Susurros, eran tantas personas en la sala que a pesar de sus intentos por no levantar la voz a los comentarios, se hizo una ola de habladurías y miradas de reojo hacia mi para evitar la incomodidad que se suele experimentar cuando ambas miradas, las acusantes y las de la persona en cuestión de encuentran escasos segundos, pero que invaden de vergüenza a ambas partes.
Allí estaba sentada, con la boca seca, pasando la poca saliva que tenía por mi garganta que sentía que se cerraba conforme pasaban los segundos, por primera vez el maquilla me lastimaba la cara y solo tenía ganas de levantarme del estrado, quitarme las plantas que disimulaban las ojeras y bolsas en mis ojos a consecuencia de las últimas noches en vela con un solo pensamiento en mi mente...ella.-Señora Araújo.- comenzó diciendo el abogado con aire soberbio.- ¿Qué relación mantiene con la señora Paredes?
Preguntó levantando la ceja e inclinando su cuerpo hacia el estrado en dónde yo me encontraba.
Mi corazón parecía salirse de mi pecho, y tenía la sensación de que todos en la sala podían oirlo latir con fuerza, con tal ímpetu que pedía a gritos confesar lo que la mente y la razón me negaban, mis labios apenas si se pudieron separar para pronunciar las primeras palabras. Diana Verónica por su parte está a sentada frente a mi con su abogado a un lado, todos me miraban fijamente y yo solo veía a Mario como por un segundo hizo contacto visual con Diana, quien al instante aparto la mirada para verme a mi y bajarla mirando sus manos notandose visiblemente avergonzada, ¿Avergonzada porqué si amar no es un pecado?, Más no sería yo quien juzgara su sentir, y declarar lo que sentía por ella como lo había hecho ya aquella noche en la cara de Mario, ahora sería egoísta de mi parte.-Responda señora Araújo la estamos esperando.- volvió a ejercer presión el abogado de Mario con una sonrisa maliciosa dirigida hacia el estrado.-¿Qué relación mantiene con la señora Paredes?
Un bloqueo en mi mente, y las palabras era como si se escapasen de mi conocimiento, no podía más que bajar la mirada igual que Diana, pues en un mundo que está en constante cambio, no importa cuánto tiempo pase, siempre habrá personas que traten como menos a las personas que no hacemos más que amar en un mundo que ya está corrompido de tanto mal.
*Unas semanas antes*
Siempre me creí fuerte ante un hombre, creía que no me intimidaban, o al menos no fue así sino hasta esa noche en el estacionamiento, en dónde después de confesar mi amor por su esposa, Mario la arrancó de mi lado aprovechando la aglomeración de la prensa quien me buscaba, solo recuerdo la cegadora luz de las cámaras en mi rostro, un flashaso y él la tomaba fuertemente del brazo, dos flashasos y veía sus siluetas alejarse de la bola que me rodeaba en dirección a su auto,un tercer flashaso y el auto se incorporaba a las calles perdiéndose en la oscuridad de la noche y las demás luces de los autos. No hice nada, solo me quedé ahí pasmada, retumbando en mi cabeza esa última frase llena de dolor e ira en boca de Mario “¿Por ella me pediste el divorcio?"
Ella al igual que yo estábamos dispuestas a todo por vivir lo que era nuestra amor.
Inmediatamente después de deshacerme de la prensa me dirigí a toda velocidad a la casa de Diana, pero las luces estaban apagadas, toqué con impotencia sin importarme la hora o que alguien pudiese reconocerme, incluso mi mano me llegó a doler con la fuerza que está pegaba en el metal del portón, toqué el timbre como desquiciada, y llegué a patear el mismo portón con el tacón de mis botas que solía usar por aquel tiempo; me asomé por todas las ventanas que daban hacia el exterior, e incluso razoné que romper una sería muy escandaloso y era lo que menos quería.No fue sino hasta un par de minutos que en bata de dormir una señora se asomó de la casa de enfrente desde su ventana de la planta alta, me gritó:
-¿Busca a Mario y a Diana?.- gritó con voz ronca que denotaba que estaba dormida hasta escuchar aquel alboroto
-Si.- alcancé a pronunciar con débil voz que me salía del pecho, viendo cómo vapor salía de mi boca por el frío que hacía aquella noche y del cuál no fui conciente sino hasta que hice esa pausa a mi llamado a la casa.
-Hace unas horas se fueron solo ví que sacaron unas maletas.- volvió a decir ahogando un bostezo.
-¿No le dijeron nada a usted o a alguien más?.- pregunté casi temblando, al oír algo que no era difícil imaginar sería el fin.
-Nombre sino soy su secretaria ahora ya deje dormir.- dijo haciendo ademán de mentar la madre, se cerró aún más la bata y cerró la ventana metiéndose de nuevo en su habitación.