22. Te veo feliz

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Narra Aly

Me abofeteó. Yo la aventé y se cayó dos gradas abajo, estaba dispuesta a ir y seguir, pero llego Hector.

—Tranquila, tranquila—me tomó del brazo— ¿Estas bien?—asentí.

—¿Estas bien?—pregunto Diego, igual asentí.

—¡Eres un animal!—grito Frida mientras Diego la ayudaba a levantarse.

—¿Qué pasó?—le preguntó.

—Que ésta—me señalo— Es un animal, de la nada me empujó.

—No puedo creer que hayas hecho eso—me dijo Diego molesto.

—Eres una maldita mentirosa—iba a acercarme, pero una vez mas Hector me tomó del brazo— ¿Por qué no le platicas todas las estupideces que me dijiste? ¿Por qué no le dices que me golpeaste tú primero?

—¿Eso es cierto?—le preguntó y ella solamente se agachó la cabeza.

—No puedo creer que seas tan ingenuo como para creerle, pero no me sorprende, no es la primera vez—lo miré a los ojos.

—Odio que me pongan entre la espada y la pared.

—Mira, si piensas que soy una mentirosa, es tu problema. De ahora en adelante no quiero cruzar palabra contigo, piensa lo que quieras ¿okay?—voltee a ver a Hector— ¿Podemos irnos?

—Claro que si—tomó mi cara con ambas manos—¿Estas bien?—asentí.

A Hector no le importo que faltaran veinte minutos para terminar el entrenamiento, nos fuimos inmediatamente de ahí.

Narra Diego

—Mira, si piensas que soy una mentirosa, es tu problema. De ahora en adelante no quiero cruzar palabra contigo, piensa lo que quieras ¿okay?—no le dije nada— ¿Podemos irnos?—se dirigió a Hector.

—Claro que si—le tomó cara con ambas manos—¿Estas bien?—ella le dijo que si y se fueron tomados de la mano.

—¿Es cierto lo que dijo?

—¡Claro que no! ¿Como puedes creerle a ella?

—Si pasó así, Diego. Yo vi cuando la golpeó, Aly no mintió—dijo Montoya.

Narra Aly

Estábamos en el restaurante, ya habiamos pedido de comer.

—Ahora si explícame, ¿que fue todo eso?

—Pues nada, empezó a molestarme diciendo que Diego la prefirió a ella, luego dijo que tú eras muy guapo, que eras mi plato de segunda mesa y...—me quedé callada.

—¿Y...? ¿Que más?

—Bueno, dijo algo sobre... Sobre que eras bueno en la cama, ¿cómo sabe eso? ¿Hay algo de lo que me deba enterar?

—Hey Aly, Aly—acarició mi mejilla—No—me miró a los ojos— Entre ella y yo nunca ha pasado nada.

—Es que lo dijo...

—Sabes que ella es capaz de decir cualquier cosa con tan de hacerte sentir mal.

—Si, claro. No debí dudar de ti.

—Bueno y dime, ¿por qué llegaron a los golpes?

—Porque le dije que era una estupida, porque aunque que Diego y yo ya no teníamos nada que ver, ella sigue siendo solo una amiga y que nunca llegarían a ser algo mas. Se enojó y bueno, pasó lo que pasó.

—Así que dijo que era guapo—se rió.

—Y no se equivocó—acaricié su mejilla.

Llegó nuestra comida, a pesar de todo, la comida fue muy agradable, fue un día con muchas emociones.

Narra Bellerin

Hace dos meses que salgo con Aly, es una chica extraordinaria y muy hermosa. Desde la primera vez que la vi, me volvió loco y cuando la traté en el café aún más. Es tan sencilla, y me siento cómodo con ella, puedo hablar de lo que sea y se que jamás me va a juzgar.

Iba rumbo a los entrenamientos, iba solo porque después de aquella pelea Aly y yo decidimos, o mas bien dicho, ella decidió ya no venir, a veces venía, pero al término de estos para después ir a comer o por un café.

—Hola—saludé a Cristian.

—¿Estas bien?—lo mire sin entender.

—Si, ¿por qué?

—Últimamente has llegado a tiempo a los entrenamientos—tocó mi frente— ¿Sigues siendo tú?—reí.

—Imbecil—le dije.

Fuimos todos a cambiarnos a los vestidores.

Nunca me he llevado muy bien con Diego, pero desde que supo que Aly y yo estábamos saliendo, hay cierta tensión. Nunca nos hemos faltado al respeto, pero siento que él esta muy dolido.

—Te veo feliz—me volvió a decir Cristian.

—Lo estoy—sonreí inconscientemente.

—Es esa chica ¿no?

—Es increíble.

—Si, es linda.

—Es hermosa, Cristian—seguía sonriendo— Esta noche le pediré que sea mi novia, ya lo tengo todo planeado. Una cena romántica en Tribeca, ahí se lo pediré.

—Eres todo un Romeo—me haz burla.

Salimos a la cancha, estaba dando lo mejor de mí, pero sentía a Lainez detrás de mí durante todo el juego.

Yo tenía la pelota, iba a anotar, Diego iba tras de mí, cuando derrapó haciendo que cayera, no vi exactamente lo que pasó, pero me dolía intensamente la pierna izquierda. El árbitro silbó, dando a entender que pedía tiempo, todos se acercaron a mí, yo estaba en el piso retorciéndome de dolor.

Trajeron una camilla y me llevaron a la enfermería, tenía un esguince de primer grado, tenía que guardar reposo una semana y dos semanas no podré hacer deporte, lo único bueno es que no era necesario utilizar yeso, con una tobillera bastaba.

Lo que me preocupaba y me tenía desanimado era la cena que tenía con Aly hoy, por fin le iba a pedir que fuera mi novia y me pasó esto, tal vez tenía que esperar a estar bien.

Amor prohibido [Diego Lainez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora