14. Real Betis

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Narra Aly

El vuelo a México fue bastante aburrido, no hice otra cosa mas que dormir. Desperté a una hora de aterrizar.

Aterrizamos y bajamos del avión, esperamos nuestras maletas, se escuchaban los gritos de todos los aficionados afuera.

—Recoge las maletas por favor, voy a dar una entrevista—me dijo mi padre—Te veo en aquel lugar—señaló una tienda de libros dentro del aeropuerto. No le respondí, solo hice lo que me dijo.

Recogí su maleta, la mía y una bolsa más de mi padre, ésta última estaba entreabierta. Eran tantas maletas que no pude con todo y la bolsa de mi padre se cayó.

—Mierda—dije para mi y la recogí. Al voltearla vi que se salieron unas cuantas cosas, entre ellas mi celular, todo este tiempo creí que lo habían robado.

Lo tomé, traté de prenderlo, era obvio que no tenía pila. Dude en quedármelo o volverlo a meter a la mochila y mas tarde preguntarle a mi papá por él. Opté por la segunda opción.

—¿Te ayudo?—me preguntó Guardado que vio lo que estaba batallando con tantas cosas. Asentí.

Se esperó conmigo hasta que mi padre llegara de la entrevista, seguido de eso nos despedimos y se fue.

No quería quedarme a solas con mi padre, después de todo, no habíamos hablado porque no habíamos tenido la oportunidad de estar completamente solos.

Llegamos a casa, tome mi maleta y fui a mi habitación. Tenía mucho sueño a pesar de que todo el vuelo había dormido.

Tocaron la puerta.

—¿Vas a cenar?—se escuchó desde afuera.

—No, estoy cansada.

—Esta bien—se fue.

Me duché, me puse mi pijama y me acosté a dormir.

Al día siguiente desperté sin ánimos, el aroma a comida entraba por mis fosas nasales, pero seguía sin apetito.

Tocaron la puerta.

—El desayuno está listo.

No respondí, aunque no tenía hambre baje, sería grosero de mi parte no bajar cuando ya estaba hecho.

El desayuno estuvo mas callado de lo normal, me dolía también estar de esta manera con mi padre, pero al recordar todo lo sucedido no podía actuar como si nada.

—Tenemos que hablar de las nuevas reglas de ésta casa— no le respondí, solo escuchaba atenta, sabía que ninguna de esas nuevas reglas me iban a gustar— Primero que nada, todas tus tarjetas serán canceladas, si necesitas dinero tendrás que pedírmelo. Contrataré a un chofer para ti, nada de estar tu sola por la calle. Nada de mentiras, a esa persona le daré la indicación de que me diga a los lugares que te lleva para saber si concuerda con los permisos que me pides. Nada de quedarte a dormir en casa de Sofia ni de nadie más y tienes prohibido ir al aeropuerto.

—¿Y mi celular?

—¿No sabes donde lo dejaste?—me dio mucha impotencia y tristeza que me mintiera.

—Se me perdió en el hotel, supongo que necesito uno para avisarte en donde estoy y ese tipo de cosas.

—Yo no lo perdí, si estas insinuando que te compre otro, no lo haré.

—¿Entonces?

—Tendrás que trabajar o ganártelo portándote bien.

—Esta bien— me levanté de la mesa y puse mis platos en el fregadero— Provecho—me fui a mi habitación.

Estaba decidido, mi padre me estaba orillando a trabajar y a ganar mis cosas por mi cuenta, hasta cierto punto era bueno. Pero una vez que tenga mis cosas, lo primero que haré es viajar a Tabasco o a cualquier parte del mundo para estar con Diego.

Narra Diego

Desperté en mi casa, desayuné, me cambié y salí a buscar trabajo y a checar algunas Universidades por la zona, estaba buscando una escuela de arquitectura. Pedí informes de dos escuelas, que para mi gusto estaban muy bien.

Recibí un correo electrónico del equipo Real Betis. Se me hizo muy raro y lo abrí, decía que el director Manuel Pellegrini estaba en México y quería hablar conmigo hoy a las seis de la tarde. Respondí el correo, obviamente dije que si.

Llegué a mi casa a bañarme, me cambié de ropa por algo un poco mas formal y salí rumbo al restaurante donde habíamos quedado de vernos.

Llegué al lugar, la señorita me dijo que ya me estaban esperando y me acompañó hasta la mesa, le agradecí y se fue.

—Hola—dijo Manuel parándose de su asiento— Soy Manuel Pellegrini, director técnico del Real Betis.

—Un gusto—estrechamos manos— Diego Lainez.

—Si, he oído hablar mucho de ti. Pero siéntate por favor— los dos nos sentamos— Bueno, te cite aquí porque me enteré de que ya no formas parte del Club America, o al menos eso escuché.

—Es correcto. Pero si no es indiscreción ¿cómo lo supo?

—Tu ausencia en Rusia causó un revuelo en las redes sociales, dando de que hablar, esta mañana hablaron sobre eso en un noticiero.

—Así es, ya no formo parte del Club America, ni de la Selección Mexicana.

—Bueno, te he visto jugar, tienes potencial, no puedo dejar esta oportunidad de poder tenerte en el equipo. Te ofrezco la victoria, fama y mucho dinero, trabajarás haciendo lo que más te gusta.

El futbol europeo siempre fue mi sueño, ahora la oportunidad se había presentado, la tenía que tomar. Además, puedo juntar dinero para poder darle todo lo que se merece a Aly.

—Me parece perfecto.

—¿Entonces tenemos un trato?—estiro la mano.

—Es un trato—estrechamos manos.

—Ten—me entregó un sobre—Son tus boletos de avión. Te espero en España en dos días.

—Muchas gracias, hasta entonces.

Amor prohibido [Diego Lainez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora