Quizá lo más bonito y lo que más me pone nerviosa a la hora de iniciar una relación, es como comportarme con la persona ¿Por qué? Bueno, es claro que no se le puede tratar como antes, pero ahora sí uno ya tuvo el valor de develar los sentimientos dormidos, lo de menos sería saber acercarse a dar un beso, un abrazo que ya va más a allá de una amistad, y creo que toda esa pena se va esfumando conforme las dos personas se van sintiendo cómodas y todo fluye bien.
Eso nos pasó a Diana y a mi, ahora me sentía un poco más segura a la hora de robarle un beso a penas la veía pasar, con todo el toque de peligro. Ella caminaba con sus rollos de tela, o cuadernos dónde dibujaba bocetos de mis vestuarios, veía como con el mismo rostro echaba a un lado pequeños mechones de cabello que le estorbaban la visión, con mirada decidida, y sus caderas moviéndose a prisa de un lado a otro, ¡Dios! Cómo me provocaba eso, y no me contenía, de la nada le jalaba del brazo deteniendo así su paso, llevándola al primer pasillo libre que hubiera, solo para tomarla del mentón y robarle un beso, mientras ella no mostraba oposición alguna, y al primer sonido de voces que se acercaran, yo la soltaba despacio, y tras una sonrisa sonrojada ella continuaba su camino.
Esos son los pequeños toques que a uno le roban el aliento, que incluso te hacen enamorarte más pues quisieras que esos segundos se prolongaran aún más, pero esos mismos también son los que te llenan de nostalgia y quisieras que todo fuera totalmente diferente.
Alguna vez me preguntaron, muy osada mente si así lo quieren ver, ¿Cómo había sido mi primera vez?, Si así sin más, y si soy realista, fue espantosa, nunca es como uno se imagina, y mucho menos cuando es alguien a quien en el interior sabes que no amas, en cambio a mi me gusta pensar que la primera vez es cuando uno de verdad siente que hace el amor, no cuando ocurre el acto como tal, y el día que yo lo sentí, fue como volver a nacer, como un ciego que recupera la vista, y todo comenzó así:
*Una noche antes*
-Lupita te la volaste en tu Viña simplemente lo mejor.- decía Alberto abriendo sus brazos como direccionando el aplauso de todos los presentes hacia mi.- Pásate mija pásate que hoy celebramos toda la noche si que si.- volvió a decir a penas me acerqué para que me rodeara con sus brazos y abrirme paso ante la gente, dándome un caballito de tequila.
Había mucha gente la cual ni siquiera conocía, apenas había llegado a México me había pedido que fuera a su casa con todo mi equipo, sinceramente estaba muerta como para haber ido, pero Diana me había dicho que si le urgía era por algo, así que accedimos a ir.
Solo algunos de mi equipo accedieron a venir al llamado de Alberto, entre ellos incondicionalmente como siempre estaba Diana, cansada con el cabello amarrado distraídamente con algunos cabellos sueltos en su frente.-¿Estás muy cansada?.- pregunté antes de tocar el timbre, mientras me subía el cierre de la chamarra ya que corría un poco de viento gélido.
-No no estoy segura que cuando llegue a casa una ducha caliente me duermo y como si nada hubiera pasado.- respondió ella tiritando de frío aunque intentó disimularlo.Al darme cuenta de ello, quité de mi cuello la bufanda que ella misma me había puesto antes de volver a México para cuidar mi garganta, y en un movimiento de absoluta delicadeza la rodee en su cuello, notando su semblante extrañado, para mirarme a los ojos y así corresponder con una sonrisa que notaba como congelaba mis mejillas.
-Dejame que te ayude con Dianita.- dije nuevamente, ya que Diana la traía cargando e imaginaba que su espalda estaría desecha.
-Oh no como crees si puedo.- respondió apenada.
-Por favor insisto, ya me has cuidado para que todo saliera fabuloso, ahora déjame cuidar de ti por lo menos está noche ¿Si?Ella se encogió de hombros y yo tomé a la pequeña Diana quien no puso restricción alguna para que yo la cargara, incluso estando cerca de ella pude sentir el calor que su madre le había transmitido, y que ahora yo conservaría.