El tiempo siempre fue para mí, sólo algo que transcurre, pero desde que te conocí veo que es algo que celebro siempre, pues un año más cumplido, es un año más a tu lado...
Era el cumpleaños de la mamá de Kagome, lo que para todos era una fecha muy especial, para Inuyasha no parecía un día diferente a todos los demás.
Kagome entonces le preguntó, cuándo era que él cumplía años, a lo que Inuyasha contestó — La verdad no estoy seguro, hace mucho tiempo que nací —se rascó la cabeza y levantó los hombros restándole importancia.
Pero a ella aquella respuesta no le convencía, pues creía que el celebrar el día en que se nació era algo importante, y además, le parecía muy triste que él nunca hubiese celebrado su cumpleaños. Se preguntó entonces si la pulga Myoga sabría cuándo había nacido Inuyasha.
Una vez que regresara de su época se pondría a investigar, no descansaría hasta saber la fecha en que el hombre o hanyou que tanto quería había llegado a ese mundo.
Así, con aquel pensamiento se lanzó dentro del pozo. El cumpleaños de su mamá había sido lindo como todos los años, pero ahora que había terminado, una idea empezaba a formarse en su mente. ¿Sería buena idea celebrar el cumpleaños de Inuyasha? Aunque primero debería saber cuándo era.
Cómo sea, al día siguiente se levantó con una idea fija, le compraría un regalo a Inuyasha, si ya había pasado lo guardaría para el siguiente o esperaba, que fuese en alguno de los próximos meses.
Salió temprano en busca de un regalo, se preguntó qué es lo que le gustaría a Inuyasha, pensó que quizá en su mundo no había nada que él pudiese querer... Pasó largas horas caminando por las calles de la ciudad, buscando y buscando, hasta que finalmente dió con una pequeña tienda, y ahí encontró algo que si bien no era muy original, seguro que le iba a gustar o al menos eso esperaba.
Kagome lo pensó largo rato, pero ya que tenía aquellas fotos que se habían tomado hacía unos meses, decidió que era buena idea. Le regalaría un pequeño relicario, dónde estaba una foto de ellos dos. Las mejillas se le pusieron coloradas al imaginar la reacción de Inuyasha.
Pasaron los meses y finalmente llegó aquel día, el cumpleaños de Inuyasha, la pulga Myoga efectivamente recordaba claramente el día en que Inuyasha había nacido, pues había sido el mismo día en que su amo Inu no Taisho había muerto.
Al final se puso de acuerdo con sus amigos para darle una sorpresa, Miroku se lo llevaría un rato lejos para que cuando llegaran todo estuviera listo.
Inuyasha parecía genuinamente sorprendido por aquella pequeña fiesta, era obvio que nunca había tenido una, pero su cara lo decía todo, le había gustado.
Miroku le regaló un amuleto para alejar el mal.
Sango le regaló una capa hecha de la misma tela que su ropa, de tela de Rata de fuego.
Shippo le regaló un dibujo y uno de sus juguetes.
La anciana Kaede había hecho la comida, así que ese era su regalo.
Y finalmente Kagome, extendió su regalo, e Inuyasha lo tomó en sus manos poniéndole suma atención. Kagome lo abrió y le mostró las fotos que estaban ahí. Eran ellos dos.
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Inuyasha sonrió tiernamente y pensó entonces que aquello de los cumpleaños no era tan mala idea.
