Tulips

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When you're around it feels like Angels over me, I've never seen them before
But I feel angels over me, I hear them sing: I love you more, I love you more, I love you more...

Sesshomaru iba avanzando lentamente en medio de aquel inmenso bosque, a pesa de su reticencia a ir al encuentro de aquella mujer, no pudo hacer más que seguir el impulso del momento, qué podría pasar después de todo, era algo casual, algo con lo cual pasar el rato, nada mas, no pasaría nada parecido a lo que le había pasado a su difunto padre.

Kagome estaba sentada en la orilla del pozo, había estado discutiendo con Inuyasha, quien a pesar de haber elegido a Kikyo, aún se atrevía a advertirle que no estuviera con aquel demonio, claramente no tenía derecho a decirle nada y así se lo hizo saber. Por mucho que se preocupara por su seguridad, no tenía derecho a prohibirle ver a nadie, menos aún cuando él la había dejado primero.

Estaba por tanto un poco molesta en el momento, con el seño fruncido de recordar la pelea que habían tenido, y de nada había servido en realidad, sólo para dejar un sabor amargo a ambos, él de cualquier forma había regresado con Kikyo y ella de cualquier forma lo seguiría viendo, claro, siempre y cuando el demonio así lo quisiera. 

Tan inmersa en sus pensamientos estaba que no se percató que a escasos metros de ella ya se encontraba el demonio tema de la reciente pelea, el demonio la veía tranquilamente, sin saber bien por qué, la había comenzado a visitar al menos una vez a la semana, era extraño, era como un imán para él. 

Sin duda no era una humana común y corriente, eso podía verlo claramente, pero aún así era una humana y la educación impartida por su madre, le hacía más difícil el admitir que ciertamente disfrutaba de su presencia.

Kagome entonces levantó la mirada y lo vio fijamente, le sonrió, algo en el interior de Sesshomaru se encendió, era como una pequeña llama que había ido tomando fuerza desde la primera vez que la había visto sonreírle. No tenía intensiones de decirle nada de eso, ni siquiera tenía intensiones de conversar con ella, pero de todas formas sus pies lo habían llevado a aquel lugar.

Podía percibir el aroma de Inuyasha en el lugar, quizá era ese el motivo del ceño meditabundo de la mujer, aunque no tenía importancia, siempre y cuando su olor no se mezclara con el de ella, ¿por qué le importaba si se mezclaba o no?

Hizo una mueca de disgusto, no le gustaba nada no entender lo que pasaba por su cabeza, no entenderse él mismo lo volvía loco, lo irritaba. Kagome seguía sonriendo, aunque no tenía la menor idea de qué hablar, y cuando no sabía qué decir miles de tonterías empezaban a salir de su boca.

Sin embargo no dijo nada, se quedó sentada ahí mismo y se limitó a observarlo, a ver aquella figura masculina, su rostro tan fino, todo él imponía respeto. Vaya, quién diría que ella en algún momento de su vida estaría admirando a Sesshomaru, y más aún, imaginar que él la dejara hacerlo.

- Parece que te han cortado la lengua -dijo finalmente Sesshomaru, no estaba acostumbrado a que Kagome guardara silencio tanto tiempo.

- Jajaja -Kagome rio con ganas, no imaginó que él fuera tan bromista. O algo así-,  es que no quería decir algo tonto -dijo levantando los hombros, entonces se levantó de donde estaba y se acercó a él, tan despacio que parecía que iba en cámara lenta.

Sesshomaru la veía fijamente ¿qué quería hacer aquella humana?, en todo el tiempo en que habían estado encontrándose no se habían acercado mucho realmente, tenían un espacio entre ellos aún. Pero Kagome no se detuvo al lado de Sesshomaru, caminó unos pasos delante de donde él estaba y volteando a verlo, le hizo una seña para que la siguiera. El demonio levantó una ceja incrédula ¿desde cuándo le daba órdenes? desde ese momento se contestó, pues comenzó a caminar detrás de ella.

No avanzaron mucho cuando delante se alcanzaba a ver un claro que se extendía a lo lejos, ahí le llegó el aroma de aquellas flores, tulipanes. Kagome corrió como si de una niña se tratara, en ese momento aquella acción le recordó a Rin; pero Kagome no se parecía en más nada con ella, Kagome era muy diferente, al menos a sus ojos, ella era una mujer.

De pronto Sesshomaru trago saliva, que sin darse cuenta se había formado en su boca, había estado observando a Kagome, aquella pequeña falda que llevaba dejaba poco a la imaginación, pero estaba seguro que aunque estuviera cubierta de pies a cabeza le haría tragar saliva de la misma forma.

La mujer daba vueltas en el campo de flores, se dejó caer entre risas, fijó su vista entonces en un montón de tulipanes morados, se levantó y cortó un par, agitando su mano en donde los tenía volteó a verlo con una sonrisa. Después dio un par de pasos que más parecía que iba brincando, se agachó y cortó otro par, pero ésta vez rojos. Eso fue todo ¿sólo quería unas cuantas flores? Sesshomaru la siguió con la mirada, sin dejar de apreciar su, sí, belleza mientras se acercaba a él.

Tenía las mejillas coloradas, no sabía si era por andar corriendo bajo el Sol o por algo más, de cualquier forma le quedaba bien. Kagome traía detrás de ella los tulipanes que acababa de cortar, con la mano temblorosa, pues nunca había hecho algo así y temía que le aventara las flores en la cara, levantó la vista hacía Sesshomaru y le ofreció los tulipanes, diciendo en voz baja pero audible para él.

- Toma... siempre que veo los tulipanes morados me acuerdo de ti -la voz le temblaba un poco, y con razón, pues Sesshomaru la veía fijamente-, sabes -dijo tomando valor- dicen que los tulipanes morados representan a la realeza, así que quizá por eso me recuerdan a ti. Y en cuanto a los rojos... -cerró la boca, no había pensado en que se escucharía como una loca, ni siquiera se habían llegado a tomar de las manos y ya pensaba darle algo que querían decir amor y pasión.

- Lo sé... sé lo que significan -intervino Sesshomaru,  le sorprendía que aquella mujer le estuviera entregando algo con tal significado, pero su mano se movió en automático y aparentemente su boca también, era hora de irse, pero antes no pudo evitar hacer lo que hizo.

Sesshomaru tomó las flores para sorpresa de Kagome, quien abrió los ojos tan grandes como pudo, pero igualmente sonrió, había aceptado sus flores, pero, entonces al darse cuenta de que Sesshomaru parecía que las tiraría la desilusión cubrió su rostro, para volver a encenderse al ver que él le extendía un tulipán morado y uno rojo, ella no cabía de la emoción, de lo imposible que era eso.

- Quizá algún día también te identifiques con el morado -dijo entregándole el par de tulipanes a una Kagome realmente fuera de si, sonrió para sus adentros, dio media vuelta y se perdió en el inmenso bosque. Los tulipanes se iban meciendo con el suave viento, una pequeña sonrisa tan imperceptible que podía ser imaginación de quien la viera, se dibujó en los labios de Sessomaru. Kagome se quedó ahí con el par de tulipanes, ¿qué había querido decir con eso? ¿era una declaración? o es que acaso ¿no había dicho nada y ella se imaginaba todo aquello?

Sacudió la cabeza, no entendía lo que pasaba, pero sin duda era el mejor regalo que le habían hecho, las guardaría para siempre. Sesshomaru ya estaba lejos de aquel lugar y entonces, comenzó a preguntarse ¿por qué había dicho eso? ¿acaso estaba loco? y ¿desde cuándo él coqueteaba con humanas? No supo que responderse, no tenía caso, de todas formas guardó las flores entre sus ropas, las guardaría, quizá, por un tiempo.

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