Un buen amor para Hefesto (2da parte)

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Cuando Hefesto despertó la chica se había ido. Curiosamente se sentía revitalizado y de buen humor por lo que aprovecho para hablar con su esposa.

El bar estaba solo, a excepción de algunos empleados de limpieza. El orden en El Olimpo era meticuloso pues Zeus trataba con empresarios extranjeros y grandes hombres de negocios de Grecia.

Por ahí estaba Hermes quien se acerco y lo saludo sonriente como siempre.

-Hefesto, no sabía que habías llegado ¿Cómo estuvo tu viaje?

-Tan bien como estaba planeado.

-Tú y tus planes... cuando aprenderás a vivir la vida tal y como viene... solo dejándote llevar.

-Jamás, me gustan los planes y el orden algo que tú deberías comenzar a implementar en tu vida. Ya no eres un niño Hermes.

-Me seguiré comportando como uno todo el tiempo que pueda. Es más fácil así.

Hefesto meneo la cabeza y rio. Hermes era uno de los pocos hijos de Zeus que le agradaban de verdad.

-Debo irme, te veré esta noche.

-¿Vendrás hoy? – soltó el chico sorprendido.

-Tal vez... ¿Por qué?

-Ah no... solo que, casi nunca vienes y ahora dos noches seguidas...

-Yo...tengo prisa, hablamos luego.

Salió del lugar directo al departamento que compartía con su esposa. La encontró dormida entre las sabanas blancas de seda. Lucia tan hermosa como un ángel, aunque el sabía que era todo lo contrario.

La movió bruscamente.

-Afreodita, despierta... despierta.

La mujer soltó un grito de frustración.

-¿Qué quieres?

-Hablar, despierta. Levántate.

A regañadientes la mujer se sentó en la cama, tomo el vaso de agua que había en la mesita de noche al lado de la cama y una aspirina. Lo miro con rabia mientras la tragaba.

-¿Qué? – pregunto al ver que Hefesto solo la miraba.

-¿Por qué demonios hiciste algo así?

-¿De qué hablas?

-La chica.

-Oh... - soltó al entender – pero... era un regalo, pensé que te gustaría. - soltó con la suave voz qué siempre usaba en su contra.

-¡Era otra mujer! Afrodita, sabes lo que pienso sobre eso... nos casamos para estar juntos... la infidelidad es...

-No es infidelidad si yo lo sé y lo apruebo. – la mujer sonrió y le tendió la mano. – Sé lo que piensas sobre eso, y tú sabes lo que yo pienso... creo que... deberíamos ser mas abiertos de mente y... tratar cosas nuevas.

Hefesto había pensado que su corazón no podía romperse más de lo que ya estaba, pero se había equivocado, Afrodita acababa de golpearlo de nuevo.

-¿De verdad quieres que estemos con otras personas?

-Podemos estar con otras personas amor mío, pero al final del día, sabemos a quién pertenecemos. Yo te pertenezco a ti, en mi dedo hay un anillo que lo prueba – soltó levantando su mano izquierda mostrándole en enorme anillo de diamantes – y tú, mi querido, sabes que me perteneces... y nada podrá cambiar eso.

Hefesto suspiro. Dentro de él sabía que no había nada que él pudiera hacer para que su esposa lo amara. Nada. Ya lo había intentado todo. Así que como siempre, termino aceptando lo que su Afrodita quería.

Oneshots en el Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora