Niña

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Risas y más risas me encantaba no solo escuchar su risa sino ser yo quien la provocara.

-Basta basta.- dijo ella roja de tanta risa.
-Dale pues.- dije con una sonrisa notablemente enternecida.
-Si ya mejor díganos a lo que verdaderamente venimos.- interrumpió Daniela.
-¿Qué cosa?.- pregunté tratando de volver en mi misma
-Pues si ya saben el sexo del bebé.- completó Alberto.
-Bueno pues.- acaricié mi cabello y miré a Diana buscando su aprobación.
-Si ya sabemos que será.- dijo ella dándome pequeñas palmaditas en mi rodilla.
-Bueno pues digan que estamos expe...expectantes.- añadió Vicki Karr
-Bueno solo esperamos a que venga Andrea y ya les decimos.

Duro y dale con su Andrea, la verdad ya me tenía harta, bueno no lo expresaré con la palabra adecuada, me tenía muerta de celos.

-Ya ya vengo.- dijo entrando en la habitación la tal Andrea con una charola llena de tazas de café, e inmediatamente se sentó a lado de Diana aunque ya no había más espacio en el sillón, lo que hizo que me recorriera un poco de mala gana.
-Bueno ahora sí.- volvió a decir Diana.
-Mmm un momento solo un momento.- interrumpí sarcástica.
-¿A qué?.- repitió Diana
-Bueno es que yo quiero que Rosana escuche la anécdota también.- me levanté del sillón con un rubor visible, y solo miraba como Alberto tomaba su copa de vino aguantando la risa, y Diana se acomodaba en si sillón mientras la tal Andrea le hacía a un lado su cabello.

Andrea era su mejor amiga, creo que se conocían desde niñas o algo así, y es que si tenia celos pues desde que habia llegado Diana solo tenía ojos y atención para ella, y todavía esa... Se la vivía encimada a ella le agarraba el cabello, y se llevaba tan bien con Mario, cosa que aunque yo había tratado de hacerlo durante las últimas semanas no había resultado del todo.

*Flashback*

-Bueno ¿Cómo te has sentido Diana?.- me preguntaba el ginecólogo
-Todo bien, tomo mis vitaminas y lo normal ya sabe.
-Me alegro entonces pasemos a hacer el ultrasonido.- en eso alguien llamó a la puerta del consultorio.- Adelante.
-Doctor lo lamento llego tarde

No lo podía creer parada en la puerta estaba Ana con la voz agitada, había llegado, quería abrazarla decirle lo mucho qje me hizo falta durante el trayecto, y mientras en mi mente eso pasaba, mi boca solo logró:

-Ana creí que lo habías olvidado.
-Bueno espero no haber llegado tan tan tarde, pero como crees que lo olvidaría, solo debía terminar una cosa pero claro que vendría.
-Una cosa.- repetí entredientes
-Ana que gusto verte otra vez.- repitió con mala cara Mario
-Yo sé que te alegra verme, pero anda ya hay que hacer las paces.- Dijo Ana totalmente empoderada entrando al consultorio y saludandonos de beso a ambos.
-Bueno Ana estábamos a punto de ver al bebé así que ¿Pasamos?

Mario me ayudó a levantarme, y cada uno se colocó a un lado mío, el gel que te ponen para hacer el ultrasonido es un poco frío, pero ya me acostumbraba.

-¿Y bueno que le gustaría que fuera?.- preguntó el doctor sin quitar la mirada del bebé.
-Me gustaría que fuera niña.- dejó salir Ana con una sonrisa hacia arriba.- perdón era para ustedes y yo opinando.- volvió a decir apenada mordiendo su labio.
-A mi también me gustaría que fuera niña.- dije mirándola.
-Me gustaría que fuera un varón.
-¿Quieren que les diga ya?.- volvió a preguntar entusiasmado el Doc.
-Ay si.- dije con ilusión.
-Yo la verdad no, prefiero saber hasta que nazca.- dijo Mario cruzándose de brazos
-La verdad yo también quiero saber.- dijo Ana
-Bueno dos contra uno.- dije enseguida.- si quieres sal para que no escuches aún.

Tal cual eso hizo Mario, sin decir nada salió y hasta que escuchamos la puerta cerrarse el doc volvió a la pantalla.

-¿Listas?.
-Si.- dijimos a la par Ana y yo mientras nos tomábamos de la mano, sentía su calor, y ella el mío, apretabamos nuestras manos fuertemente y no dejábamos de sonreír.
-Va a ser una niña, las felicito.- volvió a decir el doc con una sonrisa mientras limpiaba mi panza del gel.
-Oh por Dios será una niña.- dije al borde del llanto.
-Tu niña.- dijo Ana sonriendo igualmente

No pude con la emoción, y la abracé, era un sentimiento inexplicable, una niña a quien enseñarle lo que sé, a quien cuidar, es una versión de ti pero en pequeña, imaginar su voz, desear que se parezca a ti, eso no tiene palabras, y no se si sean las hormonas pero me dan unas ganas de llorar de felicidad.

*En la actualidad*

Hacía mucho calor, lo habitual en México cuando es semana santa, tenía mi pierna desnuda afuera de la sábana, dejé abierta la puerta hacia mi balcón, sólo se escuchaba uno que otro grillo con su cantar lo cual era muy extraño, y por ello era aún más especial, habían pasado tantas cosas las últimas semanas, y yo me encontraba tan cansada, que recuerdo haber escuchado *rin rin*, no quería despertar, me giré del otro lado de la cama pero el ruido era incesante, *rin rin* que esperen no contestaré.- pensé, pero el ruido seguí hasta que espantó mi sueño.
Giré de nuevo y sin abrir del todo mis ojos descolgué el teléfono, con la voz amodorrada y sin despegar mi cara de la cama.

-¿Bueno?.- contesté.- ¿Qué que pasa?

Me exalte tanto que en un movimiento me levanté de la cama.

-¿Dónde estás?, No te preocupes ya voy para allá.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora