Cómo duele amar, una frase que suelo decir cuando canto y la gente se estremece, lo grita lo vive, pero que ni yo tenía idea de la magnitud que conlleva.
Después de aquel imprevisto en la mañana con mis colaboradores, me retiré a mi habitación, no quería saber nada quería solo enfocarme en mi, me recosté sobre la cama y mientras olía la bufanda la Diana me quedé un poco dormida, no fue sino hasta que sonó el teléfono de la habitación que me desperté, todo en silencio, ya empezaba a caer la noche, y aún si abrir mis ojos deslicé mi brazo fuera del edredón de la cama y alcancé a descolgar el teléfono.
-¿Diga?.- contesté amodorrada
-¿Cómo sigues mija?.- preguntó al otro lado de la línea quien parecía ser Alberto.
-Pues.- dije desgranada acomodándome sobre la cama.
-Así que aún no le dices.- replicó con enojo.
-¿Que se supone que debo hacer?
-Haber María Guadalupe ella hasta ahora se ha aventado más que tú,y eso que ella tiene más que dejar.
-Yo sé...
-No no lo sabes, ¿Que sientes realmente por ella?, Debes definirlo ya porque ella no es como las otras mujeres con las que has estado no, ella se dió cuenta de un sentimiento que tú y yo sabemos lo difícil que debe ser, ella está casada tendría que dejar a su esposo, explicarle a su hija cuando crezca, ella dió el primer beso prácticamente eso es una declaración de amor, ella ayer te dejó sana y salva en tu habitación.- comenzó a decir sobresaltando debes entenderlo ya.Diana desde que la había conocido había despertado un interés en mi, al principio sólo era ternura con un poco de intriga, y al conocerla más y más veía como una sonrisa suya iluminaba mis días, jamás me había dolido tanto que alguien fuera “hetero" hasta que llegó ella, a pesar de ser ella más joven que yo siempre me cuidaba, y yo lo sentía en cada roce,en cada momento en que ella se preocupaba hasta por como se veía mi cabello, esas pequeñas acciones me fueron enamorando, y un día simplemente caí y me llegó al punto de darme miedo perderla, aunque con mis acciones era más que evidente que solo lograba eso.
Sí, ahora era mi turno, sabía que estaría en aquel lugar que le enseñé cuando pidió ver más de la ciudad, era correcto ahí estaba ella viendo el horizonte con el viento en su cara y respirando profundo, con los brazos cruzados y tiritando un poco del frío, me quité el abrigo que traía puesto y sin decir más se lo sobrepuse en sus hombros.
-Hola.- dije tímidamente mientras ella me miraba sorprendida.
-Hola.- devolvió el saludo aún en trance.- te puedes enfermar.- volvió a decir al ver que yo me había quedado sin abrigo.
-Traigo tu.- interrumpí mientras tomaba con una mano la bufanda que me había regalado y la olía por enésima vez en el día.
-Bufanda.- completó ella con una sonrisa en el rostro al vermela puesta.
-Hay algo que quiero decirte.- comencé a decir sintiendo la presión en mi.
-No no es necesario que digas nada quizá yo me precipité más de lo que debía y.- me interrumpió mirando hacia el suelo y hablando velozmente.Yo me giré hacia ella, tomando sus manos entre las mías, quedando frente a frente con mis ojos sobre los de ella, notando cómo se ponía nerviosa con el contacto de nuestras manos, pues las mías estaban tibias y las de ella increíblemente gélidas, incluso yo sentí un cosquilleo ante ese contacto.
-Ahora hablaré yo, porque tú ya has tomado la iniciativa varias veces.- volví a decir mientras ella dibujaba media sonrisa.- Diana no puedo más con esta lenta agonía, que yo misma he provocado, pues desde que te Vi siempre tan feliz, con tu cabello suelto con olor a manzanilla, me ponía nerviosa ¿Sabes? Tu tan joven y yo tan mayor para ti.- reimos ambas.
-Ni tan grande eh.- completó ella.
-Desde ese momento me enamoré de ti, y si puedo decir que estoy más que enamorada de ti, no tolero estar sin ti ni un minuto, me duele cuando Mario te llama esposa porque es verdad pero desearía que fueras mi esposa, muero de ganas por robarte un beso cuando te veo tan concentrada cociendo, y no puedo hacerlo porque estaría mal visto y porque no eres libre, pero cada vez que veo como un mechón de cabello tuyo acaricia tu rostro quisiera ponerlo detrás de tu oreja con el movimiento más tierno posible como tú mereces, y no quisiera devolverte nunca a tu marido cuando te quedas hasta tarde conmigo, yo no sé que me pasa pero si sé que quiero estar contigo, y que si así tú me lo permites.- dejé salir un suspiro.- si así tú lo permites quiero hacerte feliz, quiero cuidarte, Diana yo...quiero ser tu pareja algún día.
