Amistad

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Siempre trataba de ser ese amigo con el que sabías que podías contar, es difícil poder encontrar a alguien así, y en parte trataba de serlo por las pocas personas que me ayudaron en mis momentos más difíciles, y también las que compartieron alegrías conmigo, ya que me gustaría que todos tuvieran la fortuna de conocer a alguien así.

Después de ver cómo Ana cerraba la puerta con una sonrisa nerviosa, solté un suspiro, era como una meta más lograda, era gracioso pues me encontraba solo en la calle, cargando a una bebé de máximo tres años, y ahora tenía que cuidarla mientras su madre seguramente dormiría con “su mejor amiga", solté un risita, y procedí a platicarle lo que haría a la pequeña Diana Alejandra, la senté en el asiento del copiloto, poniéndole con cuidado el cinturón de seguridad, para después manejar de vuelta a casa, pero ahora a la menor velocidad que me era posible, y en el camino la nena me contaba algunas cosas con palabras comprensibles y otras que no tanto.

-¿Y a dónde vamos?.- preguntaba ella tratando de ver las luces de la ciudad.
-Ah pues vamos a mi casa.- respondí en tono ameno
-¿Y porqué mamá se quedó?
-Bueno es que ella.- hice una pausa.- ella va a estar con Lupita.
-Ah Anita mamá habla de ella todo el día.- dijo haciendo énfasis en el “todo"
-¿De verdad?.- reí
-Ajá dice que es muy bonita, a mi me gusta cuando están juntas.- dijo con toda la inocencia.
-Dios quiera mija Dios quiera.- dije mordiendo mi labio.
-¿Qué?.- volteo a preguntarme confundida.
-Nada nada.- respondí pues ella no lo entendería y no era yo quien debía decirlo.- No te preocupes en cuanto lleguemos te acuestas a dormir y temprano por la mañana vamos con tu mami ¿Si?
-¿No voy a cenar?.- preguntó preocupada.
-Oh si si quieres ¿Que te gustaría?
-¿Leche con chocolate?.- preguntó haciendo una cara de emoción.
-Vale pues.- dije sonriendo

Y así fue al llegar a casa, las luces estaban apagadas, solo estaba Mario y otros cinco hombres durmiendo en el suelo de la sala, no encendí la luz, traté de esquivarlos y me dirigí a la cocina con la niña en brazos, ahí estaba la muchacha que me ayudaba con la limpieza y aún Daniela.

-¿Qué haces aquí mujer?.- pregunté sorprendido de verla
-Bueno quería preguntarte si Ana está bien, como los dos se fueron.- dijo mirando hacia abajo.
-Uy mija yo digo que a estas horas ha de andar por las nubes.- dije a modo de albur
-Yo creo que debe de andar más bien por los suelos.- dijo captando la indirecta soltando una risita.- ¿Y ella?.- preguntó mirando a la niña.
-Es hija de Diana Verónica pero la voy a cuidar hoy.- respondí.
-Pero si eres bien linda.- dijo Daniela enternecida mientras se levantaba para agarrarle su mejilla
-¿Te importaría subirla a dormir?.- pregunté.- es que tengo experiencia con mis hijos no con niñas.
-Ay como eres pero si préstamela.- dijo Daniela cargándola.
-Ahora subo tu chocomilk ¿Si nena?.- le dije a Diana Alejandra y luego Daniela la subió.
-¿Señor va a querer que le prepare algo de cenar?.- preguntó mi muchacha del servicio.
-No nada, puedes ir a dormir supongo que estás exhausta, sólo cuando se levanten los señores de la sala ofreceles café y que se vayan, a la niña preparale un desayuno por favor, y eso sería todo.

A la mañana siguiente, me percaté de que ya era muy tarde, Daniela se había quedado dormida junto a la niña,y ambas seguían dormidas, cuando bajé por el desayuno de la niña para despertarla vi que Mario aún estaba dormido lo cual me tranquilizaba

En lo que la niña desayunaba yo cepillaba su cabello para poderla peinar, la apresuré para llegar a casa de su madre lo antes posible.

-¿Ya vamos con mamá?.- preguntaba la niña terminando sus hotcakes.
-Si si justo eso.- respondía apresurado.
-¿Y porque tanta prisa?.- preguntaba ella
-Yo la termino de peinar y tú vete a encender el auto.- dijo desesperada Daniela al ver que no me salía hacer una misera coleta.

Así que le hice caso bajé las escaleras con cuidado y cuando me dispuse a abrir la puerta del auto.

-Señor Juan Gabriel buenos días.- gritó Mario saliendo deslumbrado por la luz del día.- Tardes más bien.- rió mientras veía su reloj

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora