Promise Rings

38 5 1
                                    

Cásate conmigo con los bolsillos vacíos y verás que bastarán tus besos...

Sus ojos brillaban de alegría al ver aquel anillo en su mano, aunque él se había disculpado por haberle regalado algo tan simple, en sus palabras, ella estaba más que contenta, ver el anillo que representaba una promesa, una promesa de permanecer juntos.

— Me encanta —dijo finalmente sin poder ni querer disimular la sonrisa en su rostro. Sí, oficialmente, Kagome Higurashi era la muchacha más feliz del mundo.

Mientras tanto Inuyasha estaba con la mirada clavada en el piso, la verdad es que le había dado muchas vueltas al asunto, pero le parecía que Kagome merecía algo, una promesa al menos. La promesa de que permanecería con ella pasara lo que pasara.

El joven de cabellera plateada había ganado un poco de dinero, ha decir verdad no esperaba que le pagaran por haber matado a aquel monstruo, y aunque se negó a aceptar el dinero en un principio, terminó aceptando al pensar que quizá podría comprar algo, para Kagome por supuesto, porque él no ocupaba más nada que lo que traía puesto.

Y ahora al ver la franca sonrisa de la muchacha, se dió cuenta que había acertado, dio gracias a la anciana por el dinero y otras tantas gracias a aquel señor que le había ofrecido aquél par de anillos. Nunca sintió necesidad de tener dinero, y seguramente él mismo habría hecho el anillo si fuese un poco más hábil con las manos.

— Me alegro que te guste —dijo Inuyasha aún apenado, nunca le había regalado nada a nadie, mucho menos a una mujer.

Kagome lo veía con un brillo tan especial en sus ojos que no pudo más que contagiarlo de aquel buen humor. Inuyasha no era alguien que supiera expresar sus sentimientos fácilmente, pero ahora, con ese anillo no había duda de lo que sentía por ella. La muchacha entonces se dió cuenta que algo colgaba del cuello del hanyou, abrió los ojos con sorpresa y con una sonrisa, se dió cuenta que él también llevaba un anillo, anillo igual al suyo.

No pudo más que abrazarlo, se quedaron así un buen rato, aquel momento era perfecto, no existía nadie más en aquel lugar, solo ellos dos, su amor y la promesa de un futuro juntos.

La cercanía que tenían se sentía tan bien, que se negaban a separarse, no les importó escuchar los murmullos de Sango y de Miroku que se habían acercado a aquel lugar, pero quienes al darse cuenta de lo que pasaba terminaron por seguir su camino.

Kagome estaba tan cómoda en los brazos de Inuyasha, y éste no podía estar más feliz de abrazarla. Podía escuchar perfectamente el corazón de Inuyasha, por momentos latía muy rápido, el aroma que desprendía del cuerpo del hanyou era como a flores, a pino, a naturaleza quizá. Un aroma fresco y que la relajaba tanto que seguramente podría dormir fácilmente junto a él.

Aquel pensamiento hizo que las mejillas de Kagome se tornaran un poco más rojizas, si es que aquello era posible. Inuyasha tenía cerrados los ojos y como si aquella cercanía no fuese suficiente, bajó el rostro hasta lograr enterrarlo entre el cuello de Kagome, quién al sentir el aliento cálido de Inuyasha, se estremeció. Era una sensación nueva, le gustaba tenerlo así de cerca.

— Hueles muy bien —susurró Inuyasha contra su cuello, aquella era la segunda vez que le decía algo así. Inuyasha entonces apretó más su nariz contra el cuello de Kagome, aspirando aquel aroma que tanto le gustaba, un aroma que le era ya tan familiar y sin el que, estaba seguro, no podría sobrevivir.

No hacía falta decir más nada, los dos estaban seguros de los sentimientos de cada uno, y si bien cualquier cosa podía pasar en el futuro, aquel anillo era la prueba de su amor, de la promesa fiel que esperaba ser cumplida.

Are You Bored Yet?..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora