Desilución

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Diana,Diana ¿Dónde te has metido? Pensaba una y otra vez en mi cabeza, no paraba de caminar de un lado a otro y la gente a mi alrededor pensaba que tenía un ataque de ansiedad o algo así, había gente del staff que incluso me decían que mi show saldría bien me repetían una y otra vez las normas de seguridad, pero a mí solo me preocupaba dónde estaba ella, sé que quizá sonará raro o muy precipitado incluso, pero sentí como si al estar ella entre el público fuera quien me iluminara, como un talismán que me brindaba la seguridad y confianza de que todo estaba bien aunque fuera la enésima vez que subía a un escenario.

Sé que esa no había Sido la mejor de mis presentaciones, y no veía la hora de bajarme del escenario, los guardaespaldas me abrían brecha hacia mí camerino en dónde me cambie de prisa, y al quitarme el pantalón recordé como con tanto esmero Diana lo había compuesto para mí, era tan minucioso su trabajo que no se notaba el hilo, y tras un instante al detenerme a contemplarlo seguí poniéndome algo más cómodo, tomé una bufanda para cuidar mis cuerdas bucales, y como pude salí entre los pasillos del recinto, gente recogiendo cables, limpiando, prensa que buscaba inmiscuirse en mí camerino, escuchaba el bullicio y mis tacones caminando a prisa mirando de reojo cada pasillo solo para buscarla a ella o en defecto a la única persona que me daría razón de ella.

Salí del recinto y fumando como si nada estaba Mario rodeado de sus amigos riendo, hacía frío, cruce mis brazos y aguantando la pena que por obvias razones era inevitable que sintiera me acerqué tocando suavemente su hombro, puedo decir que apenas si lo toque, y el se giró sacado de onda, al verme tiró su cigarro al suelo y lo apagó con su zapato.

-Señora.- tosió cubriendo su boca con su antebrazo.- ¿En qué puedo ayudarla?, Estuvo estupendo su show.
-Estupendo.- repetí a modo de sarcasmo entre dientes.
-¿Perdón?.- preguntó confundido al no escuchar lo que había pronunciado.
-Bueno es que.- me ponía nerviosa su mirada clavada en mi expectante.- Quería preguntar si...
-¿Si?
-Si Diana se encontraba bien es que hoy no vino al show y bueno ella siempre han venido.- comenzaba a hablar más rápido y desviando la mirada sintiendo el sudor de mis manos.- y desde ayer por la noche no la ví bien.
-Oh si me pidió que la disculpara de su parte, pero no se sentía del todo dispuesta pero...
-¿Cómo?.- interrumpí en seco con los ojos abiertos como platos.
-No no tranquila ella está bien.
-No pero ¿La dejaste sola sabiendo que estaba mal? Vámonos ¿Dónde se están quedando?
-En el hotel...
-Me dices en el camino yo manejo.- interrumpí sacando las llaves de mi auto no dejando tiempo a su respuesta y dejando a todos a nuestro alrededor perplejos, me di la media vuelta y al notar que no me seguía el paso.- Vamos apurate Mario.- dije impaciente.

El me siguió, solo encendí el auto y dejé que me fuera indicando dónde estaba el hotel, no me dijo ni una palabra más, y yo tenía la manía nerviosa de acariciar mi cabello mientras manejaba, eso solo claro cuando sentía el estrés apoderarse de mí, por fin llegamos al hotel, cada piso que subía el elevador se me hacía eterno, al fin Mario abrió la puerta de la habitación, solo estaba encendida la luz del baño, con la puerta entreabierta, el ventilador dando vueltas en el techo, la ventana completamente abierta, el olor a hotel, y sobre la cama tapada hasta el estómago estaba Diana con su camisón puesto.

-¿Cómo te fue?.- preguntó al ver que se abría la puerta poniendo la mano sobre su frente.
-Bien bien pero...- comenzó a hablar Mario.
-Diana me apresuré a exclamar.
-¿Ana?.- se sentó sobre la cama.-¿Qué haces aquí?
-Bueno yo.- me acerqué inmediatamente a ella sentándome a un lado dejando mi mano izquierda estirada en dirección a ella.- Me preocupe al no verte.- bajé la mirada.
-Perdón sé que te prometí estar ahí en todos los conciertos pero no me sentía del todo bien.
-¿Y que tienes?.
-Ahora estoy mejor a como me sentía en la tarde, mejor cuentame como te fue.- esbozó una sonrisa con delicadeza llena de ternura, mientras tomaba entre sus manos la mía con el mas fino cuidado, no puedo decir que la tomó de manera romántica era algo más fraternal.
-Ahora eso no importa.- dije viendo mi mano cubierta por las suyas.- Ahora solo importas tu y tu salud.
-Gracias por venir
-¿Ya comiste?
-La verdad que no...
-No se diga más dame unos minutos.- dije poniendome de pie.
-No se moleste señora Ana yo personalmente iré a buscar la cena ¿Si nos acompaña verdad?.- intervino Mario.
-De ninguna manera quédate con ella y cuidala en lo que vengo ¿Si?.- dije poniendome de pie.

No esperé más y me fui directo a la cocina del hotel, pedí un caldo de pollo para ella, y una arrachera para Mario y para mí, en cuanto me lo dieron subí hasta la habitación, Diana seguía igual esperandome

-No era necesario Ana.
-Shh.- dije abriendo cuidadosamente el Unicel que traía su consomé.- déjame atenderte como tú lo has hecho conmigo.
-Gracias pero de verdad que no tengo hambre
-¿Acaso piensa despreciarme después de que fui tan noche en busca de alimentos?.- dije a modo de burla.
-Bueno pues.- sonrió

Me senté mas cerca de ella y le di de comer en la boca ya que se sentia débil.

-Gracias en verdad no sé cómo pagarlo.- dijo bajando la mirada.
-Eres alguien muy importante para mí, así que solo déjame cuidarte ¿Si?.
-Estare afuera si necesitan algo.- dijo Mario sonriendo.

Permanecimos en silencio, le daba con el mayor cuidado de comer, era un acto de ternura ver cómo me dejaba hacerlo, y como cada cucharada limpiaba cuidadosamente sus labios con una servilleta, y de pronto a mi mente asaltó aquellas palabras de Alberto sobre que Diana no tenía porque estar casada con el mismo hombre toda su vida, mordí mi labio, ya que sentía la necesidad de decir algo mas pues el escenario era perfecto solo ella y yo, pero a su vez ella no estaba del todo dispuesta, ¿Decir o no decir? ¿Morir en el intento o celebrar la victoria? ¿Que hacer?.

-¿Que pasa?.- preguntó Diana sonriendo
-¿De que?.- pregunté atónita
-Bueno de pronto te pusiste mas seria ¿Que pasa?
-Bueno..
-Anda dime lo que sea, chance me siento mejor.- respire profundamente mientras ella alzaba su ceja.
-Pense que tal vez si te sientes mejor...mañana podríamos tomar un café...o bueno mañana no si quieres cuando volvamos a casa o...- comencé a trabarme y mi mano me temblaba al cruzar la cuchara.
-Aw Ana yo...

Se quedó callada, cerró sus ojos, contuvo el aire, y después de unos segundos comenzó a destaparse, me hice a un lado y ella salió corriendo al baño, la seguí, estaba sentada en el suelo vomitando sobre la tasa del baño, no lo pensé agarré todo su cabello y grité.

-¡Mario! Mario
-¿Que pasa?.- entró asustado a la habitación
-Consigue un médico no se que tiene Diana pero rápido

Estaba alterada, Mario se fue en busca del médico sin cerrar la puerta, y yo seguía sosteniendo el cabello de Díana como si hiciera una coleta, se quiso quedar unos momentos así y yo solo le repetía que todo estaba bien.

-Todo está bien tranquila yo estoy contigo todo está bien.- repetía a manera de susurro sin respuesta suya

Cuando por fin llegó el doctor Mario y yo salimos de la habitación, el se quedó recargado cerca de la puerta y yo daba de vueltas por el pasillo

-Se va a gastar su tacón si sigue caminando así.- dijo interrumpiendo mis pensamientos
-¿Cuánto tiempo lleva así?.- pregunté
-¿Así?
-¿Hace cuánto que se siente mal?
-Creo que desde la.primer noche
-¿Y no llamaste a un médico?
-Ella no quería
-Es que no lo puedo creer....- me pare enfrente de él enfurecida.

Fue cuando salió el doctor del cuarto

-señor Mario pase por favor.

Mario entró sin decirme nada y yo me quedé un rato más en el pasillo, después salió el doctor y Mario sin siquiera mirarme, así que entré en la habitación donde estaba Diana con la mano sobre su boca.

-¿Que pasó cómo estás?.- pregunté acercandome poco a poco.
-Ana yo...- volteó a verme
-Diana y yo estamos esperando un bebé.- dijo a mis espaldas Mario.
-¿No es hermoso?.- preguntó al borde del llanto Diana mientras se abrazaban y me miraban sonrientes.

Y yo sentía como mi mundo se caía a peda y con ello mi ilusión moría.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora