi y que hasta ahora permanecían dormidos esperando poder se liberados, y eso solo era la punta del iceberg de las emociones que últimamente albergaban mi alma.

-¿Bueno Ana?.- intervino Mario gritando en la línea mientras se escuchaban quejidos de Diana de fondo.
-Mario ya no pierdas tiempo solo dime el nombre del hospital.
-Hospital Santa Catarina está en la Roma, ahora mismo saldremos para allá.

No quité más su tiempo y colgué la llamada, busqué rápidamente unos pantalones, y mientras subía mi cremallera con mi otra mano me ponía un poco de base en la cara, pues era un día especial, la bebé del...de mi mejor amiga estaría a punto de nacer, no habría otro día como ese, y no importaba la hora quería estar presentable para ambas.

-¿A dónde vas?.- preguntó Rosana sentandose en la cama mientras intentaba abrir sus ojos.
-Al hospital.- respondí mientras peinaba mi cabello viéndome en el espejo de mi tocador.
-Que belleza supongo nacerá el bebé de tu amiga.- dijo sonriendo
-Si así es.- dije buscando mis botines.
-Bueno pero entonces faltará mucho porque no vuelves a dormir y...-dijo con tono seductor, mientras deslizaba su mano hacia el lado de mi cama.
-Perdoname no te preocupes regreso al rato pero tú siéntete como en casa.

*Narra Diana*

Cuando uno pensaba en tener hijos se imagina cosas hermosas, tenerle entre tus brazos, ver a quien se parece más si al padre o a uno, piensas como será el primer instante en que le mires, pocos se detienen a pensar en el terrible dolor que te espera durante 10 horas de dilatación, más una incisión que hacen para que pueda salir bien la cabeza del bebé, y todavía la recuperación. Pensé que las telenovelas exageraban cuando las mujeres gritaban, pero no era para menos, eso solo era una respuesta natural ante el dolor que sentías, más el nerviosismo porque todo salga bien.

-Listo traigo todo vámonos al hospital.- me dijo Mario mientras se ponía en posición para cargarme
-No yo quiero esperar a Ana, además los médicos no pueden hacer nada hasta que ya casi nazca.- dije con el hilo de voz que me salía.
-No ya allá la verás.
-¿Y sino?
-Pues estaré yo que es lo importante
-Ella ha estado en este embarazo tanto o más que tú.- cuando dije esa ligera oración por un momento el dolor físico desapareció y al imaginarmela sentí una paz.
-Te prometo que si no la ves antes del parto yo me quedaré con ella a esperarte, y si la ves prometo ya no gritarles mas ¿Ahora déjame llevarte si?.- sus ojos eran sinceros, y no podía negarme.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora