Cómo describir el primer beso con esa persona, a veces le preguntas a la gente y no recuerdan con exactitud el momento, hay quienes saben todo pero no como tal todas las emociones que sintieron en el momento.
En cambio, yo no quería ni podría olvidarlo, recuerdo el frío recorriendo mi cuerpo ante el nerviosismo de verla acercarse a mi, ella tomando la iniciativa, mi corazón a punto de salir de mi pecho, teniendo que ella pudiera escuchar sus latidos,las piernas no me respondían, era un temblor en ellas sin previo aviso e incapacitante, su respiración cerca de mi rostro con un aire húmedo, olor a café y su ya distintivo, su mirada puesta en mis labios mientras cerraba lentamente sus ojos, y fue ahí en dónde me quedé completamente tiesa, no me atrevía a dar el paso, cosa que siempre le había considerado versátil en ello, al revés la miraba con una ternura tal, y al paso que dejaba de un lado mi media sonrisa cerraba mis ojos también para estirar un poco más y poder alcanzar sus labios, labios que tantas veces me causaron tentación, labios que siempre quise besar y que ahora era una realidad, era como si pudiese tocar las estrellas.
Y al fin juntarnos, provocó un beso lleno de una pasión contenida al menos para mí, se oían nuestros labios moverse, y yo deslizaba lentamente mi brazo dominante por su cintura, la cual era ceñida, la cual se sentía firme también.
Al poner por fin mi mano en su espalda baja, ella soltó una risa bastante sutil, bastante armónica diría yo. “¿La habré incomodado?, ¿He Sido quizá un poco brusca?" Pensé, pero a su vez ella caminaba hacia atrás hasta que quedó contra la pared, y su mano acarició mi tez en un movimiento bastante delicado bajando por mi cabello y llegar al punto arriba del busto. Un roce bastante inocente pero que paralizaba de emoción mi interior.
Me sentía amada, no solo una noche que se pudiese olvidar como me solía pasar con parejas anteriores, no no nada de eso, un beso me demostró como se siente cuando se aman de verdad dos personas, y quién diga que no se puede saber, pues es que nunca le han dado beso tal.
Me recordaba los tiempos de juventud, que iba a saber uno del amor en aquel entonces, pero el hecho de estar besándome con una mujer, y no cualquier mujer sino de quién estaba enamorada, con el silencio de la noche como cómplice, estando mis padres en la habitación contigua profundamente dormidos, y sobre todo su esposo en la planta baja, le daba aún más un toque de éxtasis al momento.
Recuerdo que ella se separó, no dijo nada, solo vió dónde estaba posada su mano, sintió la mía en su cintura estando contra la pared, me miró una vez más, mordió sus labios y se dirigió a la puerta, dejándome a mi con mi otro brazo recargado en la pared, expectante, no insistiria pues sabía que para ella era una experiencia totalmente nueva, o al menos eso creo; y antes de cerrar nuevamente la puerta me volvió a mirar y se marchó.Me asomé por la ventana de mi habitación sutilmente, y la Vi mirar distraída hacia mi ventana, mientras Mario echaba de reversa el auto para irse, y una vez saliendo, me tumbé en mi cama dejando salir un suspiro que liberó toda la tensión en mi, recuerdo que puse mi dedo anular sobre mis labios que se sentían resecos pero que aún tenían la sensación de estar con los de ella.
Y así me quedé repasando una y otra vez aquella escena, incluso me reí al hacer algunas conjeturas en las que era evidente que ambas éramos correspondidas. Y cuando menos lo pensé, ahí estaba el sol regalando los primeros rayos traspasando mi ventana, no podía con la emoción tenía que sacarlo, tenía que contarle a alguien, y fue así como me dirigí a la habitación en dónde había acostado a Alberto, pues se le habían pasado un poco las copas.
No hice ruido al entrar, ahí estaba él roncando, sin zapatos, estirado en la cama, dudé en despertarlo, pero tenía que decírselo aprovechando que de paso mis padres estaban dormidos.-Alberto.- susurré desde la puerta.- Alberto.- volví a decir acercándome a él un poco más alto.
Pero nada de nada, si que tenía el sueño pesado, me acerqué a la cama y dando un golpe con mis dos manos sobre el edredón volví a gritar: