Pet Names

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Oh, he'll buy me a thorn before he'll buy me a rose Be covered in dirt before I'm covered in gold He's trying it on, yeah, he's ticking me off...

Mientras caminaban buscando una planta medicinal que les había pedido la anciana Kaede, Rin y Kagome vieron tirado en medio del camino a un pequeño perro, rápidamente se acercaron a ver si podían ayudarlo, el pequeño estaba claramente débil pues tenía los ojos cerrados y su respiración era lenta. Rin volteó a ver a Kagome y ésta tomó al pequeño entre sus manos.

- Vamos Rin, hay que encontrar rápido esa planta para volver y darle un poco de comida y agua a este perro -Kagome avanzó con paso veloz seguida por Rin.

Antes de que se dieran cuenta ya estaban de regreso en la aldea, Kagome veía con preocupación al pequeño que si bien había abierto los ojos, no parecía poder hacer más que eso, al momento de llegar a la casa de la anciana Kaede, Inuyasha la detuvo con la mirada.

- ¿Qué haces con ese perro? -preguntó de mala gana, pues en su cabeza surgió la idea de que al único perro que tendría que poner atención sería a él, ante tal pensamiento negó con la cabeza, estaba pensando estupideces otra vez.

- Estaba tirado en medio del camino... no fuimos capaces de dejarlo a su suerte -ante el mal gesto de Inuyasha se encontró con dos pares de ojos viéndolo de la manera más suplicante que podría haber imaginado nunca.

- Está bien -no había otra cosa que decir y en cualquier caso, no cambiaría en nada el negarse a tener a aquel perro en aquel lugar.

El perro era un pequeño animal, color blanco y pelaje un poco largo, aunque con tanta mugre no se podía ver bien si era bonito o no, así pues después de darle un poco de comida y agua, Kagome con ayuda de Rin le dieron un baño caliente, al terminar se dieron cuenta que era un hermoso perrito, por la mente de Kagome le vino la imagen de la estola de Sesshomaru, suave y esponjosa.

- Bueno... ya puedes descansar ahora sí -a Kagome  le encantaban los perros, obviamente, pero en su casa nunca había podido tener ninguno, aunque no se quejaba, tenía a Bujo que era el mejor gato que podría pedir.

Pasaban los días y el pequeño perro comenzaba a poder levantarse por si solo a tomar agua y comer, entonces Kagome se dio cuenta que aquel perro no tenía nombre, no podía seguir refiriéndose a él como el perro, tenía que pensar en un buen nombre.

- Vamos Inuyasha ayudame -Kagome estaba decidida a darle un nombre al perro, y aunque sabía que Inuyasha extrañamente no se llevaba bien con el animal, esperaba que le ayudara a escoger uno.

- ¡Qué no quiero Kagome! -pero a pesar de sus negativas era claro que sí estaba pensando en un nombre.

Un nombre tras otro fueron descartados, no había alguno que le quedara realmente bien, Inuyasha pensó entonces en nombrarlo igual que su medio hermano, una sonrisa malvada apareció en su rostro, sin duda la próxima vez que fuera a la aldea se sorprendería al descubrir que había dos Sesshomarus.

Sin embargo, Kagome lo persuadió, no quería ninguna pelea innecesaria, continuaron pensando entonces en otro nombre, muy a pesar de Inuyasha quien creía que era un buen nombre para un perro.

- Ya sé... ¿qué tal si le ponemos Ichiro? -Kagome miró a Inuyasha expectante, esperando que aceptase su idea.

- ¿Ichiro? -Inuyasha volteó a ver al perro que se encontraba en el regazo de Kagome, la verdad sí tenía un poco de sentido pero...

- Anda... mira le gusta -dijo mientras tomaba al perro de las axilas y lo ponía de frente a él, para sorpresa de Inuyasha ésta vez no le gruñía, parecía que de verdad le gustaba el nombre.

- Bueno... supongo que no está mal -dijo desviando la mirada, los ojos de aquel perro le recordaban a alguien.

- Muy bien... te llamarás Ichiro -celebró Kagome mientras abrazaba al pequeño-, eres nuestro primer hijo -murmuró Kagome mientras abrazaba al perro.

Los días transcurrieron e Ichiro iba ganando más fuerza, le gustaba pasear por la aldea hasta que un buen día, no regresaba, Kagome estaba muy preocupada por eso e Inuyasha también, aunque se negara a aceptarlo. Pasaron prácticamente toda la noche buscándolo, sin éxito.

A la mañana siguiente Kagome salió por los alrededores a ver si acaso encontraba a Ichiro, ya se estaba dando por vencida, creyendo que quizá al ser tan lindo alguien más se lo había llevado, sería muy triste pero si lo trataban bien no importaría lo demás.

Al llegar cerca del río entre el bosque, vio a lo lejos la pequeña bola de pelos blanca, era Ichiro, no podía equivocarse, se acercó corriendo, estaba recostado en el pasto, parecía estar bien, pero de pronto una luz blanca iluminó todo su cuerpo; frente a sus ojos, Ichiro estaba tomando una forma totalmente diferente, una forma que le hacía abrir de sobremanera los ojos, no podía creer lo que estaba sucediendo.

Kagome se acercó más hasta tocar a su perro y mientras lo llamaba por su nombre, el cuerpo de éste creció tanto que Kagome se sorprendió, pero más sorprendida quedó cuando se dio cuenta que aquel pelaje que creía estar tocando, era nada menos que aquella estola que tenía Sesshomaru...

- Pero qué... -Kagome se quedó sin palabras-, ¿Sesshomaru? -un grito se atoró en su garganta, no podía ser, ¿qué había pasado con Ichiro? 

Sesshomaru la veía con vergüenza, agachó la mirada antes de que Kagome pudiese notar el rubor que se asomaba en las mejillas de éste, era lo más humillante que jamás le hubiera pasado. Malditas brujas farfulló para sí, en cuanto las encontrara mataría a todas y cada una de ellas, nada sería suficiente para cobrar venganza.

- ¿Ichiro? -Kagome llamó al perro, que resultaba ser Sesshomaru, para colmo de éste, volteó al escuchar aquel nombre.

- Mhhh.... -bufó molesto, no podía ser que aquella humana se estuviera burlando de él, peor se sentía porque reconocía como suyo aquel nombre 'Ichiro'... 

Entonces el demonio haciendo uso de toda su gracia y elegancia, se levantó, aunque sintiéndose humillado, pero con paso firme sin voltear ni una sola vez hacía aquella humana, no estaba seguro de poder verla a la cara nunca más, era una vergüenza.

Kagome se quedó sentada en medio de aquel lugar, repasando todo lo que había ocurrido, resultaba que su perro Ichiro era Sesshomaru, entonces, eso quería decir que él ¿había estado viviendo con ellos todos esos días?... peor aún, pensó Kagome, la había visto desnuda...

Los colores se le subieron al rostro, que pena pensó, pero rezó porque en aquel estado en que se había encontrado Sesshomaru no recordara nada, que hubiera vivido como perro y se hubiera borrado todo de su mente, era lo mejor, ahora, ¿tendría que decirle algo a Inuyasha? No, era obvio que no debía decir nada... Miró una vez más por donde se había perdido su cuñado, no podría verlo a los ojos en un buen rato.

Sesshomaru caminaba cuando de a poco los recuerdos de esos días iban llegando a su memoria... y sí, recordaba todo, la recordaba a ella, sin ropa, recordaba todos los besos que  le había dado, habían dormido juntos, aunque también recordaba al estúpido de Inuyasha.

Esperaba olvidar todo en poco tiempo, no por ella, sino por los cariños que había recibido de parte de Inuyasha, pero más aún esperaba que Kagome no le contara nada a Inuyasha, no soportaría escuchar sus mofas.

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